DE USOS Y BUENAS COSTUMBRES

Nadie se sorprenderá si comento que las buenas costumbres, el buen uso, o la educación misma, se han perdido por algún camino de estos que nadie ha vuelto a pisar, o quien se los ha encontrado, ni lo has reconocido o peor aún, ni se ha molestado por su vuelta a la vida cotidiana.

La ausencia de estas buenas costumbres, aunque relativamente reciente, no es de ahora, ni tampoco ocurrió de forma repentina, no. Lo cierto pero, es que el arraigo de la nueva costumbre ya se ha vuelto normalidad. Tan normal que ya afecta a más de una generación. A la una, por el pasotismo-vagancia en cuanto al trato con el cliente y a la facilidad con que algunos obtienen puestos de trabajo o las pocas ganas de conservarlos. La otra, por la cultura de prepotencia inherente en algunos genes o en los hábitos de fácil adquisición de los que algunos hacen gala.

Pero ambos, poco o nada hubieran subsistido si un tercer elemento no hubiera favorecido la permanencia de éstos en el estamento societal, y a la postre, en nuestras relaciones cotidianas. La desaparición de los negocios familiares, o la dirección de éstas bajo terceras o más generaciones, ha propiciado que el trato para con el cliente sea cada vez más frío e impersonal.

El famoso “vuelva usted mañana” utilizado como crítica al funcionariado de hace décadas, habrá sido sustituido por el típico “si no lo encuentra, es que no lo tenemos” de reciente adquisición en los comercios actuales, lo que simplifica enormemente la labor del dependiente y éstos quedan relegados a un simple papel de cajeros-cobradores, representando a su vez a la política de la empresa, la cual tiene las miras puestas en el factor venta en vez que al de servicio.

En cambio, los hay activos. Demasiados activos. Serán los que mediante engaño, acoso dialéctico, y demás argucias intentan vender productos llámeseles bancarios, comerciales o de carro de la compra. El abanico de estos funestos profesionales –por llamarlos de alguna forma- es amplio. Es la generación que se cree superior intelectualmente hablando, y sólo lo alcanza cuando su presa sucumbe ante su oratoria. Y no digamos cuando en el escenario entre en juego el factor político.

En ambos casos, la facilidad con el se ha llenado el mercado laboral, la falta de formación que en su momento propició la apertura de dicho mercado, la falta de escrúpulos y responsabilidad de los gestores y administradores, ha propiciado que una cierta anarquía, prepotencia e irrespetuosidad se infiltre en el sector servicios, que de no atajarlo a tiempo, se convertirá en un virus de difícil erradicación.

La cantidad prevalece a la calidad. La ley de la oferta y la demanda parece ser la motivación para que un negocio funcione, aunque para ello se tengan que sacrificar empleos. ¿Se tiene en cuenta en una reducción de plantilla la valía de cada trabajador o simplemente el coste que representa?. Y así nos va.

Y en todos los ámbitos. Por Navidades me regalaron el último libro de Pilar Urbano “El precio del trono” editado por Planeta. A las pocas páginas leídas detecté un error garrafal. Inocente uno, escribió un e-mail a la editorial dicha, para hacerles partícipes del hallazgo para su rectificación en próximas ediciones. Ni agradecieron ni contestaron. En las siguientes páginas, otros fallos tipográficos aparecieron ante mis ojos. ¿Por qué molestarme en escribir ante una máquina, para que otra máquina enmudezca comentario alguno?

También en Navidades encargué otro libro en una librería de por casa. Tras el adelanto de una paga y señal, aquel libro tras un mes de espera aún no responde a señal alguna. Inocente también de mi, fui a interesarme por el retraso, eso si, con cara y pose sumisa. La respuesta me dejó claro que, las buenas costumbres en casa y para los tuyos.


PUBLICADO EL 25 ENERO 2012, EN EL DIARIO MENORCA.

UN SANT JORDI EN MAHON





La historia se escribe de muchas formas, sí, pero tengo que confesar que cada vez soy más escéptico con la historia, con las verdades, con las mentiras y cuantas versiones de éstas sean divulgadas o se dejen escritas. Y si ya es difícil discernir la verdad vivida por uno mismo, cuán difícil será el conocimiento de las de otros, o más aún con la histórica, cuando los hechos fueron escritos por una de las partes, o exagerada por ambas.

