DE RUTA POR MAHÓN


Si la ruta moderna se inició en horario nocturno, en la actualidad se ha desplazado al diurno y cada vez más, se aleja de la ubicación festiva para infiltrarse en lo cotidiano.

Este desplazamiento hacia el horario diurno se inició con las ya famosas rutas de las tapas, pinchos y demás.  Para algunos, pincho y caña por un par de euros siempre les es más suculento que un menú de a doce euros por cabeza, y aunque  una tapa no le llene a uno, posibilita  un recorrido gastronómico, un reparto de los beneficios y unas horas de fraternidad asegurada.

Por una parte, la ruta de las tapas llena unas horas muertas y a su vez, anima el ambiente.  Pero Mahón, va más allá –el resto de Menorca, no difiere-.  Va más allá o lo han hecho ir más allá.  Uno ya tiene diversidad a la hora de decidir sus rutas.

Si hasta ahora eran las tapas, actualmente tenemos la posibilidad de hacerse uno con la ruta  de los helados, por ejemplo. Podríamos empezar por la de Quadrado para, paseando por la explanada dirigirnos hacia la de Ses Moreres, y de allí, por sa Costa de sa Plaça llegaríamos a las dos de Bon Aire y la de Constitución. Y desde allí al puerto.  Pero el helado es mucho más caro y mucho más dulce.

Y endulzar la vida es lo que necesitamos, aunque no tanto el vaciar el bolsillo.  Por tanto hay que buscar otras rutas.  Y como no, las entidades bancarias nos ayudan a ello.  No en vano, las captaciones de nuevos clientes es una de las rutas que más beneficios brindan a  sus seguidores.

Pero antes que al banco, uno tiene que alimentarse por lo que pueda pasar.  No sea que nos coja el corralito y nos quedemos a dos velas.  Dos velas y con mocos.  Y para alimentarse qué mejor que tomar dirección al polígono industrial y ….., uno, dos, tres, ….., seis, siete…., supermercados.  Unos con la oferta semanal, otros si compra tres paga dos.  Y así, los yogures en el tercero, el queso en el segundo y el detergente en el quinto sin ascensor y con vistas a interior.

Y no estamos solos, no. Siempre está la banca vigilante. No en vano, el invento americano de la VISA controla nuestras idas y venidas, nuestros ocios y nuestras apetencias.  Los extractos de ella, al menos.  Pero las rutas también existen para ellas.  Se inició  hace ya unos años con los planes de pensiones.  Traiga su plan y llévese un obsequio al tres por ciento. Actualmente la banca sigue necesitando dinero y entre tanto parado, pensionista y jubilado, va en búsqueda de las nóminas. Traiga su nómina y llévese un televisor conectado a Internet.  Y de seguros. Traiga sus seguros y llévese otro tanto por ciento.

Y uno ya empieza a hacer sus cuentas. De la vieja, de la joven y de la mediana. Y las cuentas no fallan.  La infidelidad sale rentable.  Al menos, con la banca. Pero la banca –y a los banqueros- no les preocupa que usted o yo le seamos infieles.  El flujo es recíproco entre entidades.  Unos van y otros vienen.  Como la energía que se transforma.

Y las últimas en aparecer han sido las estaciones de servicio.  La gasolina y sus céntimos sanitarios, sus ambulancias y sus urgencias, también nos ofrecen algo menos por viajar sentado y al volante.  Una de ellas nos ofrecerá un descuento por cada litro consumido. Otras en cambio nos canjearán puntos por juguetes.

Hasta que uno se da cuenta que el único juguete es uno mismo que no hace más que bailar al son que se nos impone.  Las reglas que otros han escrito para nosotros. Y el porcentaje que se nos materializa por aquella fidelidad que hoy ya no existe, y en la que todos tenemos nuestra parte de culpa.  O ninguna.

PUBLICADO EL 24 MAYO 2012, EN EL DIARIO MENORCA.

INDIGNADO SI, PERO….


