Puedo
entender que, a los niños de las escuelas infantiles e incluso de preescolar
les llame la atención los cuentos de la Yoli.
La forma de gesticular, el tono de la voz, las pausas en su relato, las
figuras mitológicas…, todo ello motiva atención y da tranquilidad. Y ya no
digamos si lo que se necesita es alguien para amenizar una fiesta de cumpleaños
o un festival fin de curso.
Vamos que,
en vez de contratar a un payaso para una fiesta infantil, bien podríamos
contratar a la Yoli como relatora de cuentos que animara el evento. Y seguro
que lo haría bien. Y además tiene,
probado está, un gran y variado elenco de cuentos, historias e inventivas que
no colapsaría ni repetiría actuación. El
último, el cohete que salva a los ricos de la catástrofe mundial, ya es de fama
mundial.
Me imagino
niños embaucados, padres ilusionados, abuelos a los que se les caería la baba
con sólo escucharla, o simplemente viéndola gesticular, que a veces una imagen
vale más que mil palabras.
Y no es
difícil imaginárselo porque probado también está. Fue capaz de eliminar de la
esfera pública al chuletón de su amigo Garzón, apartar a la mujer de su jefe y,
por si fuera poco, Sumar colectivos, aunque con ello restara votos.
Cuando
escribo estas líneas el Miura 1 ha sido lanzado con éxito. Desconozco si es el cohete al que se refería
la Yoli, o si al menos ha sido recuperado.
Han sido pocos los minutos que ha durado el experimento y no creo que
los personajes de la Yoli sean tan efímeros.
Desconozco si en el elenco habrá reyes y princesas o será un compendio
de presidentes y primeras damas. Pero quien
seguro que tendrá plaza asegurada será el bufón. Un bufón que seguramente será
de derechas y hablará en castellano. Los
libros de historias los siguen escribiendo los vencedores. Y de historietas también. Y ahí están
progresando hacia un mundo mágico, con los colores del Arco Iris y una variedad
de géneros entre cómicos y melodramas.
El bufón de
la corte, o del reino nada tendrá que ver con el de la república de Waterloo,
con barretina y caganer incluido. Pero ambos serán parte necesaria del elenco,
sin los cuales la función no puede empezar, y menos la de los cuentos de hadas. Y de brujas con escoba.
Los niños no votan. Los padres y abuelos, sí. Pero los niños crecen, se hacen mayores y llegarán a la edad del voto con el recuerdo de la infancia y sus temores. Y no será bueno no, que aparezca en el cuento alguien con un tridente y un rabo lleno de fuego y que no sea de derechas.
PUBLICADO EL 12 DE OCTUBRE DE 2023, EN EL DIARIO MENORCA.