EL BALANCE QUE NOS QUEDA

Al final de un ciclo se suele pasar balance. Así, al finalizar el curso académico el trabajo del alumno es valorado y puntuado. Las empresas suelen realizar el balance al finalizar el año natural y preparan los libros para rendir cuentas con Hacienda. Ni que decir que si en los años de bonanza económica oficialmente el balance solía ser regular, no digamos como se prepara el actual. Y es que ya se sabe del dicho, que quien no llora no mama.

Pero para quienes hace años que hemos dejado de mamar, para quienes por mucho que imploremos seguimos siendo para Hacienda la clase productora en cuanto al pago de los impuestos, y el consumidor final en cuanto a las desgravaciones –o al revés, o todo lo contrario- no nos queda otro remedio que hacer un balance virtual. Y digo virtual como podría decir estético, emocional, o cualquier otro calificativo apropiado para estas fiestas navideñas con toda su magia, parafernalia, ilusión, ensueño, fantasía, delirio colectivo….

Sin duda el balance particular de cada uno variará según haya sido particularmente el suyo. Y es que este año 2011 que finalizamos, se las trae. Ha sido un año completo, completísimo. Un año con plenitud de crisis y de elecciones. Dos tazas por si no queríamos caldo. Relevos institucionales al cien por cien, y un cambio de chip que nos hará borrar aquella sensación de túnel sin luz o de pozo sin fondo. Pero eso es mañana. Hoy toca añorar lo bueno, bonito y caro que aún hemos disfrutado.

El hoy, el presente en el que siempre vivimos, es el que nos ocupa el balance, en la mirada atrás, en la mirada de estos trescientos y tantos días rebobinados. Otros trescientos y tantos días más uno, nos esperan para el próximo balance. Y luego ya rendiremos cuentas con el fisco, con el casero, con el tendero y por qué no, el banquero; pero eso ya es futuro, incierto tal vez, como suele ser por definición, como toca ser por necesidad de superación misma.

Y el morbo también ha hecho entrada en nuestros domicilios. Y suerte de él. Las noticias que nos han acompañado durante las últimas semanas del año, nos han alentado a percibir que la crisis -ya no tan solo la económica- también afecta a aquellos personajes que aún se creen llamarse aristocracia, a quienes habitan en los castillos de naipes que cada uno va construyéndose en este mundo virtual del espectáculo de la vida, a los que viven del negocio rosa de la comunicación, a todos quienes de una forma u otra, vagabundean por la sociedad de consumo y de espectáculo.

Y este morbo suple las penurias pasadas y venideras. O al menos, necesitamos escudarnos en esta suplencia a fin de evitar colapsos en las consultas de psicólogos y psiquiatras. O en la de curanderos, sanadores y adivinadores. O de más secretas existencias….

Y las luces… Renovadas, ampliadas y embellecedoras. Y el ambiente colapsado de idas y venidas. Y la ilusión de los más inocentes pequeños. Y el viaje de un tren iluminado circulando y abriendo camino por donde nunca antes había existido tanta ilusión. Y la venida del cartero real. Y…. Y el cambio, ya no por el cambio mismo, sino por la necesidad de cambio. Todo.

Todo contribuye a que conjuguemos pasado con una infancia ya escapada y añorada. Y más pobre, pero más inmensamente feliz. Nos faltará el personaje “d’en Bernat”, nos faltarán otros personajes peculiares, nos faltarán muchos recuerdos, muchas añoranzas, muchos corazones….

Y nos sobrará ilusión, deseo, espíritu de superación. O resignación. Quien sabe. Al menos, si sufrimos, existimos. Si nos quejamos, existimos. Y si nos resignamos, también. Y el balance está ahí. En standby. Negativo tal vez, pero balance, al fin y al cabo. Con nombre, apellidos y una dirección fiscal.

Un número más para Hacienda. Un número más para los bancos.
Una alma, un corazón, una mente, para el resto.


PUBLICADO EL 31 DICIEMBRE 2011, EN EL DIARIO MENORCA.

LECCIONES, LAS JUSTAS

Más de siete millones de españoles y asimilados delante de los televisores. Otros, a la mañana siguiente leyéndolo o visionándolo por Internet. La mayoría, acorde con el mensaje y con las reacciones. Un servidor, cada vez más escéptico.

Escéptico con el mensaje y con las reacciones. Todo oído y toda vista pendiente del yerno real. Y el real suegro, sabedor de ello, no desperdició ni la oportunidad ni el momento de entrar en nuestros hogares y dejar las cosas claras. Al menos, oficialmente hablando.

