Acertó
de pleno Abascal cuando en sede parlamentaria llamó majestad al marido de
Begoña. Y pese a la regañina de
Armengol, me puedo imaginar la satisfacción interna del aludido. Dejando la
ironía aparte, creo no equivocarme si digo que al consorte de Gómez le gustaría,
si no majestad, al menos ser “coronado” presidente de una hipotética república
española. ¿Se imaginan un presidente con
corona y con cargo vitalicio? Sólo le
faltaría ir bajo palio.
De
momento, lo que sí ha conseguido es que, a su pareja, la “presidenta” como
diría también en los pasillos de la sede parlamentaria su fiel escudero Patxi
López, se la confunda con la “primera dama”.
Sin
duda alguna son términos machistas, pero que en bocas progresistas intentan que
no lo sean tanto. ¿Se imaginan seguir
llamando “alcaldesa” a la mujer del alcalde, o “embajadora” a la mujer del
embajador? Vamos, que de machistas hay
muchos aún. Con sólo asomarse al
Vaticano y oír las palabras de Francisco vamos servidos. Aún no se había disculpado del “mariconeo”
que existe en los seminarios y va y nos suelta aquello de que “los chismes
son cosas de mujeres”. Y para rematarlo, continúa con aquello de que los
hombres son quienes llevan los pantalones.
¿Qué
dirían las feministas del Papa, si éste no tendiera hacia la izquierda? ¿Qué
diría la Yoli del Papa si ésta no lo visitara tanto? Vamos, que de momento no
hemos roto relaciones con el Vaticano ni hemos llamado a la embajadora a
consultas. ¡Y eso que Francisco también
es argentino como Milei! Pero claro, para Sánchez no debe ser lo mismo. Y es
verdad que el machismo sigue arralado en la sociedad. Muchas veces, inconscientemente. Otras,
disfrazado de todo lo contrario. El
poder del hombre sigue arralado en la mayoría del poder político. Sólo falta observar al gallo rodeado de
gallinas en el corral de la cosa política. A los gallos, mejor dicho.
Y
Begoña no está sola, no. No comparto que
los consortes, parejas y demás, de los titulares de cargos institucionales, con
la excusa del protocolo en las recepciones, tengan presencia en la cosa
pública. Y por ello mismo siempre me he
posicionado en contra del término “consorte de la reina” y “reina
consorte”. Siempre me he posicionado en
contra de que la reina Sofía y la reina Leticia tengan prevalencia en la
institución, a pesar de que -a ellas sí- la Constitución les otorgue este
lugar.
¿Se
imaginan el representante de un consistorio ir con su pareja a una reunión de
la FEMP? ¿Tenemos que pagar los ciudadanos los gastos de representación de las
parejas de los políticos? ¿Por qué a unos sí y a otros no?
PUBLICADO EL 6 DE JUNIO DE 2024, EN EL DIARIO MENORCA.