MOTIVOS PERSONALES U OTROS.


¿Por qué los llamamos personales cuando los motivos son otros?  Tras la supuesta dimisión de la consellera de Sanidad “por motivos personales” se me activa el gusanillo de matizar la frase elegantemente utilizada por muchos titulares de la clase política, tanto actuales como pretéritos.


Muchas veces –y la de la ex – consellera Casto tiene todos los números de ser una de ellas-, una dimisión viene a ser la salida elegante al cese.  O te vas, o te echo, parece que le viene a decir su jefe.  Más aún cuando  en la toma de posesión de su sustituto, el discurso viene a ser la antípoda de lo actuado hasta ahora.  Diálogo le encargó el jefe del ejecutivo al nuevo conseller Mesquida.   Eficiencia antes que recortes, proclamó el nuevo conseller.


Pero el caso balear es  uno más.  Otros calificativos pueden acompañar las dimisiones.  Una “dimisión irrevocable” será sinónimo de que la dimisión ha sido decisión –esta vez, sí- propia del titular de la cartera.  Incluso, este calificativo de “irrevocable” sería aviso hacia su jefe de que no insista, que está todo decidido.


Una “dimisión por asuntos familiares” también viene a ser una decisión tomada por el propio titular de la cartera en el que otros intereses –esta vez familiares- han pesado más en la balanza de los intereses.  Los “motivos de salud” también entrarán a formar parte de estas verdaderas decisiones personales propiamente dichas.
Pero la mayoría de dimisiones no suelen ser por voluntad propia.  Simplemente porque  a nadie –a no ser que las circunstancias les obliguen a uno-  le debe apetecer abandonar una ocupación te tanta responsabilidad, por decir algo.

Lo que más me ha extrañado en esta última dimisión ha sido que no ha habido titulares de la misma.  Lo lógico hubiera sido titulares tales como “El conflicto médico provoca su primera víctima”, “médicos 1, consellera 0”, “Crisis en el Consolat de la Mar”.  “Bauzá rectifica y sacrifica a Castro”, etc.  Pero no, la información ha sido insípida, como si un pacto entre Govern-médicos-medios de comunicación dejara el titular a expensas de lo publicado en el BOCAIB.


Y en este caso habría bastante que analizar.  Primeramente, que la decisión de un Consell de Govern no es de una consellera sino, o bien del colectivo o de su presidente, que es quien marca el paso y la dirección del gobierno.  Así, lo más lógico es que, vista la presión del colectivo médico, se decidiera cambiar de táctica, y por no ser elegante el rectificar públicamente, se sacrifica al titular de la cartera y tan felices.  Así aparecen las medallas al mérito y sacrificio en el desempeño de responsabilidades políticas.

Segundo.  Que por las mismas razones que cuando hay que cambiar de rumbo se sacrifica al copiloto, de haber no estado de acuerdo este último con las decisiones de su jefe, también habría desaparecido del mapa político con anterioridad, lo que da la imagen de que los ministros-consejeros son meros instrumentos a quienes sacrificar a las primeras de cambio.

Tercero. Y no menos importante, es la presión que puede efectuar un colectivo cuando sus funciones no son fácilmente suplantadas por una bolsa de trabajo.  Si el conflicto lo hubieran efectuado enfermeros o mejor aún, auxiliares de enfermería, el ejecutivo no hubiera cedido.  Y no hubiera cedido porque en las listas del paro hubiera encontrado a centenares que hubieran acudido rápido a suplantar a aquellos huelguistas.  En el caso de los facultativos, la cosa cambia.


Igual pasó con las últimas oposiciones a IBSALUT, por cuanto a las auxiliares de enfermería se les obligó estar en posesión del certificado de catalán, mientras a las enfermeras se les dio una prórroga de varios años, y a los médicos se les eximió de él. Y es que la pirámide siempre se sustenta por una base amplia, pero cuando ésta se invierte, toda ella fracasa.  Y esto lo podríamos transpolar a cualquier otro sector de la sociedad. Como en realidad se viene haciendo.

Cuarto y no menos anecdótico, es que cuando se utiliza a un miembro del colectivo para dirigir al mismo, muchas son las ocasiones en que la operación es abortada.  Da la sensación como si el elegido vendiera al colectivo para bien posicionarse.  O al menos, las soluciones esgrimidas parecen salidas desde fuera del mismo.  Una incógnita.  Pero no una, sino muchas.


Quinta y última, da la sensación de que hay un uso y abuso de los titulares de las carteras.  De un usar y tirar. De un clínex, vamos.  De unas meras marionetas, que sólo se mantienen quienes más saben nadar y guardar la ropa.  O quienes menos decisiones toman.