La justicia es igual para todos. Sí, pero como con Hacienda, unos más que otros. No es de recibo que cinco años atrás se le apartara de sus negocios y nadie acusara a nadie. No es de recibo que en esta España con cinco millones de parados, se incorpore un consejero a una empresa de telefonía con el único mérito de así desearlo el máximo titular de una de las instituciones del Estado.

Un sueldo de envidia. Un sueldo de más de un millón de euros anuales a los que hay que añadir los gastos por viajes, casa, colegios y seguridad, que como es lógico, no lo satisface el consejero. Al menos, de su bolsillo. Y la justicia sigue siendo igual para todos.

Ahora toca salvar a la monarquía. El artículo 56 apartado tercero de la Constitución Española lo deja bien claro al mencionar que su persona es inviolable y no está sujeta a responsabilidad. Su familia, por consanguinidad como por afinidad, no entra en el apartado. Es hora pues, que cada palo aguante su vela, y que cada uno asuma sus responsabilidades.

Y una de ellas, el discurso. Discurso y su entorno. No tan solo lo que se dice, lo que no se dice, como también el escenario en el que se dice. Las siempre menciones al terrorismo, al paro, a las corruptelas –este año más que nunca- y a la necesidad de unidad. Y en la puesta a escena, tampoco faltó la fotografía de rigor. Una fotografía junto a los señores Rodríguez y Rajoy. ¿Un antes y un después? ¿Un canto a la unidad? ¿O simplemente el papel mediador y reconciliador de la monarquía?

Sin duda, tras treinta y seis años de cotización en la jefatura, otros muchos de aprendiz, y de salir airoso de aquellos secretos de una noche de febrero, no será el presunto caso Urdangarín el que ponga entre las cuerdas a nuestro monarca. Ni a la monarquía. Y sobre todo cuando la alternativa a ésta, tiene peor credibilidad.

¿Se imaginan una tercera república española presidida por el señor Rodríguez, Zapatero para más señas? ¿O por el camarada Alfredo? ¿O algún otro, como Iñaki Antigüedad? Visto lo visto, la mayoría votaría por una tercera república presidida por don Juan Carlos de Borbón, pese a todas las incógnitas que siempre le acompañarán en la historia inmediata.

Negar la mayor no es la solución. Como tampoco lo son las informaciones de diferencias en el seno de la misma. Una solución podría ser la de separar el concepto de la Familia Real del concepto de la Jefatura del Estado. Así, don Juan Carlos de Borbón continuaría siendo Rey de España y por tanto titular de la jefatura del Estado, pero su familia permanecería ajena a toda representación, honor y privilegio institucional. Sólo así, la ley, la justicia, serían iguales para todos. O para casi todos - siempre habrá que recordar el apartado tercero-. ¿Acaso la esposa de Rajoy hará funciones de presidenta del Gobierno? ¿Acaso las hijas de Zapatero representaron a su padre en algún acto oficial?

Modernizar el Estado implica cambios. Superar crisis, también. Y como bien dijo en su mensaje de Navidad, de que no tenía ninguna duda de que los españoles sabremos estar a la altura de los tiempos, es momento pues de modernizar muchos conceptos anacrónicos, adaptarlos a las circunstancias actuales y de arrimar todos el hombro, para el bien de España, de los españoles y de las instituciones.

Y sólo con el ejemplo, se dan lecciones. Sólo con el ejemplo, se hace uno líder. Sólo con el ejemplo, se convence.

Bon Any 2012.


PUBLICADO EL 28 DICIEMBRE 2011, EN EL DIARIO MENORCA.

1 MINUTO 40 SEGUNDOS

Esténse ustedes tranquilos que el l título de hoy no se las trae. El tiempo al que hace referencia el mismo, no se refiere a ninguna carrera de fondo en el que el atleta haya dejado constancia de marca alguna –como por ejemplo la del camarada Alfredo- ni tampoco es la del aguante en el desenfreno de los sentidos –vaya parrafada para los de mente desenfrenada-. Sencillamente es el tiempo cronometrado en el que el flamante presidente del Gobierno español dedicó en anunciar la composición de su Gobierno.

Un minuto y cuarenta segundos sirvieron para enumerar uno por uno los trece ministerios y la vicepresidencia. Y punto. Ni uno más ni uno menos. Y de preguntas, pues gracias. El mensaje, claro. Clarísimo. Venimos a trabajar y a eso vamos.

