PASANDO FACTURA

Cada mes, cada año, cada periodo de nuestro tiempo, rendimos cuentas por nuestras acciones u omisiones. Nada ni nadie se escapan al reajuste presupuestario, sea éste realizado ante el fisco o ante el populacho. Siempre nos referimos sobre hechos del pasado y zanjados en el presente. Y así nos va. Así nos va como nación, como grupo, como comunidad, como …

Aunque en el presente nos obliguen rendir cuentas pasadas, también es verdad que el presente es futuro. De las acciones u omisiones presentes condicionaremos nuestro futuro, como nación, como grupo, como comunidad, como…. Y a eso vamos. Se habla, se dice, se comenta de que la crisis viene de antaño. Lo más cierto es que la negativa a ella es de más próximo pasado que de antaño y a ella nos remitimos. Y no nos anclaremos al pasado sino al futuro, al presente.

El cambio era esperado. Y más. El presente ha propiciado que noches vacías se volvieran en calles repletas como si de jornadas patronales se trataran y el tren circunvalara la ciudad como si fuera una cinta de las últimas vacaciones de uno a tierras turísticas externas.

Y la gente llama a gente como el dinero al dinero. De un momento para otro, aquellos proyectos defenestrados por la conciencia de una siempre dudosa ética proteccionista, hacen aparición y ven el beneplácito de una administración heredera de los erarios y cambiante en cuanto a la ética restante.

Todo esto ocurre en un espacio mínimo e íntimo de unos pocos kilómetros cuadrados, rodeados por mar y por viento, con unos jóvenes y nuevos gestores, con un equipaje vacío de secuelas y de facturas propias, aunque con saldo negativo sin opción a inventario. La mirada exterior no nos soluciona, sino que nos empeora. Es como la del hermano pobre que a todos asquea.

Rubalcaba ahora entiende la reforma Constitucional por imperativo de Alemania y Francia. Rajoy le recuerda los antecedentes y éste se le declara inocente. ¡Que por declarar no quede! El convencimiento del director de orquesta hace estragos al final del concierto. El público en pie. Empiezan aplausos. El resto sale por las puertas laterales.

La localidad más levantina decide el tres por uno, o el uno de cada tres, que no es lo mismo. No es nuevo, sino de antaño –la idea, claro. Las guías y las horarias ya existían antes de la penúltima y antepenúltima crisis. Los adoquines y el petróleo ya compartieron guías y horarias y nadie hizo master alguno. Buenas son las soluciones si son aplicadas y además no cuestan dinero, subvenciones o almuerzos de trabajo.

Gadafi se desinfla a momentos. La incertidumbre continúa con la precaución debida, y es que nadie se define porque la diplomacia es eso mismo. Indefinición absoluta y fácil retorno.
El debe y el haber seguirán existiendo tanto como las ayudas que nos lloverán sin pedirlo expresamente. Y con los intereses porcentuales. Y con los recargos de impago. Y con las amonestaciones…..

Y las cuentas darán resultado, positivo tal vez. Positivas respecto al pasado próximo que no al de antaño. Y el año pasado más. No un día semanal, sino dos, tres, con música y más música que aglutina terrazas y abre tiendas por doquier en la noche oscura del tres por uno, quien sabe. Con inversión pública, claro. Con control de beneficios, con reparto de inversión, con retorno.


Y es que todo tiene retorno. Como las vacas gordas, como las vacas flacas. Las Américas hace tiempo que fueron descubiertas y los duros valen cinco pesetas. Con estas premisas, las cuentas siempre tendrán conclusión no alarmante, no negativa.



PUBLICADO EL 25 AGOSTO 2011, EN EL DIARIO MENORCA.


SIN VALOR ALGUNO


Debo confesar que casi nunca he sido ni pesimista ni optimista, simplemente realista –sin que este término tenga nada que ver con la monarquía-. Analizar las opciones y valorar las circunstancias ayudan a que uno se vaya mentalizando de la solución aplicada. Está claro que otros parámetros también interactúan en la realidad o solución tomada. No basta analizar y discernir el resultado. Las circunstancias -las de uno, las del vecino y principalmente las del mandatario- al final serán quienes derivarán a una solución u otra. Dicho esto, decir que ahora, a agosto de 2011, soy pesimista.