Estos días al menos, la mayoría de los políticos españoles coinciden en alabar la figura de Manuel Fraga Iribarne. Tal vez, por lo difícil que es encontrar a una persona íntegra entre ellos. Tal vez, por lo difícil que es encontrar a un hombre de Estado antes que a un hombre de partido. Y es que el molde es de antaño, de cuando no había impresoras ni fotocopiadoras, ni se conocía el “copiar y pegar” que tantos universitarios actuales llevan y han llevado a la práctica. Toda España cabía en su cabeza, sí. Y no necesitaba ni móviles ni portátiles para que se lo recordaran en sus oratorias en el Congreso. Ni nadie que le escribiera sus discursos. ¿Por qué no aprendería Matas de él?

Pero no voy a hablar de don Manuel. Hoy voy a hablar de otras historias, historietas más bien. De un Sant Jordi….., y en Mahón. Ocurría en una mañana, cuando en la plaza de la Explanada un grupo de pensionistas había desembarcado en la estación de autobuses y se dirigían a dar una vuelta por la ciudad de Llevant. Allí, en el suelo mismo de la plaza, una tapa de registro llamó la atención a más de uno. ¿Dónde estaban? ¿En Mahón o en Es Castell? ¿O hacía tal vez referencia al Castillo de Mahón? ¿Era el cuartel de la Explanada aquel castillo que hacían referencia las antiguas murallas?. Allí no había GPS ni traductor lingüístico que ayudara a salir de aquella duda a los que poco a poco iban aglutinando grupo.

Y cada cual tenía su versión de los hechos, su tesina particular.. El estamento intelectual del grupo ya posicionó su versión. Aquella tapa registro era consecuencia de la mancomunidad del servicio de aguas, de las restricciones económicas de las administraciones, de la colaboración entre ellas, de….

Pero el estamento intelectual no estaba solo. Había más estamentos que componían el grupo. Entre ellos, los novelados en ciencias policiales y de intriga. Daban por hecho que aquello era un fenómeno puntual y por ello mismo, motivado por algo excepcional. Abrir el abanico de posibles motivos ya estaba en estudio. Se planteó como causa la sustracción de la misma desde el pueblo vecino y por algún motivo, su abandono en aquel lugar. Pero faltaba sino el móvil, al menos la presencia de la verdadera titular del registro. Y ésta tampoco se hallaba allí.

Descartado el supuesto anterior, apareció en escena otro estamento grupal. Lo suyo era discernir si la tapa que faltaba, la del Maó-Mahón, debía de encontrarse en el pueblo vecino de Es Castell, en otro de la supuesta mancomunidad o si ésta no se encontraba ni se había encontrado nunca en aquel lugar. Y no dejaban allí la incógnita, no. Presupuestaban la posibilidad de que otro grupo, como si de en otra dimensión se tratara, pudieran estar ahora, antes o después, reunidos en tropel o al más solitario estilo, discutiendo o analizando el hallazgo de la otra tapa, en otro registro, en otra demarcación.

Lo cierto es que allí estaba Sant Jordi a caballo y con el dragón en los suelos. Y Es Castell. Y el agua. Y el escudo barrado. Hubo también quien queriendo quitar leña al asunto buscaba diferentes escudos en las tapas vecinas, por si pudiera tratarse de algún homenaje del pueblo de Mahón a sus municipios vecinos. Pero no, la tapa registro estaba rodeada por tapas mahonesas por doquier y por un grupo de visitantes a su alrededor. También se tantearon que no fuera Sant Jordi y si que lo fuera Sant Jaume, a la postre patrón del pueblo. Pero el dragón sobraba.

Las cámaras de la televisión no se hicieron esperar. Una unidad móvil pronto aparcó en las inmediaciones. Trípode y cámara empezaron a tomar posiciones como si “els tres tocs” tuvieran lugar sobre aquel mismo registro. No fue el caso, pero casi. Las cámaras buscaban la noticia del turismo de invierno y aquel estamento grupal era su objetivo. Y ante un objetivo y con un micrófono en mano, no hay quien pueda permanecer inaccesible. Edad, lugar de origen, de estancia y de los lunares eran desenmascarados a los potenciales televidentes. Todos, por unos instantes, se olvidaron de aquel Sant Jordi y de aquella misteriosa aparición de aquella tapa de registro.

Mientras las cámaras registraban y entrevistaban a aquel turismo patrio, otros turistas pisoteaban la misma y ninguno reparó en ella. Ni turistas ni los propios convecinos de la ciudad. Ni mancomunidades, ni sustracciones ni dominios. La mayoría era ajena a aquella jugarreta del destino, de aquel descuido, de aquel error humano sin duda. Un error si acaso, sin consecuencia alguna, sin beneficio y sobre todo, sin perjuicio.