Mariano Rajoy nos irá sorprendiendo poco a poco y a pasos agigantados. La composición del nuevo ejecutivo ya lo dice todo: pesos pesados del partido de probada capacidad y técnicos-políticos o políticos-técnicos que ya han estado en ministerios en etapas anteriores. Y un proyecto común, sacarnos de la crisis. Y otro proyecto, crear confianza. Y otro proyecto, crear seguridad jurídica. Y otro proyecto, arreglar los desaguisados. Y otro….

Separar el ministerio de Hacienda del de Economía ya tiene su significado. El ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas va a recaudar los impuestos y velará por el buen uso de los fondos, a la vez que mirará con lupa los gastos que salen de la caja pública. De esta forma no tendría porqué haber fricciones entre quien recauda y quien hasta ahora necesitaba gastar para aparentar lo que no se era y para satisfacer demandas no transparentes. Y la Economía asumida en el concepto de la Competitividad, todo un reto para lanzar el producto a la calle. Pero esto no basta, a no ser que el destino sea Europa, las Américas o África. También como no, faltará el consumo propio, y para esto hace falta mucha inyección y mucha confianza.

Un minuto y cuarenta segundos puede parecer poco. O mucho. En el caso que nos atañe, indiferente. De todos modos, Rajoy va marcando estilo. Lo hizo en su contestación a los representantes de las minorías vascas en el debate de investidura. Llamó cada cosa por su nombre. Dejó claro unos principios que todos –al menos, muchos- tenemos en nuestra mente. En una sola frase, dio un giro de ciento ochenta grados al concepto que hasta ahora teníamos de lo “políticamente correcto”.

A partir de ahora, decir las cosas por su nombre, empezará a ser también “políticamente correcto”. Tal vez fuera una señal de aviso. Una señal del nuevo talante. El destierro de la hipocresía del lenguaje político puede ser una señal de avance en cuanto a la ganancia de seguridad jurídica y de compromiso en cuanto a un nuevo concepto de Estado.

Y habrá muchos temas abiertos. Empleo, educación, derechos sociales, seguridad social, prestigio internacional, modelo autonómico y municipal, y un largo etcétera que se deberá reinventar y rediseñar con la participación de cuanta mayor parte de la sociedad quiera y pretenda participar.

Un minuto y cuarenta segundos siguen siendo pocos. ¿Cuántas horas se pierden en intervenciones inútiles y estériles, sin llegar a resultado alguno? . Y lo que nos debe importar no es el tiempo invertido sino el resultado obtenido. Y el mensaje.

Ya lo dice el refrán, “lo bueno, si breve, dos veces bueno”.

Bon Nadal y Feliç Any 2012.


PUBLICADO EL 23 DICIEMBRE 2011, EN EL DIARIO MENORCA.

MINORIAS DISCREPANTES

Los nuevos escaños ya van ocupándose y los nuevos inquilinos empiezan a rellenar su particular contrato de arrendamiento. En ellos ya presupuestan el bagaje que traen consigo y los electrodomésticos que conlleva inherente el arriendo. Así, el móvil, la tablet, las dietas y los cheques de viaje, hacen la vez de lote navideño o de fianza inversa. Y la firma ya se las trae.

Las anécdotas en la fórmula primero, las ya cansinas después del imperativo legal, ya han perdido protagonismo. Ahora incluso hay quien añade “y para conseguir mañana una constitución propia” y nadie es capaz de indignarse –sólo Rosa Díez ha sido capaz de levantar la voz- ante tal evidente falta de rigor y respeto a la ley.

La tolerancia e hipocresía ante tal desconsideración hacia el ordenamiento jurídico que de una forma u otra, la mayoría de los españoles nos hemos otorgado en democracia, no hace más que dañar la institución democrática misma. ¿Qué consideración le debemos al político –por muy democráticamente elegido que haya sido- que su fórmula implique una no obligación a lo legalmente instituido?. ¿Qué consideración y respeto democrático debemos a quien, abusando de la benevolencia democrática, utiliza métodos no democráticos para eludirla?.

Y es que etimológicamente la fórmula ya se la trae. El juramento ha quedado arcaico por las connotaciones religiosas, mientras la promesa aparece en auge, por aquello de hacerlo sobre la Constitución. Y no digamos si a esa le añadimos por el imperativo de la ley. ¡Y claro que prometemos o juramos porque la ley nos obliga!. ¡Faltaría más!. Y en caso contrario, que la justicia se lo demande, añadiría a tal fórmula.

