Iba a
titular el escrito de hoy con un título del que supongo me dirían que es
inapropiado, vamos, de los llamados políticamente incorrectos. Y es que quienes ya tenemos cierta edad y
vivimos sin malas intenciones adjuntas no solemos reparar en qué decimos y cómo
lo decimos. Pero hoy en día lo que en
nuestra niñez era normal ahora es delito y claro, con tanto ofendido que anda suelto
es fácil pifiarla.
Iba a
titularla “La Navidad del pobre” y todos hubieran entendido que me refería a la
recogida de alimentos y juguetes durante estas fechas para que todas las
familias pudieran celebrar más decentemente las fiestas navideñas, pero me he
vuelto atrás. Es como cuando cambiaron
al basurero por el ingeniero urbano o al gasolinero por el técnico
energético. Queda, a la vista del
populacho, mucho más bonito, más hermoso.
Pero la
realidad, llámesele como se le llame, sigue siendo la misma. Y como viene siendo habitual en mí -vamos que
está en mi ADN, como dirían los criminalistas- voy a tratar solo una parte del
entramado, centrado en la campaña de los supermercados y de las tiendas de
juguetes, si es el caso.
Me refiero
a las fotografías que año tras año acompañan a estas campañas solidarias. En las mismas no suelen aparecer los clientes
de supermercados ni tiendas, los ciudadanos de a pie, vamos, los que abonan el
precio del regalo y no lo desgravan en ninguna declaración al fisco. En cambio, sí que aparecen los encargados de
los establecimientos donde se han recogido los alimentos. Y yo me pregunto ¿por qué no venden los
productos que se recogen a precio de beneficio cero?
¿No les
parece que quienes salen ganando en estas campañas solidarias, además de los
destinatarios, son los propios establecimientos en que se venden y recogen los
productos, con un mayor beneficio en la venta de productos?
Ocurre lo
mismo que con el reciclaje de los residuos.
Antes, vendíamos a los chatarreros el papel de periódicos y
revistas. Hoy en día lo siguen comprando. Pero ahora los hábitos han cambiado. Nos
obligan a recogerlos en casa y a pagar a una empresa para que nos lo recoja y
que sean ellos quienes puedan venderlos a estos mismos chatarreros. Quien dice papel, dice vidrio, plástico, etc. Podríamos añadir a la lista el reciclaje de
móviles, ropa, medicamentos, etc.
Y a eso se
le llama solidaridad, empatía, ecología, agenda 2030 …. Seguro que algunos ya me deben estar
llamándome antisocial, insolidario, o algo peor.
Y tal vez
sí que tengan razón. En lo peor, claro.
PUBLICADO EL 14 DE DICIEMBRE DE 2023, EN EL DIARIO MENORCA.