Un tema de comentario, sin duda. Un tema para llevarse a la memoria dentro de unos años. Un tema para registrar en formato jpg, en Word, y poco más. Un tema para una yincana.


¿Dónde estará la tapa con el escudo de Mahón?

PUBLICADO EL 20 ENERO 2012, EN EL DIARIO MENORCA.

REYES PRÁCTICOS, PADRES INTELIGENTES

Es ahora, cuando la fiesta del consumo ha dado paso a la fiesta del consumismo, momento propicio para plantear juicio a tanto ceremonial al que nos vemos involucrados año tras año y del que adictos, somos incapaces de escapar de las redes que nosotros mismos tejemos con ilusiones y sobreesfuerzos.

Ilusiones por cuanto mantenemos una tradición de origen religioso y que en su día, cuando eran tiempos de bonanza disfrazamos al más puro estilo pagano. Sobreesfuerzos por cuanto ahora, cuando la balanza de pagos alcanza la cota más alta y la de cobros la más precaria de todas las habidas, nos resistimos, haciendo honor al más puro estilo de Rodríguez, Zapatero para más señas, a aceptar la realidad de nuestra economía doméstica. Extinta economía doméstica.

Y los Reyes –los Magos- no tienen culpa alguna. Son –han sido y seguirán siendo- el instrumento para el engorde de unos pocos. Pero los habrá prácticos. E inteligentes.

Son fechas en que la censura se impone en muchas casas. Al menos, cuando aquellos inocentes habitantes empiezan con sus típicas dudas que hacen aflorar las más dispares respuestas de sus progenitores. …Que si los de la televisión no son los mismos que en la ciudad de referencia, que si Melchor tienen cara de mujer, que si Baltasar parece que destiñe, y tantas otras ocurrencias, que añadidas a las que provoca el Papa Noel con tanto imitador suelto por calles y centros comerciales a precio de saldo, se plantea a uno la posibilidad de soltar lastre y declarar la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Pero no, el sentido patrio-paternal impide echar por la borda aquellos siete, ocho o nueve años felizmente salvaguardados de toda vorágine societal.

En uno de los espacios televisivos que se emitieron por IB3 por la festividad de los Reyes, unos inocentes comentarios efectuados ante las cámaras por parte de unos niños entrevistados, demostraron que tras unos Reyes prácticos siempre hay unos padres inteligentes. En un par de casos, las respuestas coincidieron: los Reyes Magos les habían dejado dinero para que compraran sus regalos, dado que éstos habían terminado el stock del regalo solicitado.

Y su compra…. ¡en las rebajas!. Al menos, el consumo, el consumismo de una sociedad enfermiza, ahorraba. O no gastaba tanto. O mejor aún, reducía déficit. Y si a esta reducción añadimos la aportación-sustracción de la figura del Papá Noel, más aún. Pero ellos, tanto Noeles como reyes, no son los culpables. Y además gozan de inmunidad….-algunos, claro-, porque otros han tenido que esperar al fallo de un juez de Huelva.

Ocurría a principios de diciembre pasado cuando los medios se hacían eco de una sentencia de un juzgado de Huelva emitida en el mes de junio pasado. En ella se juzgaban unos hechos acaecidos en la Cabalgata de Reyes cuando la masa de un caramelo lanzado por el Rey Baltasar a una velocidad indeterminada, colisionó contra el físico de una ciudadana que presenciaba la misma, causándole una contusión ocular. Del hecho en si, se instruyeron diligencias previa denuncia por parte de la afectada, por presuntas lesiones causadas en dicho lanzamiento, las que posteriormente fueron archivadas y argumentadas por una serie de defectos de forma como puede se la imputación al Rey Baltasar y no a su representante reconocido, así como la abstención que debería demostrar el instructor del caso al concurrir circunstancia de recusación y de abstención, dada la amistad existente entre ambos desde que el instructor de la misma tenía uso de razón.

No obstante ello, en dicho fallo también se argumenta otras razones jurídicas, como podría ser la nacionalidad del mismo, sus tratados internacionales y un sinfín de trabas jurídicas que harían cierto aquel dicho de que “la justicia no es igual para todos”, o al revés. O todo lo contrario.

Pero la parte seria, también existe. Existe al entender el fallo judicial que la participación en determinados acontecimientos colectivos supone el consentimiento o la aceptación de los riesgos, mayores o menores, que esa participación conlleva.