O lo que es lo mismo, creo que la cosa va mal, muy mal. Que estamos en quiebra. Que no valemos nada. Sin valor alguno. Quiebra técnica en cuanto a los dineros públicos, porque algunos de los privados serían de juzgado de guardia. Quiebra en cuanto a los valores morales. Quiebra en cuanto a la credibilidad de un Gobierno y de un sequito que peor no podían hacerlo. Y ahora a esperar los Consejos de Ministros venideros. ¡De miedo!.

Italia toma la tijera y recorta gasto. Aniquila municipios y provincias. España mejor que no copie, porque con tanto licenciado en el arte del copiar y pegar, seguro que recortan trabajadores y mantienen los cargos públicos sentados en poltronas doradas. Es más, en España es inimaginable que se atrevan a eliminar municipios y provincias. ¡Si aún siguen vigentes algunas Diputaciones Provinciales!.

Es el tema de siempre. Podríamos enumerar una lista de instituciones a eliminar sin demasiado trauma entre la población. El primero sin duda el Senado. Pero claro, los padres de la patria están en la Constitución y para ello habría que modificarla. Y modificar la Constitución asusta. Asusta porque obligaría a tomar decisiones y a “mojarse” a mucho político suelto. ¿Creen que los socialistas dejarían en manos de Zapatero la presidencia de una hipotética Tercera República? Es más, ¿creen que los españoles se la dejaríamos?

Más vale malo conocido que bueno por conocer, dice el refrán –doy por seguro que el autor del mismo no debía conocer a Zapatero-. Y Rubalcaba tampoco me gusta. Hay algo oculto –o no tan oculto- que no me da confianza. ¿Cómo es posible que estando en el Gobierno con Zapatero –o al revés- no aplicara ninguna de estas soluciones que se aguarda por si gana el 20-N?. ¿Y de José Blanco que me dicen? ¿A quién inspira confianza Blanco? Visto lo visto, España necesita un cambio.

Un cambio de valores, tanto éticos, morales, como de gestores económicos. ¿Y los bancos? ¿Qué decir de los banqueros y demás empresas que durante tantos años se han beneficiado de los dineros públicos? ¿Y de los siete millones de euros que se dieron en el plan E, para que algunos cocineros conocidos inventen platos y algo de comida en su interior?

Zapatero tiene la solución. Y Rubalcaba también. Y los parados también. Y quienes no quieren trabajar también. La solución pasará en quitar funcionarios, que no políticos. Y sus tareas reemplazadas por empresas temporales a manos del capitalismo amigo con carnet del partido.
Hace tiempo que se habla de que el Consell es el ayuntamiento de Menorca y que podrían suprimirse los ayuntamientos. Mientras esto ocurre, tanto afines como detractores a la medida, siguen presentándose a las elecciones. Y más aún, aumentamos cargos en Palma. Mandamos tropas al extranjero. Damos dineros a los bancos. Y nos peleamos por dar ayudas al extranjero, cuando desde el extranjero también tienen que ayudarnos a nosotros.

La hipocresía nos mantiene. De tanto en tanto, echamos algún exabrupto y nos creemos con la satisfacción del deber cumplido. Ahora se habla de mancomunar servicios, de reducir déficit, de aumentar la edad de jubilación, de comprar genéricos mientras hacíamos el agosto a las farmacéuticas con la conspiración de la gripe A…, inconscientemente o no, estábamos y estamos aumentado el déficit, dificultando el ahorro, matando el consumo, aniquilando a España, vendiendo nuestra poca riqueza.

Y esto en algún país lo llamaría traición. En España no. Aquí no estamos tan adelantados, y en según que cosas aún vivimos en el siglo diecinueve. Nuestro actual logro es la venta al extranjero de bonos. O que nos lo compren. Otros pensarán que es una venta incondicional, una dádiva que nos hipoteca nuestra economía futura en manos de potencias extranjeras. ¡Y en bancos extranjeros!

Alguien dirá que es una nueva intervención extranjera en los designios de nuestro país. Viene el Santo Papa y lo recibimos tal como somos. Con los recibimientos fotográficos de rigor con los mandatarios y sus familias, mientras que estos mismos orquestan las protestas contra su visita. Seguimos en quiebra. Y sigue el 15-M.

Y después del Consejo de Ministros, más. España ya no tiene valor alguno. Ni moral, ni económico.

Sólo en el espiritual, quedan aún esperanzas.
Mal que les pese a algunos.



PUBLICADO EL 18 AGOSTO 2011, EN EL DIARIO MENORCA.

