PANEM ET CIRCENSES


… iam pridem, ex quo suffragia nulli uendimus, effudit curas; nam qui dabat olim imperium, fasces, legiones, omnia, nunc se continet atque duas tantum res anxius optat, panem et circenses.
(Juvenal, Sátira 10.77–81)


Estén ustedes tranquilos que no es que la máquina se haya vuelto loca, ni tan siquiera es la visita de un duendecillo de la imprenta.  Podría ser un acto de pedantería de quien esto escribe, pero no es mi estilo.  “Pan y circo” escribía Juvenal, en su Sátira X,  como la costumbre de los emperadores romanos de regalar trigo y entradas para los juegos circenses como forma de mantener al pueblo distraído de la política.

Y dos mil años después, nuestros mandatarios toman nota y nos dan “pan y futbol” .  Incluso nuestro presi  se dirige a Del Bosque y le pide que “La Roja”” nos de una alegría en estos tiempos tan difíciles.  Lo que por seguro no se esperaba nuestro presidente es que Del Bosque le contestara “que no creía que ganar la Eurocopa fuera la solución para España”. 

Y efectivamente la solución la aporta otro miembro del partido en el Gobierno. Solución o parte de ella.  Esperanza Aguirre en una de sus famosas arengas hacia la audiencia, sostiene que el ahorro tiene que empezar con el ejemplo de los propios mandatarios. Y no se queda corta, no. Y para ello, la muy popular, propone reducir drásticamente el número de poltronas en las asambleas. Y con ello, el gasto público.
Pero no, Esperanza se queda sola en el intento de abaratar costes al Estado.  Al menos, cuando estos recortes saldrían ya no del bolsillo del contribuyente, sino del político.  Y ha conseguido más.  En una jornada ha conseguido que tanto populares como socialistas mantengan idénticas posiciones respecto a la propuesta. Un “no” rotundo, y a la vez unánime.

También es cierto que podría haber sido más tolerante y sólo sancionar a los diputados que no cumplen la jornada laboral en sus asientos.  Pero tampoco hubiera cuajado.  Pero al menos, ha encendido mecha.

O el pan, o el circo. O ambos,  porque durante unas jornadas los españolitos de a pié, cargábamos mente y mano contra sus señorías apoltronadas.   Por unas jornadas nadie entendía de crisis, de paro ni demás cuartos y enteros, y encarrilaba sus protestas contra tanta ostentación  de poderío.  Los banqueros también estaban en el punto de mira y las ayudas en forma de rescate financiero daban la estocada mortal.

Pero España resiste los embates como nadie.  El presidente de la cosa judicial también entraba en entredicho y nadie del Gobierno abría boca para decir la  suya.  Y es que tanta independencia no da para tanto. O sí. O demasiado.  Para otros, claro.

Si fuéramos sumando localidad por localidad, comunidad por comunidad, muchos serían los dineros que revertirían en el estado económico y no habría necesidad de tanto punto, de tanta deuda, de tanto regalo.


Pero esto no vende, al menos para alguno de los algunos.  Y en esto vuelven a coincidir tanto uno como otros.  Sanidad, educación, dependencia y demás sujetos conceptuados como  del bienestar  social, sí.  Y el pan y el circo estaban servidos.  Al menos no era todo futbol.  Ni baloncesto, otro que tal.

Y las voces se acallaron.  Esperanza enmudeció por sus propios.  Y los demás apoltronados respiraron tranquilos.  No eran tiempos de levantar liebres.  La siempre presente Constitución y el siempre presente temor a dañar a la monarquía impedían –escudaban más bien- cualquier reforma.

Y la hipocresía.  Hipocresía, miedo más bien, de tener que hacer otro llamamiento a las urnas.  Miedo a que el votante deje de serlo, o cambie el sentido.  Miedo a que los “por defecto” votaran “por desafecto”, y estos ya son multitud.

Pan y fútbol primero.  Vacaciones veraniegas después. Y el otoño.  Otoño…  En el circo, actuando, y con los leones hambrientos.  De las Cortes, claro. De su interior, vamos...