El pasado primero de mayo hizo veintiocho años que empecé a trabajar. En nómina claro.  Mi primer sueldo fue de setenta mil de las antiguas pesetas, lo que vendría a equivaler a unos cuatrocientos veinte euros si la calculadora no me ha engañado.  Y en lo público. Sin carnet de partido alguno, sin enchufe y tras pasar un concurso oposición.

Lo primero que  hice tras cobrar mi primera nómina fue comprar un  tresillo para mis padres.  Luego empezaba la larga tarea de ahorrar.  Necesitaba ahorrar si quería construir mi propia casa.  Por aquel entonces, las hipotecas rondaban el  diecinueve por ciento de interés y a su vez, el banco te ofrecía un diez por ciento para los depósitos a un año.  Eso sí, podía ahorrar porque vivía en casa de mis padres.  Y también podía ahorrar porque ellos nunca me pidieron que pagara mi manutención.  Y eso que éramos pobres, pero nos conformábamos con lo que teníamos.

Un SEAT 600, una casita construida por mi propio padre en una playa,  y la casita en Mahón.  Ni chalet ni piso, ni coche de cuatro puertas.  Los diminutivos estaban siempre en boca.  Pero sin deudas.

Mi padre también trabajaba en la cosa pública y ganaba mucho menos que cualquiera que trabajara en la empresa privada.  Y sin derecho a cobrar en negro, ni en gris ni en color de rosa.   El teléfono llegó a casa cuando llegó el momento de ir al CIR-14 y la televisión cuando ya hacía años que se había inventado.  Al estar en lo público no teníamos Seguridad Social y  dos mutuas -la MUNPAL y la Mutualidad Mahonesa- se hacían cargo de ello. Por la MUNPAL la jubilación la cobrabas según los años cotizados, con un claro reparto equitativo.  Más tiempo cotizado, más retiro.  La Mutualidad Mahonesa también se hacía cargo de tu seguro de enfermedad, previo tasa mensual.  Hospital municipal y los dos médicos de la empresa, hacían el resto, hasta que  la Seguridad Social empezó a agujerearse y el gobierno de turno decidió poner remedio.

¿Qué mejor remedio que tomar los activos de la MUNPAL y llenar el agujero de la Seguridad Social?.  Así, todos, pensionistas y activos, pasamos a engrosar la Seguridad Social tanto para las pensiones como para la asistencia sanitaria. Bien. Sí, bien pero no tan bien.  Resulta que con la fusión, rendición o como quiera llamársele, el seguro de vida que teníamos cotizado en la mutualidad desapareció y fue a llenar este inmenso agujero de la seguridad social de entonces.

Pero aquí no acaba el juego, no.  Con tanto funcionario que cotizaba, las arcas de la Seguridad Social volvieron a llenarse.  Con los años, los de la privada, fueron  muchos quienes por diversos motivos, acordaban un despido y vivían del chollo del desempleo durante años primero, y de los subsidios después.  Y las arcas vuelven a vaciarse.  Esto y unido a que muchos de los nuevos parados eran exigentes a la hora de encontrar un nuevo empleo, el gobierno de turno, volvió a decir la suya.

Y la suya fue la de autorizar que  viniera gente de otros países para trabajar en aquellos trabajos que los españoles no querían.   Y además, aumentar el número de cotizantes  en la Seguridad Social.  Y no acaba aquí no, el cuento.  A los funcionarios se les congeló el sueldo durante  muchos años.  
Y el extranjero llegó. Sin mujeres ni niños.  Y claro, para ahorrar y poder mandar dinero a su casa,  compartían piso entre varios compatriotas.  Hasta aquí todo correcto.  Todo correcto hasta que al dueño del piso se le encendió la bombilla.  Y vaya si se le encendió.   Si aumentaba la renta, el coste por personas siempre sería menor que si se arrendara a uno sólo.  Y así lo hizo.  Al español en cambio, aquel tejemaneje le salía tan caro, que le salía más rentable el hipotecarse y comprar un piso, que vivir de alquiler.

Y el banco, por aquello de la ley de la oferta y la demanda, también tomó cartas en el asunto.  Pasaron años y a los funcionarios no se les devolvió el dinero congelado, aunque a cambio se les redujo algunas horas y se les compensó con algunos beneficios sociales.  Y nada más.  Y además entró la competencia en la cosa pública.