ECONOMIA VIRTUAL

En pleno siglo XXI hablar de virtualidad es cosa que no debe asombrarnos. Y si esta virtualidad se refiere a la economía, menos aún. O al menos, así se nos aparece a los no entendidos en la materia, aunque visto lo visto, uno ya cuestiona de que a estas alturas haya entendidos en el tema. De todos modos, seguro que quienes cobran por dar su asesoramiento, ya se encargarán de que ignorantes como quien esto escribe, sean tildados de eso mismo.

Hace algunos años –antes de la llegada de la crisis- hablar de economía era sinónimo de cuadrar la caja. Así, quien sabía sanear una economía doméstica, sabría sanear la de una comunidad, país o lo que se le pusiera delante. El debe y el haber hacían el resto. Ahora no.

Ahora la economía no la lleva ni la caja ni el cajero. Hablar de economía significa tener padrinos, tener poder o ser el lameculos del poder. Ni más ni menos. La crisis –por no llamarlo con otro nombre- de los pepinos, viene a ser lo mismo. El daño ya está hecho y el beneficio también. Con el dinero, pues otro tanto.

Si antes las autoridades de la economía eran economistas, ahora son los llamados especuladores. Ya no importa tener dinero, sino el valor que alguien le da al dinero. Este alguien es Alemania. Y este dinero es el euro. ¿Qué pasaría si España tuviera lo que no ha tenido nunca y mandara al carajo a Alemania y al euro? ¿Se imaginan volver a negociar con pesetas? ¿Se imaginan retroceder aquel sesenta por ciento de inflación que de un día para otro nos encontramos en nuestras economías domésticas?

Ahora, nuestra Bolsa ya no cotiza en España sino que depende del valor del bono a diez años alemán; ahora nuestra tensión arterial depende más de las imprudencias culinarias de los vecinos que la propia dieta que queramos o no, por imperativo económico, nos vemos obligados a llevar; ahora, nuestra suerte ya no depende de reducir sueldos ni de aumentar impuestos, sino de sacar garras y plantar cara al enemigo especulador. Y ante todo ello, mutis.

Mutis virtual y mutis real. Se compara, se solidariza y se sale en la foto. En una de las últimas fotos de nuestro ya victo presidente. Su delfín promete arreglarlo todo, con soluciones mágicas jamás imaginables, guardadas bajo llave, eso sí. No habrá solución hasta que en el 20-N la memoria de los españoles nos recuerde lo bueno que han sido unos, y lo malos que han sido los otros. O al revés.

Y la economía sigue mal. Más peor que mal dirán los nuevos administradores de la cosa pública. Salen agujeros y acreedores por doquier y uno se pregunta ¿Qué hubiera pasado con las cuentas públicas de haber vuelto a ganar el PSOE? ¿Habrían dado nuevo crédito las agencias de viajes y las farmacéuticas o habrían cerrado el grifo? ¿Seguirían manteniendo el nivel opulento de vida o se habrían tenido que abrochar el cinturón? ¿Seguirían viviendo en la virtualidad del poder o habrían tocado ya con los pies en la tierra?

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María y Manolo son dos nombres supuestos, virtuales si se quiere, pero reales como la vida misma. Matrimonio de cuarenta y tantos años, rondando los cincuenta han decidido coger los bártulos y marcharse a tierra peninsular. Su caso es como el de otros muchos. Su economía es parecida a la virtual de nuestro Gobierno. Adeudan varios recibos a la compañía eléctrica y no digamos a la de telefonía, pero su terminal es de último modelo así como su ordenador portátil y su cámara de video. Su hasta ahora domicilio necesita varias manos de pintura y no digamos de fregona. Y es que la economía doméstica ahora ya no es sinónimo de clase sino todo lo contrario.

Los especuladores han dado crédito y el ordenamiento jurídico ha propiciado los impagos, y no digamos las subvenciones para escaquearse uno del curro. Y ante todo ello, aparecen los indignados que toman la calle y Rubalcaba que dice que el 15-M tiene mucho en común con los socialistas, ¿acaso dudan aún de quien alimentó tales elementos?.
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Carmen es viuda y por supuesto, también es nombre virtual. Su pensión no llega al subsidio de Manolo pero tiene que pagar todas las deudas y reformas dejadas por Manolo y Maria. Su economía estaba saneada porque no gastaba más allá de lo que podía ahorrar. También es verdad que Carmen poco favor hizo a los bancos ni a las economías de consumo. Su economía no era virtual sino real. Tan real, que ahora se las ve y desea para llegar a fin de mes. Sin quererlo ni buscarlo se ha visto envuelta en una crisis de la que nadie le ha preguntado ni mucho menos entiende.