P.D.
Como la pedantería no es buena consejera, y dado que en Wikipedia –donde he consultado el origen de la misma- se exponían ambas versiones, aquí va la traducción del retazo de la Sátira X de Juvenal :Hace ya mucho tiempo, de cuando no vendíamos nuestro voto a ningún hombre, hemos abandonado nuestros deberes; la gente que alguna vez llevó a cabo comando militar, alta oficina civil, legiones— todo, ahora se limita a sí misma y ansiosamente espera por sólo dos cosas: pan y circo”.
¡Y para que luego digan que no hemos aprendido de la historia!.


PUBLICADO EL 21 JUNIO 2012, EN EL DIARIO MENORCA.

UN RESCATE CON CENSURA.


“Los sabios hablan porque tienen algo que decir. Los tontos hablan porque tienen que decir algo”    (Platón).

El  pasado sábado el café vino con sorpresa.  El azucarillo se recreaba con  la frase de Platón que inicia el escrito.  Parecía como si el acontecimiento de que España estaba intervenida abriera  el abanico de comentarios.  No más lejos.  España oficialmente no estaba intervenida.  Oficiosamente ya lo estaba desde el verano pasado cuando Zapatero dio un viraje a sus políticas económicas y preparaba la entrada de Rajoy a la Moncloa.  Pero entre unas y otras, lo cierto es que no es el Estado sino el capital español quien está intervenido.

O rescatado, como prefieren llamarlo.  Lo que uno ya no entiende, es qué tiene que ver el Gobierno con el rescate de los bancos.  Seguramente mucho. Todo. ¿Serán los bancos los testaferros del Gobierno?.  Para quien  como yo, que habla por hablar, esta actuación parece más chapuza que solución.  La realidad económica es que el dinero no circula, y nada más.  Y no circula porque no hay confianza.  ¿Cómo pretenden los bancos que el dinero circule si no hay quien pueda gastar?

Con e dinero ocurre lo mismo que con la circulación sanguínea.  Si el corazón no bombea la sangre, si las venas y arterias no la transportan de un lugar a otro, el cuerpo fallece.  Si los bancos no obtienen rentabilidad no invierten. Si no hay seguridad, tampoco.  Así las cosas de no producirse una buena circulación monetaria, la economía se nos va al carajo.  Y con la economía todo lo demás.  Tan sencillo y tan complicado.

El rescate de los bancos lleva el aval del Gobierno, del Estado y de los ahorros y futuros impuestos de por vida de todos nosotros. Pero los bancos no soltarán dinero a la ligera, no. Prestará al Estado y a las Comunidades Autónomas, invertirá en productos internacionales, y poco más.  El mercado interno no da confianza.  Y ahora mucho  menos con la filosofía de “trabajar más y ganar menos”. 

No se crea empleo, no se gana lo suficiente y todos con la amenaza de la suspensión de pagos en la nuca.  ¿Cómo pretenden que sin dinero y sin trabajo, las familias inviertan en el consumo?

Y es que la crisis no es una, son varias.  La de los mercados, la del Estado y la del capital.  Y Europa nada ha ayudado para evitarlo.  Las políticas nacionales han primado más que el concepto mismo de Europa.  Y así nos va  por  no haber sabido  maniobrar a tiempo.

Una retirada a tiempo suele ser una victoria.  Europa y su euro nos engatusaron desde un principio.  Y nos engatusaron  tanto que no supimos salirnos a tiempo. Y tampoco está en nuestros planes futuros el marcharnos por la puerta de atrás.  O por  la principal.  O simplemente dar un portazo.  O un simple puñetazo sobre la mesa.  Porque para ello, se necesita orgullo.  Y eso, también lo perdimos por el camino.

Orgullo.  Orgullo de ser español.  Orgullo de ser diferente.  Orgullo de ser como somos, ni más ni menos que otros.  Pero no.  Nuestra circulación ya no sería sanguínea sino de horchata.

Prestigio. Tampoco tenemos prestigio en el exterior.  Nuestros gobernantes nos la finiquitaron cuando tanto proceso de corrupción apareció en escena. Y siguen apareciendo.  ¿Qué confianza, que credibilidad podemos dar al exterior, si en el interior estamos divididos?.