El funcionario era el garante de que la administración actuaba correctamente bajo el mandato de la legalidad.  Eso es ahora y lo ha sido siempre.  Por algo será que los delitos cometidos por funcionario público están penados con mayor cuantía que cualquier otro trabajador.  Pero eso no gusta al gobierno de turno, que prefiere un funcionario dócil y sumiso a las directrices del momento. 

Se crean pues los funcionarios de empleo, que a diferencia de los de carrera, ocupan plazas de libre designación y son de plena confianza de quienes los han nombrado, y a su vez, se crean los patronatos, empresas públicas, gerencias y demás artilugios que se escapan del férreo control de la administración.

 Y poco a poco, el banco, el gobierno de turno, el casero, la picaresca del parado, todos, nos han arruinado.  Y lo ha vuelto a pagar el funcionario de turno.  El de carrera, vamos. Pero ahora ya no hay congelación que valga, sino que hay que echar mano del desprestigio, del insulto y como no, del recorte.   Pero aún así, no es suficiente.  La ayuda exterior no se anula, ni se anulan las dietas a los militares en  servicio de paz por tierras y aguas lejanas.  Calculen  lo que se ahorraría el Estado si todos los militares que están en el extranjero regresaran a España, y se sorprenderán.

Calculen también si las pensiones se cobraran a tenor del tiempo cotizado y no sólo del mínimo de quince o veinte años. Calculen también, porqué no, qué nos ahorraríamos si disminuyéramos el Congreso y elimináramos el Senado, y los parlamentos autonómicos, y los asesores y demás cargos de confianza. Y calculen las dietas por asistencia a tantos consejos de dirección y demás….

Calculen cuánto cuesta tanto traslado en aviones militares para visitas y demás eventos reales o imaginarios.  Calculen cuanto cuesta tanto besamanos y demás hipocresías de antaño. Y cuando lleguen al final de la suma, comparen si es necesario reducir en Sanidad o en Educación.

Y luego duden.  Y por curiosidad, investiguen los nombres de quienes están detrás de empresas privadas sanitarias. Investiguen nombres de empresas que pretendan hacerse cargo de hospitales públicos.  Investiguen posibles relaciones familiares de éstos con nombres de políticos.  Y no se sorprenderán.

Indignado, si.  Pero no de ahora, sino de siempre.  Indignado porque lo que ocurre ahora, ha ocurrido muchos años atrás, y nadie, absolutamente nadie, de los hoy llamados indignados, había protestado.  Ya lo escribió Luis de Góngora en su “Ande yo caliente”.  O  Fray Luis de León en su “Oda a la vida retirada”.  U Horacio, antes incluso,  en su “Beatus Ille” .

Y ríase la gente.

PUBLICADO EL 15 MAYO 2012, EN EL DIARIO MENORCA.

JUSTICIA IGUAL PARA TODOS


Cuando en la víspera de Navidad, el jefe del Estado entró en según qué hogares  y vino a decir   aquello de que la justicia era igual para todos, se ganó  la portada en los medios y  el aplauso de los vasallos quienes, a pesar de los pesares, siguen necesitando de una monarquía que los guíe en lo universal y en lo divino.

Han pasado pocos meses de aquel titular y la jefatura del Estado no ha ganado enteros, sino todo lo contrario.  El safari en tierras lejanas ha vuelto a abrir una brecha entre éste y el populacho cada vez más sometido a los poderes económicos.  El real yerno tampoco ha opositado por la labor. 

Otro grupo de ciudadanos, quienes no rinden voluntaria pleitesía ni vasallaje al jefe del Estado, no se asombraron  por los titulares ni por los aplausos.  No podía ser de otra forma. ¿Se imaginan que el jefe del Estado pidiera un trato especial para su real yerno?  Como tampoco podía ser de otra forma, que tras la instrucción correspondiente, salieran a la luz algunos entresijos oscuros que nada favorecen ni al yerno, ni a la monarquía. 

Las lealtades tienen que ser recíprocas.  ¿Acaso alguno cree que aún existen personajes como el general Armada, que al no autorizársele el desvelar una conversación privada con el jefe del Estado, éste no la usó para  su defensa en el juicio del  23-F?