PUBLICADO EL 10 JULIO 2012, EN EL DIARIO MENORCA.

OTRO PRINCIPIO DE JULIO


Si echáramos mano de la memoria y de la estadística, veríamos que al inicio  de las vacaciones de verano, del éxodo de centenares de miles de familias en busca de unos días de asueto, lleva aparejada una subida en los carburantes, en el gas y en la electricidad.  Tampoco es de extrañar si a ello, le unimos alguna sorpresa al regreso en forma de ERE, o simplemente encontrarse uno con las puertas del lugar de trabajo cerradas o con el cambio de la actividad. 

Por de pronto, ya hemos conseguido que el negocio de las farmacéuticas –o de los laboratorios- no se retraiga.  Y eso gracias a nuestra participación en los costes –uno ya no sabe si de producción o de comercialización- de los medicamentos.  Por una parte, hay que reconocer que el anterior sistema era demasiado bueno para sobrevivir en una época de crisis.  Por otra parte, la prisa suele ser mala consejera.

Y esta es la sensación que deja el primer y único anuncio.  Todos pagan –casi todos-.  Y unos más que otros.  O al revés. Unos menos que otros.  Nunca me han parecido equitativos, justos o como deban calificarse, los porcentajes aplicados por tramos.  Siempre se deja a una parte, en inferioridad de condiciones. 


Se ataca al pensionista, pero se le resguarda en el diez por ciento con un máximo de una horquilla que varía de los ocho a los sesenta euros mensuales según la renta.  Perfecto.  Pero  ¿por qué un pensionista que gane noventa y nueve mil euros anuales tiene que pagar igual que uno que no llegue a los veinte mil euros? ¿ O por qué un pensionista que gane cuatro veces más que un activo tiene que pagar veinte euros máximo si el activo, cobrando cuatro veces menos tiene que pagar el doble? ¿Quiénes son los pensionistas que ganan más de un millón de pesetas mensuales?  Siempre, siempre, los mismos nombres.  Y a la pobre viuda de un trabajador cualquiera, le suben mil pesetas al mes y le quitan mil quinientas de medicinas. ¡Vaya chollo!.


Y seguimos con la sanidad.  Menos personal sanitario y más atención en menos tiempo.  Los números les deben cuadrar a la perfección por aquello de ratios y demás fórmulas matemáticas. No lo dudo. Lo que dudo es que en la práctica el sistema no se colapse. Y ya se sabe, siempre pagan justos por pecadores.


Y la enseñanza. Si hay que aplaudir la relación de las becas con el expediente académico, se aplaude.  No puede ser de otra manera. No hay porqué subvencionar a mediocres en la universidad, en la pública claro.  Que de la privada, hablaremos otro día.  Del mismo modo, si hay que recriminar la política de menospreciar la labor de apoyo para los menos preparados, se recrimina. Menos profesores, más alumnos en clase, mayor conflicto.  Menos profesores de apoyo, mayor fracaso escolar. 


Pero el fracaso escolar así como la atención médica universal, no aparecen en la lista de prioridades.  Las prioridades parecen ser otras.  Y más rentables.

Y siempre la conclusión nos conduce a una vía sin salida.  Sin salida porque la puerta de escape siempre está cerrada a cal y canto por los oídos sordos de quienes deberían escucharnos. ¿Por qué recortamos en educación, sanidad y pensiones y no recortamos en beneficios bancarios, políticos y deportivos?  ¿Por qué cuando una empresa finiquita no se la nacionaliza y el Estado asume la productividad como lo ha hecho con la crisis bancaria?


Llega uno a la conclusión de que el Estado no existe.  Existe una confederación de negocios –eléctricas, bancos, laboratorios, …- quienes manejan el cotarro.  Y prueba hay de ello.

Hace un tiempo, relativamente poco, en que dio la sensación de que los primeros recortes iban dirigidos a estos abusos.  Los medicamentos genéricos, fueron prueba de ello.  El Estado y las Comunidades Autónomas dejaban de subvencionar las especialidades farmacéuticas si había genéricos a menor precio.  Así, un enfermo crónico como el que suscribe,  pasó de tomar Diován 160 mg a tomar Valsartán 160 mg, que es el mismo principio activo del que está compuesto el primero.  Y más barato. Hasta aquí, todo normal.  ¡Menos el negocio de los laboratorios y demás!.

Al cabo de unos meses, me vuelven a dispensar el Diován 160 mg.  Uno, a ello le da dos versiones. O tres.  O bien el genérico ha aumentado de precio –por aquello de la oferta y la demanda- o bien lo ha disminuido el no-genérico.  Otra opción más macabra sería la vuelta a tras de lo dicho, por presiones de algún sector.  Lo cierto es que ahora, si aumentan el porcentaje de pago por parte del usuario, habrá que ir regateando precios, nombres y demás.  Y eso siempre que la dispensación permita la elección del mismo. 