La ayuda o rescate a los bancos españoles es similar a aquellas imágenes que nos llegan de los camiones y demás bártulos de ayuda humanitaria que llegan a las tierras del África más pobre.  Con los saqueos, con las mafias que se lo reparten, con la hambruna que continúa mientras los señores de la guerra hacen su agosto.

La intervención nos enseñaría a cultivar la tierra,  a recoger y preparar la simiente para la próxima cosecha.  Pero para ello, la intervención debería ser desinteresada e intervencionista.  Una colonización, vamos.

Como cuando los ingleses nos conquistaron y permanecimos leales a su graciosa majestad.   ¡Cuantas veces podríamos reescribir la historia!.

Y un rescate con censura.  ¿Quién se atreverá a hablar del Menorca Básquet? ¿O del Mallorca?.  Y eso también son dineros…., muchos dineros.

Ya lo dijo Platón.   Tenía que decir algo.

PUBLICADO EL 14 JUNIO 2012, EN EL DIARIO MENORCA

TRANSPARENCIA IGUAL A CONFIANZA


Confianza es una de estas palabras que si no existieran  habría que inventarla. Y no tan sólo inventarla sino que practicarla.  A la transparencia, le ocurre el efecto antagónico.  Y no es que tengamos que erradicarla, sino todo lo contrario. 

Declararla  en peligro de extinción, al menos.  Y propiciar  su uso, su costumbre, su necesidad.  Es más, su obligatoriedad.  Lo que antes venía en llamarse “luz y taquígrafos” hoy en día brilla por su ausencia.   Los mercados hablan de confianza o falta de ella, los electores han perdido hasta la fe en sus representantes; los afiliados sindicales otro tanto, y no digamos ya los clientes de las entidades bancarias.   Y es que si viviéramos virtualmente muchos seríamos quienes nos pondríamos en off a la espera de tiempos mejores.

Esta vez el epitafio  de que “entre todos la mataron  y ella sólo se murió” no cuela.  No cuela porque muchos son los que, en mayor o menor medida, están matando el hasta ahora estado de bienestar, la gallina ponedora de huevos de oro.  La crisis y la sumisión del poder político al poder económico y alguno más, provocó que las cosas empezaran a ir mal. Muy mal.  Tan mal que aún no hemos tocado fondo. Y eso que de fondos, hay.  Cayendo y acelerando a pasos forzados.  Y sin soluciones a la vista. Sólo recortes y más recortes.  Recorte o más por viernes y no trece.  Y uno vale, dos también, pero el enésimo segundo, crispa los ánimos.

Y sin transparencia, más.  Y sin confianza, no digamos.  ¿Tan difícil es salir al ruedo y decir las cosas por su nombre?  No es de recibo el mantenimiento de un Senado cuando recortan ayudas sociales, presupuestos sanitarios y calidad educativa.  Ni tampoco es de recibo que la cantidad que se reduce en sanidad y educación vaya a Bankia.  Y no es de recibo  que el Gobierno impida que se investigue posibles irregularidades en el entorno de Bankia. Y menos aún cuando la fiscalía abre una investigación al mismo por posibles hechos constituyentes de ilícito penal.    Y eso que aún no se ha abierto la veda bancaria. 

Tampoco es de recibo que a un presidente de un organismo judicial se le acuse de gravedad y éste no de públicas explicaciones ni que nadie reclame transparencia en las actuaciones.

Da la sensación de que el método es de matar mosquitos a cañonazos, como los doscientos mil euros –como mínimos- gastados para mejorar la imagen del rey en un acto castrense, mientras a los soldados se les hacen pagar la mitad del rancho y se les congela las nuevas incorporaciones.  Y las dietas que se van  hacia Afganistán y demás misiones con adjetivo humanitario.

Tampoco es de recibo que por Internet naveguen centenares de mensajes  con datos relativos a políticos y sus familiares, sus negocios ligados con empresas sanitarias, educativas e incluso de defensa, bancarios y demás habidos y por haber, y nadie, ningún político, ningún dirigente, incluso ningún otro poder independiente del Estado de Derecho, sea capaz de coger el toro por los cuernos y decir aquella frase, tan tranquilizadora, tan eficaz en según que momentos, de “¡No es cierto!”.  Pero no, nadie desmiente nada. Nadie contradice nada. Nadie investiga. Todos callan.

