Tener
buenas referencias es sinónimo de éxito, al menos nos aleja de futuras
lamentaciones. Y aunque la seguridad completa
no la tengamos, el remordimiento descansará en mejor posición.
Éstas
pueden ser tanto pasivas como activas, y la obtención de ellas también se ha
modernizado. A las antiguas cartas de
presentación se le han unido perfiles, buscadores, galerías y comentarios
almacenados en la nube, que saltan cuando uno menos se lo espera. O la
curiosidad de otros husmea en el interior público de uno.
A
quienes se les saltó la liebre -y van por la enésima- es a un círculo que todo lo
pueden, o al menos eso dicen. El
comentario sobre el asesinato de un policía en la estación de Embajadores deja
mucha estela tras ellos. Uno ya no sabe
si será un desliz provocado, o una simple provocación. O al revés.
La
posterior desvinculación oficial del gran jefe, no tranquiliza. Si la democracia de laboratorio consiste en
que las decisiones se toman por círculos y a cada momento, la seguridad jurídica brillará por su ausencia.
Y si el jefe no manda sobre los suyos ¿para qué un jefe? Y es más, la referencia de un círculo con los
demás círculos, puede llegar a ser totalmente opuesta, contradictoria. ¿Lograrán la cuadratura del mismo?
Por
un momento, uno se siente como una cobaya de laboratorio con la que se
experimenta. A unos, nos inyectarán un
placebo, a otros -más privilegiados- el
medicamento acertado, y otros, pobres desgraciados, el veneno. La supervivencia de uno al experimento podrá
deberse al azar, a las simpatías, o a la ruleta rusa. El destino dirán unos. Simplemente un fallo previsible y provocado,
dirán otros.
Empiezan
a publicarse sondeos electorales, entrevistas a echadores de cartas, análisis
sociológicos partidistas... Y todos ellos pretenderán moldear, suplantar o al
menos adelantar el veredicto de las urnas.
Pero el veredicto, sea cual sea, adolecerá también de las carencias de
valentía que durante tantos años han venido arrastrando quienes nos han
gobernado.
Nadie
ha puesto las bases de la reforma de la ley electoral. Nadie las pretende,
tampoco. Listas cerradas y únicas,
familias políticas, número de poltronas, dietas y emolumentos. Pactos y
bisagras. Todo sigue latente en este
hervidero de corrupción.
Pero
las caras, los caretos actuales, nos bastan.
Tenemos las referencias en nuestro disco duro. Buenas y malas, pero conocidas. Otros, simplemente son unas referencias
desconocidas.
Y
ya lo dice el refrán “más vale malo conocido…
PUBLICADO EL 8 ENERO 2015, EN EL DIARIO MENORCA.