ESPECULADORES

El nombre del título suena peyorativo.  La lupa estará dispuesta por si algún presunto o supuesto no queda registrado adecuadamente y alguien pueda sentirse agraviado u ofendido. Pero tranquilos, no es el caso. O al menos, la intención.
Según el diccionario de la realísima Academia Española, el término especular es menos peyorativo que el de la especulación.  Es de suponer que actualizaciones y revisiones del diccionario mantienen vivo un lenguaje y lo adaptan a la realidad cotidiana.
Esta semana me ha llamado la atención el tema de la crisis griega.  El tira y afloja, la negociación, el chantaje, son términos que uno puede ir especulando de cómo han sido las reuniones entre los mandatarios reunidos.  Y uno no acierta.  Nunca acierta y últimamente, menos.
Pero la culpa no la tienen los griegos, no.  Y si.  Han jugado, y no han perdido del todo.  Es como el caso de los culpables que en la negociación con el fiscal logran alguna rebaja en su condena, en vez de pagar con lo estipulado en la normativa.  Como un regateo en el mercadillo de un país asiático.  Y ya no digamos si los condenados lo son por actos tipificados de corrupción.
Si la crisis nos ha enseñado que tras ella había mucho presunto especulador, la realidad nos mantiene con la certeza que esta especulación todavía hoy se mantiene activa en todos los ámbitos de la sociedad.  Se juegan sillas y poltronas como si se tratara del Monopoly o se negocia en una oficina bancaria la rebaja de intereses de una hipoteca. Incluso la del regalo por una imposición a plazo o la liberación de comisiones.
Especulamos incluso con los números de la primitiva al señalar los dígitos que mas veces han salido agraciados, como si la ley de probabilidades fuera un invento de algún estudioso en literatura o de la antigüedad.
Entramos en verano y la especulación sigue creciendo de una forma exponencial.  Mientras los billetes de barco se regalan a veinte euros, la estancia de una semana en un apartamento sube a casi mil enteros.  Y a eso, nadie le llama especular, sólo vivir la realidad, o lo que es lo mismo, quejarnos de que no viene turismo y de que nadie hace nada para remediarlo.
Especular, sólo especular.  Como el coste de la gasolina que sube y baja al antojo de calendario. O los regalos y promociones de compañías telefónicas que te abruman para que te alistes en sus filas.

La vida ya no es teatro. La vida es una especulación continua.  Con actores, protagonistas y Figurantes.  Sobre todo, Figurantes.  En mayúscula, claro.

PUBLICADO EL 25 JUNIO 2015, EN EL DIARIO MENORCA.

POR TI, MANOLO

Conocí a Manolo cuando aún era don Manuel.  Debía yo tener diez años e iniciaba  quinto de EGB en aquella Escuela Graduada de niños número 2 con entrada por  la calle San Juan.
En  mi bagaje llevaba tres cursos en la Academia Cervantes y uno en el colegio Academus.  Sin duda, las nuevas generaciones no situarán a ambos como tampoco lo harían con el de San Juan si no se hubiera mantenido como Escuela de Adultos y la fachada del Camí des Castell recordara aquel retórico nombre.
Amigos nuevos, desconocidos hasta aquel entonces por aquello de vivir por Dalt S’Arraval, en el otro extremo de aquel Mahón de los años setenta. Colegio nuevo con aula y profesor para cada curso. ¡Qué pasada…!
Vagamente te acuerdas de un preliminar en una aula colindante al patio y al pasillo que albergaba una especie de túnel, para después ubicarte en aquella otra donde, no el professor, sino el maestro, impartía la clase.  Las clases, más bien.
En un primer piso –del que tiempo después descubriría que sus ventanas daban al Camí des Castell- tenía la clase de quinto, don Manuel. Alguna vez voló alguna tiza, y las reglas se presentaron, sí. Pero también se aprendió mucho y bien.  Éramos la generación de la EGB. 
Anécdotas, muchas.  Aún guardo el primer escrito que me publicó en el “periódico” del centro escolar en el que él participaba.  Y no digamos de los turnos que organizábamos para poder regular el tráfico con una pala de STOP a la salida del colegio.
Pasaron los años y con el salto al Instituto uno volvió a su barriada.  La calle Vasallo fue de nuevo escenario del reencuentro.  Pasaron más años y las Cartas a Fiona fueron seguidas con absoluta devoción. Y después las de Rock.  Era mi maestro. No un maestro cualquiera.
Seguí su rastro allende los mares, y aunque pasé inadvertido –no me gusta aparecer en el Facebook, pero sí seguirlo- me mantenía informado. Aún así, él, de tanto en tanto, solía dejar algún comentario de aquel antiguo alumno suyo que hacía sus pinitos en Es Diari. 
 En una de sus visitas a Menorca,  tuvo necesidad de saldar una antigua deuda contraída consigo mismo.  Fuiste un hombre ejemplar.  Había pasado casi cuarenta años y aún te acordabas de aquella anécdota.  ¡Que fuerte!.   
Ya últimamente, este seguimiento inadvertido me hizo saltar las alarmas. Lo decías claro, demasiado claro. Y valiente.  El viernes por la tarde fue la alarma definitiva.

Descansa en paz, Manolo.  Si con un solo curso dejaste tanta estela, lo que habrás dejado a quienes convivieron contigo...

PUBLICADO EL 18 DE JUNIO DE 2015, EN EL DIARIO MENORCA.