España ha ganado la final y ha vencido a Italia.  Nadie se acuerda en estos momentos de las primas millonarias de nuestros futbolistas. Ni Hacienda obtendrá ningún pellizco de ellas.  Son trampas legales en las que el legislador no ha querido entrar.  ¿Quién se atreverá ahora a criticar  las primas? ¿Quién se atreverá a decir que el jugador de la selección ya cobra por ganar y no sólo para jugar? ¿Se acordarán de aplicar la misma canción que se aplica para criticar al funcionario de a pié?


Pero mientras haya divertimiento, no hablaremos de crisis.  Mientras haya vacaciones, no hablaremos de crisis.  La crisis volverá cuando la normalidad vuelva a nuestras vidas, a nuestro cotidiano ir y venir.  Principalmente, cuando este ir y devenir no tenga sentido, cuando no tengamos a donde desplazarnos.
Mientras tanto, bienvenido sea el mes de julio.  Con sus subidas, con sus recortes, y con sus idas y venidas.

PUBLICADO EL 5 JULIO 2012, EN EL DIARIO MENORCA

ENTRE LOS CUATRO GRANDES


A veces las imágenes nos engañan.  Y de no hacerlo, somos nosotros quienes no creemos lo que ven nuestros ojos.  Y es que hay ocasiones en que el titular de la noticia parece más morbosidad que realidad.  Me refiero a la imagen que la pasada semana dio media vuelta al mundo. Digo media exagerando, claro.  Europa no llega si quiera a esta mitad, pero bueno es que al menos, algunos se lo crean.
Merkel, Hollande, Monti y Rajoy fotografiados juntos con un pie de foto que venía a decir que las cuatro grandes economías europeas se habían reunido para  establecer los mecanismos con los que reflotar la Zona Euro.  Y uno, aún inocente, buscaba al quinto en discordia y no.  No había quinto.  Los cuatro  eran todos los que eran y Rajoy estaba entre ellos.  ¿Y si hubieran sido tres? ¿Estaría España entre ellos?

Si en su día, cuando Zapatero se sentó entre los veinte más grandes del mundo, el descojono fue monumental   ¿qué decir ahora?.  ¿Cómo creerse uno que España, con los bancos rescatados, con el Estado bajo control de los organismos europeos, con el Gobierno bajo las directrices de la señora Merkel, seamos consultados junto con Italia, para reflotar la Zona Euro?.

Y si España de verdad estuviera entre los cuatro más grandes de Europa…. ¡como deben estar los demás europeos!.  Pero dinero, hay.  Flujo, movimiento, circulación del mismo, tal vez no, pero lo que es dinero, seguro que hay.  Al menos, en algunos bolsillos.  Y despilfarro también.  Ah, y no culpen de ello a los funcionarios. Culpen si acaso a sus señorías.

Cuando Esperanza Aguirre dijo aquello de quitar diputados autonómicos, del Senado incluso, y de reducir coches y demás, no agradó.  Tampoco agradó cuando el Parlamento Europeo en el mes de abril votó una enmienda para restringir los vuelos en primera clase de sus señorías.  Según los datos que  corren por Internet, sólo cuatro de sus señorías españolas votaron a favor de volar en  clase turista.  Del resto dos se abstuvieron y los restantes –mayoría, eso sí- votaron a favor de seguir gastando seiscientos cincuenta euros por trayecto, en vez de los setenta y cinco euros de haberlo hecho en turista.

Y sólo son números.  Pero aunque suene mal, son número en mayúscula.  Un trayecto de ida y vuelta en Bussines Class da para pagar un maestro de escuela durante casi un mes.  El sueldo de varios portamaletas y abre-puertas familiares de sus señorías, servirían para mantener abierto algún quirófano, y no digamos si juntáramos el sueldo, dietas y gastos de representación de sus señorías europeas.


Y eso que uno no se atreve a mencionar a los bancos y a sus señorías los banqueros.  Porque uno ya no sabe si de verdad hay cuatro poderes –por aquello del cuarto poder de la prensa- o si este supuesto cuarto poder es el quinto, o simplemente algún banquero es el cuarto.  Y digo “algún banquero” porque no creo que todos sean tan afortunados.  O al menos  no todos lo han conseguido.


