“Si alguno quiere venir en pos de mí,
que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga” con esta frase, según nos cuenta san
Mateo, Jesús se dirigió a sus discípulos y les invitó a seguirle. Ahora, casi dos mil años después, Irene
Montero ya tiene su cruz. Su Gran
Cruz. Pero no creo que Irene le siga, al
menos al Jesús al que se refería san Mateo, por mucho que se le apode el
“primer comunista de la historia”. Y si
así fuera, seguro que no hablaríamos del mismo comunismo.
La Gran Cruz de la Irene es
otra. Es nada más y nada menos que la
Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III. Vamos, lo que en su día se estableció para
recompensar a aquellas personas que se hubiesen destacado especialmente por sus
buenas acciones en beneficio de España y la Corona, ha llegado a manos de una
republicana. Bueno, con unos
retoques. Ahora, tras la cirugía
efectuada por Aznar, ya no se premia el servicio a la Corona. Ahora con ser
ministro ya es suficiente. Y por lo visto, algunos tienen fácil ser
ministros. Sólo con ser amigo del
presidente y reírle las gracias, basta.
O de la Yoli.
Y cuando una gratificación se
generaliza, deja de tener el carácter extraordinario que le precedió. El
reglamento habla de recompensar a los ciudadanos que con sus esfuerzos,
iniciativas y trabajos hayan prestado servicios eminentes y extraordinarios a la
Nación. Y los de a pie -vamos los que
verdaderamente han prestado servicios eminentes-, entran con la Cruz. Los ministros y demás autoridades con la Gran
Cruz. Vamos, una recompensa al más puro
estilo franquista con la que se “agradecían los servicios prestados”.
Y la Irene no ha sido la única,
no. El resto de exministr@s que cayeron
en desgracia con ella también tuvieron su premio de consolación. Este hecho me recuerda a las “cruces al
mérito” que se dan por alcanzar los treinta años de antigüedad en algunos trabajos. ¿Por qué no llamarlo con su nombre? ¿Por qué
no llamar a la primera “cruz de exministro” y al segundo “cruz de antigüedad”?
Y uno se pregunta por los servicios
eminentes y extraordinarios que ha prestado la Irene a la nación. Sin duda, la Irene será recordada como quien
confeccionó la ley por la que se beneficiaron más de 1.156 agresores sexuales. Una norma por la que el propio Sánchez tuvo
que pedir perdón a la ciudadanía. ¡Y
reformarla en el Congreso con la oposición de la Irene! ¿Es un servicio eminente propiciar la
desigualdad entre español@s?
Y su sustituta no se ha quedado atrás
al aprobar el despido para quienes pidan cambios en su jornada para conciliar. Otra cruz.
Otra Gran Cruz.
PUBLICADO EL 29 DE AGOSTO DE 2024, EN EL DIARIO MENORCA.