Y hecha la ley, hecha la trampa. Y nunca mejor dicho, cuando el juramento o promesa se realiza en la fábrica de leyes. El término juramento implica –y eso lo dice la Real Academia de la Lengua Española- someterse solemnemente y con igual juramento a los preceptos constitucionales de un país, graves deberes de determinados cargos, etc. Prometer en cambio -lo dice también la misma Real Academia- sólo es obligarse a hacer, decir o dar algo, esperar algo o mostrar gran confianza de lograrlo. Y eso ya es intencionalidad manifiesta. Con dolo, dirán. Y con mucha culpa.

Puestos a oír sandeces y demás barbaridades, algún no tan lejano día, incluso puede que oigamos salir de las bocas de sus señorías, juramentos al más puro estilo de “juro por mi suegra” o “por la madre que le parió”. Juramentos o promesas que ocuparían más portadas en los medios de comunicación que de rechazos a sus pronunciamientos.

Y esta legislatura se presenta como la del ruido de las minorías. Y si no, tiempo al tiempo. Actores que renuncian públicamente a las dietas por aquello de sumarse enteros y así a los recortes –mientras resulta que viven, duermen y comen desde hace años en Madrid-. Otros que renuncian al ADSL, a la tablet o quien sabe si a los desayunos con croissant o sencillamente al plan de pensiones. Y estos también son minoría. Más minoría que el propio grupo mixto que crece más que la carta a los Reyes Magos de un corredor de bolsa.
Y las minorías seguirán siendo lo que son. Por culpa y gracia propia, y de los impropios. Mientras no se cambie la fórmula electoral, habrá minorías minoritarias. Mientras no alejen de sus posiciones miras personales, no lograrán el cambio de ésta. Y el ciclo de la serpiente se muerde la cola y el cascabel.

Y la mayoría es necesaria para gobernar. La mayoría también es peligrosa cuando es peligrosamente empleada. La minoría mayoritaria también es peligrosa por cuando es capaz de pactar con el diablo para conseguir metas que las urnas no les han brindado. Y más peligrosas son, cuando el diablo no jura y sí conjura.

Esta legislatura al menos, mantendrá alejado al diablo. Al menos, a quienes visten como tales. Algunos otros, ataviados con ropa de calle, seguirán dándonos algunos quebraderos de cabeza, estómago y bolsillo.

Y el 15-M ya no es noticia. El 15-M ya es historia. Ahora sólo faltará escribirla.



PUBLICADO EL 19 DICIEMBRE 2011, EN EL DIARIO MENORCA.

UNA CRISIS MUY REAL

Información, excusa, aclaración y desmentido. Y vuelta a empezar. A veces, cuando más se quieren disfrazar las razones de alguna acción determinada, es cuando más confirman lo que en principio querían negar. Es lo que viene a ser en lenguaje diplomático el desmentido confirmatorio. No está ni se le espera, dijeron desde la Zarzuela en la víspera del 23-F, en relación al general Armada. Ahora, la excusa era la crisis económica, por supuesto. La Casa del Rey recortaba presupuesto y se ahorraba las dietas de las Infantas, pero la excusa no coló.

Entre líneas, renglones y párrafos todos leímos lo que se tenía que leer. O sea, se protegía a la Corona de las salpicaduras mediáticas que pudieran derivarse de las investigaciones judiciales que se hicieran al yerno del rey. Y eso, todos lo hubiéramos entendido. También es verdad que muchos lo hubieran utilizado para ir contra la institución monárquica, pero lo uno no excluye lo otro. Quien esté a favor de un estado republicano lo estará haya o no haya motivos mediáticos o judiciales que le inclinen la balanza. Como así mismo, quien defiende la institución monárquica bien por principios o por descarte de otras opciones, no cambiará su opinión por una más de las anécdotas que poco a poco vamos conociendo de la monarquía y sus representantes.

Y menos lógico es aún que sean los propios servicios de la Zarzuela la que originan presuntamente la información y el posterior desmentido. No es lo mismo pertenecer a la Familia Real, que ser familia del Rey. Este era la opción más suave que se barajó. Las otras pasaban por la renuncia de la Infanta Cristina de sus derechos dinásticos y la otra por el divorcio de ambos.