Nadie afirma nada.   Al menos nadie mete la pata ni habla demasiado.  Pero también el dicho,  sentencia: “quien calla, otorga”.  Y en estos casos, resta confianza y otorga muchas respuestas no verbales. 

Uno mira a su alrededor.  No ve ni hilos ni guantes que lo maniobren a uno, ni al prójimo subido en estrado, pero los ojos, aquellos esquivos traidores de uno mismo, delatan.  Son testigos de cargo aún no imputados.  Y tal vez,  nunca lo lleguen a ser.  No es fácil probar.  No es fácil ser justo.  Y mucho más difícil es descubrir las verdades de Estado.  Al menos, los historiadores, los escritores y los periodistas tendrán su empleo seguro.  Al menos su transparencia nos dará cierta confianza.  O aún más desconfianza.

PUBLICADO EL 8 JUNIO 2012, EN EL DIARIO MENORCA.

MENSAJES CLAROS Y CONCISOS


Atención, estos parasoles no deben  utilizarse durante los desplazamientos. Solo se deben utilizar cuando el vehículo esté detenido”. Este era el aviso, tal cual venía escrito en la hoja que acompañaba el producto.  ¡Para que luego digan que los españoles no leemos las instrucciones!  ¿Acaso el fabricante tenía miedo que algún zoquete condujera su vehículo con el parasol desplegado en todo su parabrisas?.

Pues parece que sí.   O al menos quiere resguardarse de alguna demanda judicial por los perjuicios causados si se diera el caso.  ¿Acaso creen ustedes que las cajetillas de tabaco llevan la leyenda de que “fumar mata” para avisar a los fumadores? Para eso, mejor sería no venderlo.  Pero no, el fabricante, el importador, el vendedor, quiere, necesita vender el producto, aunque mate.  Lo que no quiere el fabricante, el importador, el vendedor, es tener que pagar indemnizaciones porque algún avispado usuario, o un familiar de lo más apenado, recurran a la justicia para cobrar alguna  indemnización.

Y hay muchos mensajes curiosos.  Otro de ellos es el que aparece en los envases y en los prospectos de los medicamentos.  “Mantener fuera del alcance y de la vista de los niños” Y uno se pregunta, ¿cómo dar la medicina a un niño con fiebre si tiene que permanecer a una distancia del mismo que no la pueda ni ver ni alcanzarla?. Sin duda, el comentario riza demasiado el rizo.

Y este rizo me traslada a una anécdota que tuvo lugar hace muy pocas fechas.  Tan pocas que aún reconocería la faz de la persona que provocó la misma.  Mujer de unas setenta primaveras, lustro más lustro menos, entra en una oficina de la administración pública acompañada de un perro de talla diminuta.  Cuando se la atiende, deja el perro suelto a su libre albedrío.  La funcionaria de turno, como si no quiere la cosa, con toda la educación, modales y paciencia habida y por haber, le sugiere sacar el perro, argumentado además  de que en la entrada hay un letrero prohibiendo la entrada de perros.  La mujer, setenta y tantas primaveras, sin rubor alguno, espeta de que no.  Y añade, que el perro no se ha enterado ya que no sabe leer.

¡Faltaría más!. ¿Se imaginan a un perro que supiera leer? ¿Y jugar al dominó? ¿Y consultar el saldo del banco por Internet?. Pues por lo visto, aquel chucho peludo era un analfabeto con todas las letras.  Y su dueña, pues para unos, una dulce ancianita. Para otros, una incívica ciudadana.  Y para el resto, una persona con mala, muy mala educación. 

Y esta anciana de setenta y tantas primaveras, es el ejemplo del usuario a quien iba dirigida la advertencia del parasol.  La administración deberá tomar nota y señalizar adecuadamente los sitios donde ya no es que no puedan entrar los perros, sino que los mismos no podrán entrar acompañados de sus amos. ¿O será al revés?

Y ahora es cuando alguien alza la voz  y clama contra los abusos de la juventud.

PUBLICADO EL 4 JUNIO 2012, EN EL DIARIO MENORCA.