Y tampoco nos extraña cuando estos días inundan los titulares de un posible pacto entre  imputados en la trama y la fiscalía.  Como tampoco nos extraña los rumores de un siempre presunto precio puesto al silencio.  Y es que las lealtades deben ser recíprocas.  Y no lo fueron cuando uno permaneció en silencio en la primera comparecencia judicial y el segundo descargó lo habido y por haber contra el primero. Y la estrategia fue buena –de quien guardó silencio, claro-, jugando  a verlas venir.

En aquel momento, la justicia empezaba a ser igual para todos. Pero aún queda mucho camino por recorrer.  Y aunque muchos difieran, la justicia sigue siendo igual para todos –al menos, hasta este momento-.  El pacto entre los acusados y la acusación es el pan nuestro de cada día.  Es como si los recortes hubieran empezado por el Código Penal en vez de en  las nóminas de los funcionarios.  Y recortes, exagerados.

Lo vemos en las secciones de sucesos. El primer día de cualquier juicio el titular es muy claro.  El  fiscal y la  acusación solicitan entre seis  y ocho  años de prisión.  La defensa la libre absolución.  A la mañana siguiente el titular ya es un saldo.  Tras el acuerdo, los acusados son condenados a dos años de prisión  a la que no ingresarán al carecer de antecedentes.  Y esta también es la justicia que el jefe del Estado pudo pedir en su discurso de Nochebuena.

Y si no nos alarma el que un traficante de drogas quede impune, o que un chapucero con cuarenta y tantas detenciones deambule noche si y noche también, no nos debe alarmar que presuntos vividores del dinero público, puedan quedar de rositas en la calle, por esta misma justicia  a la que tanto  abogamos.

Y en cambio, lo que sí nos debería alarmar, no logra nuestra mínima atención. Es más, seguimos defendiendo una institución como menos, retrógrada.  Como diría alguno, una institución contra natura democrática.  Y eso, que ni la democracia es perfecta.

Y por eso mismo, porque la democracia no es perfecta; porque la justicia siempre es interpretable, y porque el poder así lo quiere, muchos a los que nos encantaría ver entrar en la prisión, permanecerán en exilios dorados, sufragados por nuestros impuestos y con la altivez que presuntamente les acompaña. 

Ah!, pero no se retrase en satisfacer sus impuestos, que del recargo no se libra ni el rey….. de oros.

PUBLICADO EL 10 MAYO 2012, EN EL DIARIO MENORCA.

DÍGASELO CON CITAS


El pasado domingo, cuando me encontraba presenciando el espectáculo musical Xoroi del maestro Antoni Pons Morlá, que el Cor Illa de Menorca representaba en el Orfeón Mahonés, me vino una  reflexión unísona con el Coro, cuando la romanza de la escena quinta del Sultán y el Coro de prisioneros.  ¿Cuál hubiera sido el destino de nuestra Menorca si aquella llamada  “bona gent catalana” no hubiera aparecido por nuestra tierra?.  Y podemos extender la pregunta a tiempos incluso más cercanos. ¿Cuál hubiera sido nuestro destino si hubiéramos continuado perteneciendo a los ingleses?.

Las preguntas giran alrededor de una identidad. Giran también alrededor de otra realidad, la actual.  Me inspiró también un comentario on-line de alguien que desmontaba un mito :  ¿Salir del euro o salir de España?.  Y uno añade, ¿seríamos capaces de una autarquía al más puro estilo de la España  de los años cuarenta?  Y puestos a preguntarnos idioteces, ¿por qué no preguntarnos si seríamos capaces de prescindir de nuestros políticos?.  Nuestro subconsciente al menos, sí.

O al menos, lo intenta.  Y si la ayudamos, mejor.  No tengo negro quien me escriba los artículos, pero a veces recurro a la ayuda de esta red que, entre mentira y mentira, deja dicha alguna verdad.