Y Zarzuela sabe mucho de esto. Aunque no convence. Nos lo demostró cuando informó del cese temporal de convivencia entre la Infanta Elena y su ya exmarido. ¿Por qué no decir las cosas con su nombre? ¿Un cese de convivencia entre un matrimonio no es una separación, aunque sea temporal? Pero no. Parece que los asesores aún apuestan por un estado superior de la aristocracia sobre los plebeyos, aunque en los hechos demuestren que tienen las mismas tentaciones, mismos errores y virtudes que el resto de vasallaje.

Y es que la monarquía está institucional y judicialmente hablando, demasiado protegida. Hace pocas fechas un partido político de la capital mallorquina proponía que los presupuestos de la ciudad no se hicieran cargo de unos gastos que ocasionaba el Palacio de Marivent, y la propuesta fue rechazada. ¿Acaso pagará el ayuntamiento palmesano los gastos que ocasionen la estancia veraniega de un vecino del Molinar?

También es cierto que esta noticia, puede ser otro de los globos sondas de los muchos que suelen circular. Así, si de la investigación se derivara una imputación –siempre después de las fechas navideñas- el populacho vería lógico alguna reestructuración en cuanto a la composición de la Familia Real, aunque claro, todo fuera para recortar presupuesto y ajustar cinturones. O sea, en beneficio de las arcas estatales y de nuestros impuestos.

Y también es cierto que la noticia tiene doble lectura. Y es que si la monarquía disfrutara de mayor presupuesto para repartir entre sus familiares, no sería necesario que sus miembros y próximos se dedicaran a trabajar en empresas susceptibles de ser infectadas por algún virus, tan de moda en nuestros días.

Y también es verdad que los servicios secretos, los asesores, los “hombres del Rey” no debieron informarle en su momento de todo lo ocurrido, de adelantarse a los sucesos, o de prevenirlos. O tal vez, la inexistencia de éstos ha provocado lo otro. O la presunta y errática solución dada –el traslado de la residencia a los EEUU a la vez que Jaume Matas- no fue la más acertada. ¡Quien sabe si será motivo de la publicación de otro libro!.

Y es que de libros hay muchos. Muchos y variados. El último, el de Pilar Urbano, “El precio del trono” puede ser el inicio de una trilogía que se presente interesante. O simplemente el titulado “Un rey, golpe a golpe” de Patricia Sverlo. La polémica está servida.
Y para desmentir cualquier perspicacia que pueda producirse para con lo escrito y para con quien lo ha escrito, quien esto suscribe y dada la crisis económica, tan Real como se informa, se ofrece para efectuar cualquier representación de la Real Casa y a un módico salario –dietas a parte, claro está- . De esta forma, ambos saldríamos ganando.




PUBLICADO EL 12 DICIEMBRE 2011, EN EL DIARIO MENORCA.

DEL PUENTE AL ACUEDUCTO

Dice el refrán que “tanto fue el cántaro a la fuente que por fin se rompió”, y eso es lo que nos está pasando a los españolitos de a pié. Lograr terminar la jornada en la misma tarde del viernes para la mayoría de los trabajadores, fue un logro notable. Ahora, son muchos los que terminarán al mediodía de éste y aprovecharán cualquier ocasión para alargar este llamado “finde” algunas jornadas más.

Y si al finde le podemos añadir alguna fiesta de las de guardar, pues mejor que mejor. En tiempos de vacas flacas –no las de ahora, sino las de unos años atrás- aquellos puentes eran beneficiosos para todos. Las empresas paraban la producción durante unas jornadas y así el stock se normalizaba. Tampoco era coste añadido para el empresario ya que el trabajador guardaba o se le restaba aquel puente a sus vacaciones anuales y ambas partes salían favorecidas. Y el turismo también.

El turismo, el sector servicios y demás, también se beneficiaba. La gente, cuando aún tenía crédito solía aprovechar aquel puente para alguna escapada, como las antiguas semanas blancas de los escolares, y sin ir más lejos el famoso puente de la Constitución del año pasado con su caos aeroportuario tras la repentina “enfermedad” de los controladores aéreos- y ello favorecía a que el dinero se moviera, pasara de mano en mano, y quedaran donde siempre, en el bolsillo del que más tiene.

Este año pero, el puente se ha convertido en acueducto, aunque el agua no corra precisamente por sus conductos. Este año parece que jugamos al juego de la oca con tanta fiesta intercalada. Que si al martes y al jueves lo enganchamos con el lunes, el miércoles y el viernes, y con el primer finde y el finde último, nos quedamos con nueve días del que sólo perdemos tres. Un récord, vamos. Y eso parece que no ha gustado a los empresarios ni a los gobernantes.