Sobreseído el caso, la duda se vuelve al espectador. ¿Conlleva intrínseca la aceptación de los riesgos del gasto económico participar en la ilusión de la festividad de los Reyes Magos o puede escaquearse uno de tanto consumismo societal?

Algunos padres empiezan a fallar en que sí es posible evadir dicha presión, aunque se les acuse de poco solidarios.


PUBLICADO EL 14 ENERO 2012 EN EL DIARIO MENORCA.

SALUT I FEINA.

Los turistas de cruceros suelen acostumbrar a comprar souvenirs en cada escala que realizan por aquello del “yo estuve allí”. A quienes el sueldo no nos llega para escalas ni escaleras, tenemos que conformarnos con entrar en las tiendas de souvenirs cuando en alguna cena de Navidad aparece el amigo invisible. Me acuerdo que en una de las últimas veces que entré en una de estas tiendas de souvenirs, un plato –de estos que se cuelgan en las paredes para tapar pared y a su vez dar la nota- presentaba una leyenda curiosa: “Salud y pesetas, lo demás son puñetas”. Al menos, su antigüedad estaba reconocida.

Diez años por lo menos. Y tal vez por eso mismo, por su antigüedad, se hablaba de salud y de pesetas. Eran tiempos en que con salud y dinero, sino todos, muchos problemas se solucionaban. Ahora, diez años como mínimo después, ya no decimos lo mismo. O al menos así opinaban la mayoría de ciudadanos cuando eran encuestados en las pasadas fechas. La salud sigue estando en el ranking de los deseos de la ciudadanía, pero el dinero ya queda en otro término. O al menos no como objetivo sino como resultado.

Y es que lo que no se había logrado en décadas, se ha conseguido en poquísimos años. Salut i feina. Salud y trabajo demandaban para este año 2012 las voces que se prestaban a hablar ante un micrófono. Ello es señal de que la gente empieza a estar preocupada, ya no solo por la falta de empleo, sino por la falta de subsidios y demás ayudas estatales.

Y no tan sólo por quienes carecen del mismo, sino por la inmensa plantilla de asalariados que aún tienen el privilegio de tener un empleo. Y digo bien, privilegio. Lo que empezó siendo una obligación, una condena, ahora –aún siendo lo mismo- empieza a venderse de modo distinto, como si de un lujo se tratara –excepción hecha a la clase política, claro- , y por ende, con impuesto agravado.

Salut i feina demandaba la ciudadanía. Sacrificio disfrazado de solidaridad nos advertían –e imponían- los gobernantes en sus discursos de felicitación del nuevo año. Y ambos deseos convergen en lo mismo. Trabajo y más trabajo para poder pagar más impuestos. Trabajo y más trabajo para poder ser más solidarios para con quienes no lo tienen. Trabajo y más trabajo, sí, pero sin poder gastar en los comercios, sin poder consumir para crear empleo, sin poder ahorrar para cuando el día de mañana seamos nosotros quienes también quedemos sin empleo.

Sin empleo y adelgazando. Al menos, la salud podrá mejorar, aunque las consultas a psicólogos, psiquiatras, consultores matrimoniales, abogados y demás entramados ligados con la crisis de convivencia harán su agosto, julio y septiembre. Porque los dramas familiares no vienen solos.

Detrás de cada despido, de cada reajuste, de cada disminución de salarios hay una historia personal, una familia, unos hijos, unas necesidades y unas obligaciones que cumplir. Y tras cada obligación no cumplida, hay una reacción. Y las reacciones hieren, desgastan y matan.

Tras cada despido, reajuste y demás, hay una herida, un drama, un…. Y la gente, al menos el ciudadano de a pié, lo sabe. Y por eso mismo, diez años después de aquella tomadura monumental de pelo con el euro, ya no pide dinero ni lujos. Bueno, uno sí. Desea, implora, suplica por un empleo. Por un trabajo.

Un trabajo, que ya ni exige digno ni bien pagado. Un trabajo, por simple y explotado que sea, aunque por el camino se quede la dignidad y el orgullo.

Sin dignidad y sin orgullo. El ciclo vuelve a sus orígenes. La clase obrera, también. ¿Cuántos años deberán de pasar para que podamos volver a sentarnos en la misma mesa con un banquero, empresario o emprendedor?.

Y de salud, de momento igual. Por sólo dos euros y cincuenta céntimos anuales, nos la mantienen igual.

Bon Any, i salut i feina!

PUBLICADO EL 8 ENERO 2012, EN EL DIARIO MENORCA.