La
prepotencia y la crisis social que ha provocado el proceso catalanista han
llegado a encumbrar incluso a los vocablos.
Las llamadas a la independencia, a la dependencia, a la autonomía, aparecen viciados y alejados del contexto
cuando uno lo pone de titular. Sin duda,
el título puede arrugar frentes en busca del insulto o de la aprobación. Ni lo uno ni lo otro. Allá ellos con sus
intereses y sus desintereses, y sobre todo, con sus provocaciones.
El
escrito de hoy, el último de este drástico 2017, dirige sus dardos hacia un
tema –para los menorquines- más importante que la crisis soberanista misma: el
tema energético. La independencia a la
que algunos les gustaría aplaudir choca con algo tan esencial como es la
energía. Desconectados de Mallorca y
autónomos en la producción, parece ser el titular de un futuro inmediato. Y no tan sólo eso, sino con la amenaza
latente de cerrar la producción. De quedarnos a oscuras y con el plato frio.
En
este estado es cuando las voces reivindican la dependencia –energética, claro
está-. Pocos se atreverán a alzar la voz y reclamar más recursos que fomenten
nuestra propia autonomía. Eso sí, hablan
de renovar la central eléctrica e invertir millonadas para renovar
instalaciones. Las renovables, que
esperen.
Llenamos
voces de renovables, de limpias y demás, y renegamos de la implantación de éstas
en nuestra propia casa. Unos, por
aquello del tributo al Sol y el bailoteo con las eléctricas, los otros, por
aquello del impacto visual, del vuelo del cóndor y la protección del terreno
infértil y desaprovechado.
La autonomía,
aquella que en su día se denominó
autarquía, y que mal vivió con los
vehículos propulsados con gasógeno o acetileno, no sería apta para las mentes
actuales. Intereses económicos e intereses políticos, impiden avanzar. Nos anclamos en falsos propósitos
adoctrinados por cierto sector de la sociedad.
Negamos las nucleares en suelo propio mientras compramos el resultado en países limítrofes,
intentando obviar que una explosión en
éstas, sin duda, nos la comeremos con tramontana incluida.
Otra
dependencia, otra autonomía, también se quedarán atrás. La ayuda a los dependientes y las políticas
de autonomía personal, sucumbirán a los recortes monetarios. Los chantajes partidistas y territoriales no
hacen más que recortar ayudas a quienes, en su momento, fueron la energía que transformaron
el país y nuestras vidas.
El
egoísmo, tan presente en nuestras vidas, sigue cobrándose víctimas inocentes.
Bon
Any.
PUBLICADO EL 28 DE DICIEMBRE DE 2017, EN EL DIARIO MENORCA