La excusa es que la productividad se paraliza y la competitividad se pierde. ¿Desde cuando tenemos exceso de pedidos en nuestras empresas? ¿Acaso hay datos que no aparecen? ¿O simplemente es para no perder los pocos que se tienen?.

Y ya tienen propuesta. Y la propuesta es trasladar los festivos a los lunes. Así, aunque se junten tres días no laborables la maquinaría no se paralizaría por el camino. Todo bien hasta que aparezca un Viernes Santo a celebrar en lunes o el día de Todos los Santos a celebrar a últimos de octubre. Y no digamos si por esta misma razón, el día de Año Nuevo lo celebramos en la víspera de Reyes. Pero no, también han pensado en ello –es de suponer que en la nómina de este mes su complemento de productividad irá en aumento- y no quieren toparse con la Iglesia. Proponen trasladar sólo las fiestas civiles y no las religiosas, como si de civiles tuviéramos muchas…

Ahora bien, el gato está encerrado y es de color negro, gris o blanco, dependiendo de quien se lo mire, busque o encuentre. Resulta que la productividad del trabajador ha aumentado una media del cuarenta y dos por ciento desde la confirmación de la llegada de la crisis. Y no es que haya más productividad en la empresa, ni que la cobre el trabajador, sino simplemente que hay menos productores. Menos productores, mayor productividad y menor salario. Un éxito empresarial, dirán los tratados dentro de algunos años.

Y con menos salario, menos inversión, menos despilfarro, o al menos, de la parte que concierne al trabajador. Y si el dinero no corre, ya se sabe, ya no pasará de mano en mano, y tampoco terminará en el bolsillo del que más tiene. Y eso tampoco es beneficioso para la salud económica de nuestro país. También es verdad que se podrá subir el IVA - y el venía - de los bienes de consumo y así recaudar parte de lo no invertido. Poco a poco, el rico más rico, el pobre más pobre…

¿Poco a poco? Rápido… y acelerando en curvas y rasantes, pendientes, llanuras y altiplanos. Hasta que algún día, en algún recóndito despacho, alguna lumbrera decida proponer todo lo contrario. Y reinventarán lo ya inventado. Lo declararemos hijo predilecto y laureado de tal o cual legión, nombraremos calles con su nombre y quien sabe si senador vitalicio, que de ducados no se vive.

Pero mientras, mientras esta lumbrera se mantiene escondida, algunos propondrán una dirección general para los asuntos festivos con un grupo de asesores y secretarios, y las respectivas subdirecciones para temas civiles y eclesiásticos. Y las CCAA sus propias de carácter autonómico. Y para las entidades locales algún que otro cargo que asesore la conveniencia o no del traslado de las suyas. Y si el dinero no alcanza para eso de la cosa pública, siempre cabe el desvío hacia la empresa privada. Al fin y al cabo lo que se pretende es crear empleo.

Y dentro de unos años, cuando los ahora cincuentones nos acerquemos a la jubilación ya alcanzados los años setenta de nuestra existencia, podremos volver a disfrutar de algún puente de los que ahora despedimos. ¡Y añoraremos aquellos años de juventud!. ¡Y maldeciremos a aquellos nefastos gestores que en su día mantuvimos donde no debíamos!

Aunque siempre aparecerá alguno que intentará echar la culpa a los romanos, por no atreverse a inventar los pasos subterráneos…. Y es que la historia se escribe de muchas maneras.


PUBLICADO EL 8 DICIEMBRE 2011, EN EL DIARIO MENORCA.

DE LA VIVIENDA A LA EDUCACIÓN

Cada año, a primeros de diciembre son varios los escritos que aparecen en los medios de prensa, varios los espacios emitidos en las televisiones, debates, conferencias, etc, todos con el denominador común de alabar la Constitución, a sus promotores o simplemente el atacarla por obsoleta. Normalmente he permanecido ausente de estos debates y alabanzas. ¿Acaso no es hastioso el etiquetarse con el consabido “políticamente correcto”?

Este año intentaré comportarme de forma diferente. ¿Por qué alabar y defender un texto ambiguo del que todos usan a su antojo y que a nadie obliga en su cumplimiento?. Mi comportamiento está indignado, lo afirmo. Como casi el de la mayoría de la población. Y con motivo. Con centenares de motivos. Miles, si hablamos en concepto anual. Pero mi indignación no le importa a mi vecino ni a mi conciudadano. Como tampoco me importa a mi la suya. El egoísmo está patente –y en tiempos de crisis, más.