VACUNAS

La noticia de que un niño catalán ha contraído la difteria al no encontrarse vacunado por decisión de sus padres, ha hecho saltar todas las alarmas.  Responsabilidades, derechos y obligaciones están al orden del día en los corrillos tertulianos.  Y en los del bar, que allí también se arregla el mundo.  O en la plaza asamblearia, dentro de poco.

Sin duda, todos los posicionamientos tienen sus argumentos, y algunos no faltos de razón. Y otros, sobrados de ella.  Aunque el derecho del menor a estar vacunado, o lo que es lo mismo, a la protección de su salud, debería primar sobre todos los demás.   Incluso en la decisión de los progenitores.

También es verdad que este genérico término de  protección a la salud también se las trae.  Se las trae y se las desea.  Y más en tiempos de crisis, cuando algunos han querido hacer negocio con todo lo que lleve el nombre de público, o sea, la sanidad y la enseñanza, por ejemplo.  Y los medios de comunicación, tanto públicos como privados.

El intento de privatizar la sanidad, o lo que es lo mismo, el intento de supuesta venta de hospitales públicos a presuntas empresas familiares, lo dice todo. Presuntos y supuestos, que quede claro.  Pero eso es otra cosa, dirán.  Pero los recortes, no son otras, sino las mismas.  Que una cosa es no despilfarrar y otra, recortar.

Despilfarrar por ejemplo, es comprar excedentes a punto de caducar, y fomentar una alarma para la vacunación masiva de la población, para contentar a laboratorios y farmacéuticas.  Recortar es eliminar del sistema público algunos tratamientos.  Discriminar es que la cartera de servicios comunes del sistema nacional de salud, permita otros servicios propios para diferentes territorios de la geografía nacional.

Y hablando de difteria, ¿por qué no recuerdan a la población la conveniencia de vacunarse a los 40 y 60 años?

Y ya entrados en interrogantes, uno se preguntará por la tan cacareada vacuna antigripal ¿la fomentan para beneficiar la salud o para evitar mayores colapsos en la sanidad y reducir costes? ¡Y eso que siempre se nos recuerda que la cepa anual es distinta de la que se nos vacuna!

Y la lista de recomendaciones varía y mucho.  Enfermos crónicos, tal, cual y servicios públicos.  Y es que uno ya sospecha que eso de vacunar a enfermeras y policías no lo  sea tanto para evitar el peligro de contagio, sino para que no hayan bajas laborales en ambos empleos.  En algunos momentos no conviene el recorte en estos colectivos, pensarán algunos.  Y eso es de agradecer….

PUBLICADO EL 11 DE JUNIO DE 2015, EN EL DIARIO MENORCA.

ANÁLISIS

Ni el  colesterol, ni  los trigliceridos, ni la PSA muestran alteraciones, pero el cuerpo hace tiempo que se resiente.   Habrá que ir directo al grano. Que una cosa es un chequeo y otra muy distinta es indagar las causas y sus consecuencias.  Sobre todo las consecuencias, piensan algunos. Las causas, ya son historia.

Tratamiento, cirugía, amputación, exitus….  ¿Estará el paciente debidamente informado del pronóstico? ¿Arrojará la toalla, presentará combate o solicitará cuidados paliativos?

De momento está en la fase negativa. “No puede ser, no puede ocurrirme a mí, es un error…” Pero los síntomas acabarán apareciendo.  Y él, aceptándolo.  Se pronostican peores resultados en el próximo recuento de plaquetas, con significativo aumento de las alteraciones. 

Pero en política, por suerte, ni se muere ni se traspasa. Se desaparece, se reproduce, se transforman.  Sobre todo, se transforman.

Estos días se habla mucho de fracaso electoral, del fin del bipartidismo, de cambio, de la casta.  Pero pocas son las estrategias que se plantean y los análisis que se solicitan.  Y uno se pregunta ¿dónde estaban tantos asesores que no vieron aquellos síntomas, aquel enrojecimiento de la zona, aquel olor putrefacto, aquel mareo repentino…?

El pulso hacía tiempo que marcaba cierta alteración.  El CIS lo intuía y aunque lo cocinaba y maquillaba, emblanquecidos se quedaban. O debieron. Morado dirán otros, como si aquella saturación de oxigeno descendiera algunos enteros. Pero el color era lo de menos.  Y lo bien hecho, también. O al menos, así parece.

Y la música ha sonado en clave nacional en vez de local.  Y en lo no hecho.  En la corrupción, en la sanidad, en la educación…  y en los espectáculos y guerras internas. 

Lo ha definido muy bien Santiago Tadeo cuando ha dicho que la “misma marea que los aupó, los ha hundido”.  Al final del recuento,  poco distan de las penúltimas.  Aunque el centro izquierda, sí que ha encorado. ¿Quién ha perdido pues? Pero aún hay futuro tras la enfermedad, tras la amputación, tras el impasse. 

El análisis impone un centro que mire hacia la derecha y hacia la izquierda.  A ambos lados.  Y la estrategia impone sacrificio propio. La solución pasa por disolver las cámaras y adelantar elecciones. Y sobre todo, que la casta antigua, no se presente.  Los votos buscarán cobijo en un centro que aglutine a la mayoría de las voces ciudadan@s

Sólo así empezará un nuevo ciclo... moderado.  Que no morado. 


Luego,  tiempo habrá para volver a corromper el sistema.

PUBLICADO EL 4 DE JUNIO 2015, EN EL DIARIO MENORCA.