COMBATIR AL FASCISMO

 No soy partidario de identificarme en los términos de derecha o izquierda.  Siempre me he considerado cómodo en el sector moderado, dígasele socialdemócrata o democratacristiano, tanto me da.  Moverse de un lado hacia otro en este sector es necesario e incluso productivo.  Los extremos son exagerados.  Y la exageración me es incómoda.  Y sí, me considero uno más de aquellos jóvenes que creció con aquel llamado “Régimen del 78 o espíritu de la Transición”.

Combatir al fascismo es necesario.  Como lo es combatir al comunismo.  Fascismo y comunismo son idénticos.  Sólo una cosa los diferencia, su modo de llegada al poder.  El fascismo accede casi siempre de forma democrática.  El comunismo todo lo contrario, con violencia. Y el uno es reacción del otro.  La historia nos lo demuestra.  La revolución rusa, el nacionalsocialismo de Hitler y las “camisas negras” de Mussolini, son claro ejemplo de ello. Y ya no digamos en tierras sudamericanas.

Los profesores Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, de la Universidad de Harvard, en su obra “Cómo mueren las democracias” advierten seriamente del peligro de la ruptura de la tolerancia mutua y del respeto por la legitimidad política de la oposición.  En su exposición y análisis se retrotraen a los tiempos del inicio del fascismo en Europa y así explican su modus operandi: “Las instituciones se convierten en armas políticas, esgrimidas enérgicamente por quienes las controlan en contra de quienes no lo hacen. Y así es como los autócratas electos subvierten la democracia, llenando de personas afines e instrumentalizando los tribunales y otros organismos neutrales, sobornando a los medios de comunicación y al sector privado y reescribiendo las reglas de la política para inclinar el terreno de juego en contra del adversario.  La paradoja trágica de la senda electoral hacia el autoritarismo es que los asesinos de la democracia utilizan las propias instituciones de la democracia de manera gradual, sutil e incluso legal para liquidarla”.

Madeleine Albright, en su obra “Fascismo. Una advertencia” menciona que en la Italia de 1920 se presentaban como fascistas individuos de izquierda, de derecha y incluso de centro, obteniendo “energía” de las personas que están amargadas, descontentas, arruinadas…y sigue “Así es como los tentáculos del fascismo se extienden en el seno de una democracia.  Cuanto más dolor haya en la base del resentimiento, más fácil le resultará a un dirigente fascista obtener seguidores, sea incentivándolos con una mejora futura o prometiendo la devolución de lo robado”.

¿Le suena a algo de la actualidad española?

PUBLICADO EL 26 DE DICIEMBRE DE 2024, EN EL DIARIO MENORCA.

EL MARCHAMO ROJO

 No mentiré si digo que el artículo de hoy me ha asustado dos veces.  Primero fue cuando vi las imágenes por televisión de la Conferencia de Presidentes que tuvo lugar la semana pasada en Santander.  Ver a la presidenta de Madrid luciendo un pin de una circunferencia de color rojo, al igual que otros políticos del PSOE, me dio mala espina.  ¿Será que Ayuso se habrá vuelto comunista?

La curiosidad me hizo consultar al doctor Google y éste me lo dejó claro.  Aquel marchamo rojo que lucieron la mayoría de los presidentes autonómicos era ni más ni menos que “la acreditación que había otorgado Moncloa a todos los asistentes a la Conferencia”.  Vamos que, si a alguien de la Moncloa se le ocurre que los asistentes tienen que llevar una peineta con mantilla, allá que vamos.  Pero la duda siempre está presente. ¿Acaso los de protocolo y de seguridad no conocen a todos los presidentes autonómicos, que es necesario llevar un marchamo?

A quién sí conocen y reconocen es al marido de Begoña.  Al menos él no llevó el marchamo rojo, sino que siguió portando el de la Agenda 2030. Y no, Ayuso no se ha declarado comunista.  O al menos no se ha hecho público.

El segundo instante que me ha asustado ha sido al cerciorarme que utilizaba bien el término “marchamo”.  Más claro, el agua.  Dice el diccionario de la RAE que es “la marca que se pone a ciertos productos, especialmente a los embutidos”.  ¡Toma ya! ¿Qué habrán querido expresar los entendidos de la Moncloa? Lo que no contesta el doctor Google es porqué el marido de la Begoña no lo llevaba. ¿Acaso tendrán también subvencionado a Google?

Repuesto del susto, mi imaginación vuelve a hacerme una de las suyas. O de las mías. ¿Lo de la acreditación será algún bulo que los duendecillos de Internet me habrán querido colar? Lo descarto.  Hay que ver las cosas como cambian.  Los intereses políticos, más bien.  ¿Se acuerdan cuando el marido de Begoña tenía las palabras “bulo”, “fango” y “máquina del fango” pegado a la lengua y no había intervención que no salieran por su boca trescientas o más veces? ¿Se han dado cuenta que desde finales de octubre nunca más ha vuelto a mencionar el término “máquina del fango”? ¿Le habrán aconsejado sus asesores que no era conveniente provocar a los valencianos?

Y seguimos con el pin, marchamo o como se le llame. ¿Será un volante que Indicará que están a los mandos de la nave patria para llevarla a buen puerto? ¿O será un tomate que ya ha madurado lo suficiente para ser recolectado tras años de cosecha?

¿Será un tomate de kilómetro cero o importado desde tierras africanas?, se preguntarán los del fango.

PUBLICADO EL 19 DE DICIEMBRE DE 2024, EN EL DIARIO MENORCA

MI ÚLTIMA IRONÍA

… de este año.  O una de las últimas.  La cuestión es que estoy tirando la casa por la ventana -más bien por la puerta-.  Vamos, que tiro todo lo que me sobra y más.  Mejor aún, reciclo, que queda mejor en boca de los nuevos progres.  Y es que ya no quepo en casa -lo de “cabo” ya hace un par de años que lo dejé-.