Y de los padres de la Constitución ¿qué decir?. Nos hemos quedado huérfanos de ellos. Las Cortes, ni por aproximación ni por terminación, tienen actualmente en sus señorías similitud de capacidad intelectual de quienes desarrollaron el texto de tal bagaje, a no ser el simple “copiar y pegar” tan de moda en la plantilla de asesores y demás correveidiles que hacen del servicio público una pleitesía al político de marras.

Y ahora, treinta y tantos años después, recurrimos a los principios rectores de la política social y económica para exigir una vivienda digna y adecuada. Y a ser posible, gratis, sin contrapartida monetaria ni nada a cambio, porque eso si, la Constitución nos ampara. En cambio, en su día, no fuimos capaces de invocar el mismo principio y el mismo artículo para impedir la especulación que los bancos, los banqueros y los intermediarios societales hacían con la consabida convivencia del poder para con los mismos.

Mientras hubo subsidios y demás ayudas, tampoco se invocó el principio constitucional del deber de trabajar. Ahora, cuando la crisis se ha apoderado de empresas y de empresarios, y el gobierno de turno ha finiquitado el dinero del subsidio, de las pensiones y de la seguridad social, exigimos el derecho al trabajo que el mismo artículo nos otorga.

Mientras duró en el tiempo la panacea de que el formarse intelectual y profesionalmente era una pérdida material de tiempo, y que el trabajo des-cualificado era tan rentable o más que la preparación para el mismo, nadie –ni el poder de entonces, ni los intermediarios sociales- invirtió en la educación y preparación para con la infancia y la juventud española. Ahora, cuando el fracaso escolar es abultado, cuando las infraestructuras están paralizadas, y los reciclajes obsoletos, exigimos el derecho constitucional a la educación y formación.

Pero ahora los dineros ya no se encuentran. No se encuentran ni para el gasóleo de las calefacciones de los institutos ni para los subsidios para los ya no trabajadores. Y la hambruna empieza a hacerse presente en muchos hogares españoles. Y más que vendrán con los próximos recortes, tijeretazos y vendettas.

Y la Constitución, o los actuales administradores de ella, penalizan el ahorro. La riqueza de uno se mide no por lo que cobra o roba, no por lo que le sobra o desperdicia, sino simplemente por el valor que se le impone al inmueble en que, basándose en el principio rector social y económico constitucionalmente estipulado, domicilia su vivienda.

Aquel valor virtual, convertido en paredes, piedras y cemento, será la base con que religiosamente, por muy ateo que uno sea, satisfacerá anualmente en tres o cuatro impuestos y en otras decenas de tasas derivadas de estos, ya sean municipales, autonómicos o estatales. Poco importará la ausencia de trabajo, la reducción de sustentos o la ampliación de estos en necesidades que el Estado haya dejado de sufragar.

Y la vivienda es un derecho envenenado. Un derecho constitucional que no puede exigirse mediante pleito, pero si basarse en ella para hundirnos en la miseria. Tampoco para impedir la especulación aunque sí para subsidiar y amnistiar a los bancos y banqueros propios. Igual ocurre con los subsidios de sus señorías, exentos de tributación, y con los más de cuatrocientos mil euros dedicados en la compra de un cuadro para el Senado. Son indignaciones, si. Mutilaciones de derechos constitucionales. Despilfarros de igualdades. Y sobre todo, escarnio de la democracia.

Para más INRI, cuando la manzana está podrida y los ratones abandonan a su suerte la nave en su naufragio, aparece un libro en las que un socialista vasco, Eguiguren, explica los pormenores de los encuentros y pactos promovidos por Rubalcaba y ETA tras el atentado del 11-M y la consiguiente entrada de los socialistas al Gobierno de España.

Uno, ya dubitativo, si aplaudió la entrada de Barrionuevo y Cia en la cárcel por la movida del GAL y los fondos reservados, ¿qué respuesta puede dar a quien presuntamente en un futuro cercano, pudiera verse investigado de haber “faisanado” por acción u omisión la detención de presuntos etarras?

Al menos, no aplaudiré una Constitución que en cierta manera no alienta a la investigación de estos mandatarios como también la impide a otros por su mal llamada inmunidad.
Y es que cuando menos educación haya, con más impunidad vivirán algunos.


PUBLICADO EL 6 DICIEMBRE 2011, EN EL DIARIO MENORCA.

