Desde que
profeso públicamente la religión comunista debo confesar que me empieza a caer
bien Yolanda Díaz. Digo religión porque
la fe ciega al líder es algo innato en los camaradas comunistas. Digo públicamente, porque a la inversa de lo
que hiciera Aznar en la intimidad, ésta me la reservo para mis adentros. Y digo
que confieso, porque la duda siempre tiene que ser emitida.
Y me
empieza a caer bien Yolanda Díaz por algo que dijo y, sobre todo, por
desautorizar al partido sanchista. Odiar
no es un delito, es un sentimiento. Y un
sentimiento no puede judicializarse.
Yolanda Díaz no cree, públicamente, que sea un delito de odio el
apaleamiento a un muñeco que represente a Pedro Sánchez. Y uno se pregunta ¿cómo van a prohibir
apalear a un muñeco si entre sus votantes los hay capaces de quemar fotos y
muñecos del jefe del Estado e incluso de ultrajar la bandera nacional? No ha desvelado, eso sí, qué diría si hubieran
quemado un muñeco de Doña Rogelia.
O todos o
ninguno, faltaría añadir. Otro, al que
muchos califican también de comunista, y otros muchos de todo lo contrario, se
mantiene en la ambigüedad de los sentimientos y en la intimidad de lo actuado, intentando
mantener adeptos de la izquierda y de la derecha. Me refiero a Jorge Mario Bergoglio, más
conocido como Papa Francisco y jefe del Estado vaticano. Si públicamente autorizó la bendición de todo
el colectivo LGTBIQ+, ahora matiza que como máximo la bendición no debe exceder
de quince segundos y sin ningún tipo de ritual.
Vamos, de segunda división. Y a
puerta cerrada a ser posible, le faltaría añadir.
A quién no
se les cierran las puertas sino todo lo contrario es a la Pedroche. Y por mucho que brille la noche, quienes
brillan por su ausencia es el colectivo feminista al no repudiar el empleo
machista de una imagen para beneficios comerciales. Otra a la que también le abrieron los
balcones, y esta vez la televisión pública, fue a Hermoso, quien -pese a no ser
la mejor jugadora del mundo como sí lo fue Bonmatí- fue premiada con las
campanadas del relevo. La valía, siempre
en segundo término.
Otro, a
quien las presunciones en el caso Epstein están a punto de abrirle otras
salidas, es a un expresidente español, alto -para más señas-. ¿Llegará la noticia a los medios o deberemos
seguirlo en Telegram?
Ya lo dice
Yolanda, son sentimientos. O como diría
Jesulín en tres palabras: “sent-i-mientos”.
Sentir y mentir, todo en uno.
Solo faltará añadir aquello de “pague tres y llévese uno”.
PUBLICADO EL 11 DE ENERO DE 2024, EN EL DIARIO MENORCA.