Y es que desde que descubrí las tres columnas de la oratoria, uno va más que sobrado. ¡Imagínense éstas en poder de los políticos!.  Pero hoy han sido las citas de célebres políticos quienes me ayudan a resolver el enigma que ellos mismos han creado. Un power point que circula por la red, me dio las primeras pistas.  Luego de pasar la criba por la máquina de la verdad –no todo lo que corre, nada y vuela puede ir a la cazuela-  me cito con Winston Churchill y no me habla ni de sudor ni de lágrimas, pero me recuerda que para él, “una nación que trate de lograr más prosperidad a base de impuestos es como un hombre metido en un cubo y tratando de elevarse tirando del asa”.  Una sonrisa se me escapa. Me imagino la escena y no puedo evitar evocar la vez que puse en práctica una táctica de evasión cuando era víctima de una bronca. 

¿Aunque sea temporal?, añadiría si pudiera devolverle la cita.   Pero me doy cuenta que los políticos actuales también leen citas.  Me figuro a Esperanza Aguirre leyendo una cita de  Churchill, aunque algunos también se la atribuyen a Edward Langley, en el sentido de que “lo que este país necesita, es una mayor cantidad de políticos en el paro”.   Y me la imagino cuando propuso que se eliminaran todas las autonomías y sus gobiernos, y sus parlamentos, y….  Y es que Churchill decía mucho. Incluso llegó a decir que “los españoles son vengativos y el odio les envenena”. ¿Tan bien nos conocía?. ¡Y eso que se olvidó de llamarnos envidiosos!.

Pero los hay menos conocidos.  O al menos anónimos para nosotros. O nosotros mismos. “Cuando la mitad de la población llega a la conclusión de que no necesita trabajar porque la otra mitad va a cuidar de ella, y cuando la otra mitad llega a la conclusión de que no vale la pena trabajar porque otros van a disfrutar de su trabajo, estamos ante el principio del fin de la nación”.  ¿En qué mitad milita uno? ¿Superamos ya la mitad?.

Y Voltaire nos hecha un cable: “Es peligroso tener razón cuando el gobierno está equivocado”.  Pero James Bovard le coloca la guinda, cuando propone que la “democracia debe ser algo más que dos lobos y una oveja votando qué van a comer”.  Y le añadiría, que sí, que la democracia es más que dos lobos,  en España casi dos decenas y aumentando.   Aunque eso sí,  con reformas en el horizonte.  Adrián Rogers ya lo intuyó en los años treinta, con aquello de “lo que una persona recibe sin trabajarlo…., otra lo trabaja sin recibirlo”.  ¡Cuántas jubilaciones quedarán en saco roto!.

George Bernard Shaw parece que ya había vivido nuestro presente, al dejar para la posterioridad aquello de que “un gobierno que robe a Pedro para pagarle a Juan, siempre dependerá del apoyo de Juan”.  ¿Porqué nos sonarán algunos nombres de banqueros?.  ¡Y eso que hacen obras solidarias!.  Y es que también lo citó Douglas Casey,  en “la ayuda exterior es como una transferencia de dinero de los pobres de los países ricos a los ricos de los países pobres”.  En este momento es cuando me viene a la memoria el caso Urdangarín que ofrece declararse culpable para evitar ir a la cárcel. ¡Como si los inocentes entraran en ella!. ¡Si ni entran los culpables!.

Ya lo decía Voltaire  cuando dejó para la posterioridad que “en general, el arte de gobernar consiste en quitar la mayor cantidad posible de dinero a una parte de los ciudadanos para dárselo a otros”, y podría haber añadido que si no lo hace el gobierno, lo harán los familiares de éstos, y si no de las altas instituciones del Estado. 

Dígaselo con flores y  con citas…, con cactus más bien, y de los que pican y dejan la superficie hecha un colador….
Y como se decía en Xoroi, “dels hiverns fa primaveres…”,  añadiría el político citólogo “ de les tardors fa hiverns…”.

¿Salir del euro, salir de España, volver a la cultura árabe, devolver las cuatro barras a Catalunya…., o esperar que venga un país sudamericano y nos expropie?.  Ya lo dice el refrán : “De moliner barataràs, però de lladre  no en sortiràs .


 PUBLICADO EL 3 MAYO 2012, EN EL DIARIO MENORCA.