PUENTE SI, PUENTE NO

 Ya tenemos tema del verano. Del verano 2025.  Ahora nos faltará la rutinaria y periódica manifestación con el lema de que “Menorca no se destruye” y como no, algún tímido corte de la carretera ante las cámaras.  Todo ello en la esfera pública.  En la no pública -que no privada-, desconozco si habrá alguna acción, como la que supuestamente le llegó al ministro de Sumar o no, pero conociendo los antecedentes lo lógico es que aquel autobús que en su día se paró en el proyecto de puente, vuelva a ponerse en marcha y esta vez haga parada en algún que otro despacho en el extranjero.  ¡Que para eso existen los lobbies!

Soy partidario del puente.  De la rotonda a dos niveles.  De la seguridad vial.  Del progreso. De todo lo que priorice la seguridad vial. Y añoro, como no, que el primer boceto del proyecto, aquel que incluía un carril bici y peatonal segregado que unía Mahón con Ciutadella, no viera la luz y se hiciera realidad.  ¿Destruir territorio? ¿Qué territorio? ¿Acaso los pocos metros que se “destruyen” son pasto de animales o campos de cultivo? ¿Acaso el sector primario quebrará por ello?

Es cierto, hay mucho tráfico. Demasiado.  Y de cada vez, más.  Mucho más. ¿Acaso creen algunos que no aumentando la carretera disminuirán los coches? ¿Acaso no saben que el decrecimiento tiene que ser al unísono?  Disminuir presión significa disminuir población, y eso ni está ni se le espera.  Si no actualizamos los recursos al aumento de población, colapsamos.

Y la tendencia es que la población aumente.  Y aumenta.  Superamos los cien mil y nada indica que disminuya en el futuro. Y en esto nadie habla de prohibir, de restringir, de disminuir. Y faltará vivienda.  Y faltarán médicos.  Y policías. Y viviendas para los médicos y para los policías... Y sus familias.  Y escuelas.  Y profesores.  Y viviendas para los profesores.

Podemos parar un puente, sí.  Podemos destruirlo.  Dinamitarlo también.  Pero el problema no será el puente, no.  El problema será la sobreocupación.  La saturación.  El crecimiento desmesurado.  Y la saturación, el crecimiento desmesurado, aparece cuando la ecuación es desigual.  Si las infraestructuras crecieran o decrecieran al unísono que crece o decrece la población, hablaríamos de equidad, de igualdad en la ecuación.

Triste sería que la única forma para decrecer fuera dejar de ser patrimonio mundial. Seguro que hay otras opciones sin necesidad de perder el marchamo -y las condiciones- que algunos nos han impuesto.

Bienvenidos sean la población y las infraestructuras. Sin duda, todos ganaremos. Al menos, así queda bien uno, aunque piense lo contrario.

PUBLICADO EL 14 DE AGOSTO DE 2025, EN EL DIARIO MENORCA.