Y de la inmigración ilegal, faltaría añadir. Nadie puede negar que haya negocio tras la tragedia que viven anualmente cientos de miles de personas que tratan de llegar a Europa. Y no tan sólo hay que poner la vista en África, sino que también la tragedia viene desde el Este. Por un lado tenemos a quienes se arriesgan la vida viniendo en patera, y por el otro a quienes se ven obligadas a vender su cuerpo viniendo desde el Este.
Y el negocio existe. Estos traficantes de seres humanos en pleno siglo XXI, sean del Sur o del Este, parece que tienen bula gubernamental porque campan a sus anchas. ¿Tan preocupados están los gobiernos en controlar el alquiler vacacional que no son capaces de controlar a quien entra en su territorio? También es verdad que visto lo ocurrido con el intento de visita de Delcy Rodríguez a Zapatero en Madrid, y la entrada escondida de Brahim Ghali, las fronteras ya no son lo que eran.
En el caso de la inmigración ilegal, no tan sólo se produce el negocio de los traficantes y sus mafias, sino que además hay dos actores que, sin ser responsables del entramado, se ven “obligados” a participar desde distintos vértices de la partitura. Por un lado tenemos a las ONGs que subvencionadas por particulares y gobiernos, -y algunos “sospechosos” ayuntamientos-, salen al rescate y ayuda de estos seres traficados. Por el otro, tenemos al entramado gubernamental que debe velar por su subsistencia. Vamos, que el negocio positivo se lo llevan los traficantes, el neutro los rescatadores intermedios de las ONGs y el negativo, el resto de actuantes, quienes deben destinar dineros propios para la ayuda y acompañamiento de estos seres en peligro.
Y uno, en su ya conocida ignorancia, se pregunta: ¿Por qué no promover una inmigración legal, teniendo en cuenta que una vez en territorio nacional difícilmente son retornados?
Y ya que estamos, porqué no proponer que alguna agencia de viajes con alguna aerolínea o naviera, programara viajes a España desde África o desde el Este. ¿Acaso no sería un negocio rentable, seguro y económico? A saber: los inmigrantes podrían venir de turismo –y una vez aquí, quedarse-; los billetes serían más económicos; no arriesgarían la vida; desaparecerían las mafias; y no sería necesario que las ONGs se dedicaran al rescate.
Vamos, negocio positivo para los inmigrantes y las compañías turísticas, y menos negocio negativo para los gobiernos. Y nula participación de las ONGs en los rescates. ¡Ah! Y ahorro en las subvenciones.
PUBLICADO EL 21 DE OCTUBRE DE 2021, EN EL DIARIO MENORCA.