Acabo de reciclar montones de recortes de Es Diari de los años ochenta, noventa y más.  Los tenía guardados para que, en su día con la jubilación poder ordenarlos y clasificarlos. Nada de nada. No hay tiempo material.  La jubilación no me deja tiempo.  Me dedico más de la mitad de mi tiempo a ella, y no hay forma de escaquearme un rato.  Además, los recortes ya no sirven para el fin propuesto en su momento.  Han caducado.

Han caducado porque de lo recortado se han escrito libros, se han publicado nuevas teorías, están subidos a Internet o se han regenerado en el tiempo. Y muchos temas siguen candentes. Los hermanos siguen.  Del Guerra se ha pasado al Sánchez.

El 23-F estaba en su apogeo.  Aún esperamos saber la verdad.  Muchos la intuimos en su momento. Al menos, parte de ella. ¿Éramos los “conspiranoicos” de los años ochenta?  Ahora, otras verdades oficiales son también puestas en duda.  ¿Más “conspiranoicos” o más mentiras?

El problema del agua en Mahón ya existía. No por los nitratos sino por la escasez.  Y en esos cuarenta años pocos pasos se han dado para solucionarlo.  Ninguno más bien. Seguimos sedientos de agua, de soluciones y de verdades.

El tema del catalán y de la “h” también era una realidad en el siglo pasado.  ¿Seremos capaces de mantenerlo candente durante cuarenta años más? ¿Resistirán nuestros hijos y nietos los ataques al menorquín de nuestros abuelos?

Es Milá ya era noticia.  Y no solo por el vertedero.  También por los menores acogidos en las instalaciones.  Vamos, que los menores tutelados ya estaban en peligro. Y según parece no se ha avanzado mucho, que digamos.

En Mahón la vía de Ronda estaba en proyecto y las viviendas del entorno también.  La pregunta del momento era qué se debía ejecutar primero, si las viviendas o la carretera.  Ahora, ni se arreglan carreteras ni se construyen viviendas.   Al menos, los pelotazos del momento satisficieron a algunos mandamases.  Ahora, ni eso.

Coincidencias aparte, lo importe y lo triste de la actualidad son los cuarenta y pocos euros de Begoña.  Propongo ampliar una casilla más en la próxima declaración de la Renta, para que gente solidaria pueda aportar su granito de arena y ayudar a la pobre -nunca mejor dicho- presidenta.

Seguro que ella- o su pareja- nos lo sabrá agradecer en su momento.

PUBLICADO EL 12 DE DICIEMBRE DE 2024, EN EL DIARIO MENORCA.

JUSTICIA POR SORTEO

 

Nuestro destino muchas veces depende de un sorteo.  Sin ir más lejos, dentro de pocos días y por aquello de la Navidad, un sorteo de lotería repartirá miles de euros por diversas partes de España.  Algunos serán agraciados con un suculento botín, mientras la mayoría se contentará con esperar al Niño -o a la Niña, vaya usted a saber-.

Décadas atrás, otro sorteo se encargaba de repartir destino a los mozos en edad de incorporarse al Servicio Militar.  El que a uno le tocara Canarias o las Vascongadas dependía de eso precisamente, de la suerte -o mala suerte- del sorteo.  Y ya no digamos a quien le tocaba “excedente de cupo”.  Aquello era el gordo con todas las de la ley.

En la actualidad pocas cosas se dejan a la libre disposición, ya no de la suerte, sino del sorteo.  Precisamente hace unos días la suerte del sorteo hizo justicia y declaró no culpable a Pablo Rigo. O lo que es “casi” lo mismo, inocente.

Y Pablo Rigo tuvo suerte, sí.  Suerte del sorteo.  Tuvo suerte de tener en este segundo juicio a unos miembros del Tribunal que le creyeron.  También tuvo algo de suerte que en el primer juicio faltaran algunos votos para declararle culpable. Y como no, tuvo mucha suerte de que en el atraco no lo mataran, faltaría añadir.

Pero Pablo Rigo tuvo también mala suerte con la elección de los miembros del primer Tribunal del Jurado que lo juzgó porque no todos creyeron en su inocencia.  Y también tuvo mala suerte con los fiscales que le asignaron, porque éstos siempre creyeron en su culpabilidad.

¿Hasta qué punto es bueno que el destino de una persona esté en manos de unos ciudadanos ajenos a todo el entramado de la justicia y que puedan moverse más por sentimientos, ideario o prejuicios, antes que actuar por escrutar la verdad?

A Pablo Rigo le ha favorecido la composición del segundo Tribunal del Jurado, sin duda. Y pienso que también le habrá favorecido el hecho de que Fredy, uno de sus presuntos atacantes y hermano del presunto atacante muerto, fuera detenido en las jornadas en que se celebraba el juicio por “presuntamente” agredir, junto con otros individuos, a un hombre en la barriada de La Soledad.  ¿Tras lo ocurrido quién podría negar la agresividad de tales individuos?

“Dios aprieta, pero no ahoga, aunque a mí me está ahogando un poco”, mencionó en su momento Pablo Rigo antes de ser absuelto.  Efectivamente, el inocente pasa un calvario que no se merece, y todo por el mal o el anormal funcionamiento de la justicia.

Visto lo anterior, si alguna vez el sorteo me eligiera para ser miembro de un Jurado, mi veredicto ya lo tengo decidido y sin ningún género de dudas.

PUBLICADO EL 5 DE DICIEMBRE DE 2024, EN EL DIARIO MENORCA.