PROPUESTAS CONTRA EL PARO

Mientras todos hablan sobre cómo crear empleo, Federico –a quien el gusanillo de la política no le ha abandonado nunca- discurre en el campo opuesto. O el mismo, vaya usted a saber. Federico aboga no por crear empleo, sino simplemente por disminuir el paro. Además, si uno lo analiza, el problema de los daños colaterales de esta crisis vino acentuado por la creación de empleo, no al contrario. Además, si disminuimos el paro, no habrá que pagar subsidios y las arcas del papá Estado no se vaciarán –al menos a causa de los subsidios…...

¿Y qué propone Federico?. Federico no se propone como titular de ninguna cartera ministerial, por supuesto. Además, dado que Rajoy no le ha llamado para tantearle, es de suponer que tampoco piensan en él como posible sucesor de Valeriano. Pero Federico nunca ha actuado por precio ni recompensa, sino por el servicio a la ciudadanía, y por ende, para salvaguardar su futura pensión y sus impuestos presentes. Así las cosas, erradicar el paro juvenil es fácil. Al menos, para él.

Propone Federico que se vuelva a instituir el Servicio Militar Obligatorio. La añorada “mili” implicaría que muchos de estos jóvenes sin oficio ni beneficio que actualmente están en el paro, saldrían del mismo durante doce, catorce, veinte meses. ¿Se imaginan cuantos jóvenes abandonarían las colas del INEM? ¿Se imaginan el dato porcentual que bajarían las estadísticas en cuanto al paro en España? Y es más. Ello implicaría además, que las tareas que realizan nuestras fuerzas armadas en el exterior, en misiones de paz, tendrían que finiquitarse y regresar a nuestro suelo patrio, para la formación e instrucción de tal contingente. ¿Saben cuanto dinero nos cuesta mantener las tropas en misiones humanitarias? ¡Mejor que sigamos ignorándolo!

Y más propuestas. Los presos cumplirían la integridad de las penas. ¡Y sin posible acuerdo entre la acusación y la defensa!. Y es que mientras los presos estuvieran en la cárcel, ya no habría reincidentes. Y si no hay reincidentes, menos colapso en los juzgados. Y si hay menos saturación en los juzgados, los juicios irían más rápidos. Y si los juicios van más rápidos, los juicios son más justos. Y si los juicios son más justos, los ciudadanos volverán a creer en la justicia. Y si la gente cree en la justicia, se denunciarán más abusos. Y si se denuncian los abusos, habrá menos corrupción en la política. Y si hay menos corrupción en la política ¡habrá más dinero en las arcas del papá Estado!.

Y siguen las propuestas. Ahora toca el turno de las empresas. Las empresas que reciban subvenciones del papá Estado, deberán retornar parte de los beneficios al papá Estado. Y si fracasan en el empeño, será el mismo papá Estado quien se haga con la totalidad de la empresa, garantizando el empleo de los trabajadores y por ende, alentando a que el empresario trabaje para el reflotamiento de su empresa y no en buscas de fallidas interesadas.

Y de las extranjeras, ni hablar. Ni hablar de incentivos ni subvenciones, ni condonaciones a las empresas extranjeras que se instalen en España. O al menos, considerar beneficios y puestos de trabajos, no globalizando el mercado. Que mientras las extranjeras no pagan impuestos durante años prorrogables, las de aquí pasan por caja so pena de embargo.
Y de bancos y banqueros igual. ¿Por qué indultar a un banquero que ni siquiera entraría en la cárcel? ¿Por qué reflotar a un banco con dinero público y no reflotar a una industria, a una empresa, a un autónomo? Si el banco quiebra, se nacionaliza. Y los beneficios y dividendos, para el papá Estado. Y qué decir de las compañías de telefonía, de las eléctricas, de las compañías petroleras… ¿Acaso no sería más barata la factura del consumidor final si las empresas fueran públicas?

También podríamos hablar de las farmacéuticas, de reducir costes en las embajadas y consulados, en representantes internacionales y como no, en las ayudas internacionales. ¡Que aquí también somos pobres!. Y las propuestas, seguirían y seguirían… contra el paro, contra el abuso, contra el despilfarro…..

En contra y a favor. A favor del empleo, de la confianza, de los mercados, de las inversiones, …. El ying y el yang, pero esta vez, en la misma dirección ¡Y en el mismo sentido!.
Aunque lo más fácil, será sin duda recortar derechos, recortar nóminas y subir impuestos. Los ricos más ricos. Los pobres más pobres. Al menos, todos seremos más.


PUBLICADO EL 1 DICIEMBRE 2011, EN EL DIARIO MENORCA.