Carmen es pesimista. No entiende como los enfermos no pueden ir al médico a Palma mientras los políticos sí que pueden viajar cada semana. Tampoco entiende de tanto subsidio y de tantos sueldos millonarios. Seguramente Carmen ya desvaría por aquello de la edad, dirán algunos.

De momento, María y Manolo seguirán apostando por políticas progresistas, de las peonadas, de los subsidios y demás. Carmen, resignada, deberá hipotecar su vivienda si quiere subsistir con un poco de dignidad, pues su propiedad la identifica como capitalista en una sociedad en que el consumo se premia, y el ahorro se penaliza.

María, Manolo y Carmen, viven en la realidad, diferente, pero real al fin y al cabo. El Gobierno, los mercados, los Bancos Centrales Europeo y Alemán, juegan a la virtualidad. Y algunos incluso, en la divinidad. Y esto ya es demasiado peligroso.

Muy peligroso.


PUBLICADO EL 10 AGOSTO 2011, EN EL DIARIO MENORCA.

¿QUÉ MORIRÁ EL 20-N?

Creo sinceramente que le añoraremos. Y es que pocos encontraremos como él que nos hagan reír a pesar de las penurias que él mismo nos ha provocado. También es cierto que serán millones las familias que se han visto en la desesperación de verse en la más mísera ruina por su hacer, por su no hacer, o simplemente por su mal hacer. Su historia habrá sido por activa y por pasiva. Hubo incluso alguien que en algún momento le llegó a tildar de gafe. Incluso suspiraban para que no asistiera a según que celebración deportiva para asegurarnos la victoria patria. Pero su finiquito está ya firmado.

Firmado y rubricado. Ya no hay vuelta atrás. Ya no la hubo cuando Alfredo -el camarada Alfredo- le leyó la cartilla. Alfredo fue un balón de oxígeno que le salvó de la quema. Pero la mecha seguía encendida. Su socio catalán en los últimos días ha puesto la cerilla, el detonante y la dinamita. No había escapatoria, la suerte –la mala suerte – estaba ya echada.

Zapatero, ZP, Rodríguez, José Luis, el nieto del capitán Lozano, el presidente que más sobrenombres ha detentado en la reciente historia democrática española, finiquita su vida política el 20 de noviembre. Un veinte de noviembre, treinta y seis años después de que Carlos Arias Navarro anunciara a los españoles que “Franco ha muerto”. ¿Qué morirá el 20 de noviembre de 2011?. Sin duda, una transición en coma, una transición mantenida artificialmente gracias a las transfusiones de catalanes, vascos y canarios. Pero tanta mezcla sanguínea no pudo evitar el colapso, el shock séptico de una política envenenada desde su mismo inicio. Un barco en que se ha hundido por negligencia de sus propios tripulantes. Una nave que había perdido el rumbo y buscaba algún corsario que le llevara a puerto. Estos y muchos más ejemplos definirán lo que han sido estos años de la era Zapatero.

Falta aún el as de la manga. Algunos esperarán que ETA haga su aparición anunciando el fin de la barbarie. Otros, los mismos, esperarán que la cifra del paro de octubre refleje los datos de agosto y el éxito sea notable. Otros pocos, esperarán que algún notable europeo de el espaldarazo a alguna política concreta para ralentizar esta muerte anunciada.

Otros y más, volverán a la calle, a indignarse, a culpar al capitalismo y a la derecha para que aquellos votos disgustados con el PSOE no regresen al centro de Rajoy y se queden en la abstención, en el voto nulo, en el no emitido. Y todo esto y más, entra en las perspectivas del marketing de empresa en busca del voto huido, prestado.

Al final, mucho al final, Zapatero ha vencido. Su memoria histórica habrá al fin vencido a Franco. Y sin necesidad de leyes, ni de consensos. Y por imperativo legal de Alfredo, de sus asesores, de quien sabe quién, y por decreto. ¡Franco ha muerto!. El 20-N también.


PUBLICADO EL 2 AGOSTO 2011, EN EL DIARIO MENORCA.