Y los bancos lo tienen bien.  Demasiado bien.  Al menos, su rescate lo pagaremos entre todos con la subida del IVA,  con el recorte de los sueldos, con la supresión de las desgravaciones y con la subida de impuestos y abaratamiento del despido y de las prestaciones sociales.  Y aún así, querrán que los ciudadanos de a pié sigamos hipotecándonos, paguemos comisiones y mantengamos las jubilaciones de sus señorías intactas, aunque para ello tengamos que trabajar hasta los setenta y tantos años.
Y aquí es cuando entran en juego las reformas de cada viernes.  Y dado que se prevén muchas y duras, y antes que se les terminen las ideas, voy a proponer una que, muy por seguro, aún no se le ha ocurrido al funcionario de turno.  Y digo funcionario y no político, porque si Zapatero tenía  una legión de seiscientos asesores, seguro que el actual Gobierno, con tanta reforma, debe necesitar muchos más que los seiscientos de los antiguos sociatas.
Y la propuesta que le planteo es sencilla y eficaz.  Y sobre todo, gratuita.  Gratuita porque no pretendo gratificación alguna.  Además, aunque se la pidiera, seguro que legislarían para confiscármela, vamos, que antes que me la confisquen se la ofrezco yo mismo.   Eso sí, con una condición: que en la próxima reunión con la señora Merkel, sólo aparezcan en la fotografía de rigor Rajoy y Merkel.  Con el pie de la fotografía uno ya se siente satisfecho.  Y sin retención alguna en cuenta.


Ah!. Se me olvidaba la propuesta.  Es sencilla. Y real.  Le propongo  al funcionario  asesor de turno, que haga llegar la idea a su superior, de que para disfrazar la  eliminación de las pensiones, lo más fácil es dar un giro de ciento ochenta grados a la ley y punto pelota.  Me explico.  Al alcanzar la edad de los dieciocho años los españoles de a pié y los asimilados, empezarían a cobrar la pensión de jubilación, hasta una edad que ustedes elijan –al menos podrán decir que algo habrán decidido-, veinte, veinticinco, ect.  Después de los veintitantos o la edad que sus señorías elijan, pues a trabajar…  A trabajar toda la vida. 

Ah!.  ¡Y se ahorrarán las pensiones de viudedad!
Como ven, legislar es muy fácil. 
Y en tiempo de crisis, más aún..


PUBLICADO EL 1 JULIO 2012, EN EL DIARIO MENORCA.

PANEM ET CIRCENSES


… iam pridem, ex quo suffragia nulli uendimus, effudit curas; nam qui dabat olim imperium, fasces, legiones, omnia, nunc se continet atque duas tantum res anxius optat, panem et circenses.
(Juvenal, Sátira 10.77–81)


Estén ustedes tranquilos que no es que la máquina se haya vuelto loca, ni tan siquiera es la visita de un duendecillo de la imprenta.  Podría ser un acto de pedantería de quien esto escribe, pero no es mi estilo.  “Pan y circo” escribía Juvenal, en su Sátira X,  como la costumbre de los emperadores romanos de regalar trigo y entradas para los juegos circenses como forma de mantener al pueblo distraído de la política.

Y dos mil años después, nuestros mandatarios toman nota y nos dan “pan y futbol” .  Incluso nuestro presi  se dirige a Del Bosque y le pide que “La Roja”” nos de una alegría en estos tiempos tan difíciles.  Lo que por seguro no se esperaba nuestro presidente es que Del Bosque le contestara “que no creía que ganar la Eurocopa fuera la solución para España”. 

Y efectivamente la solución la aporta otro miembro del partido en el Gobierno. Solución o parte de ella.  Esperanza Aguirre en una de sus famosas arengas hacia la audiencia, sostiene que el ahorro tiene que empezar con el ejemplo de los propios mandatarios. Y no se queda corta, no. Y para ello, la muy popular, propone reducir drásticamente el número de poltronas en las asambleas. Y con ello, el gasto público.
Pero no, Esperanza se queda sola en el intento de abaratar costes al Estado.  Al menos, cuando estos recortes saldrían ya no del bolsillo del contribuyente, sino del político.  Y ha conseguido más.  En una jornada ha conseguido que tanto populares como socialistas mantengan idénticas posiciones respecto a la propuesta. Un “no” rotundo, y a la vez unánime.

También es cierto que podría haber sido más tolerante y sólo sancionar a los diputados que no cumplen la jornada laboral en sus asientos.  Pero tampoco hubiera cuajado.  Pero al menos, ha encendido mecha.

O el pan, o el circo. O ambos,  porque durante unas jornadas los españolitos de a pié, cargábamos mente y mano contra sus señorías apoltronadas.   Por unas jornadas nadie entendía de crisis, de paro ni demás cuartos y enteros, y encarrilaba sus protestas contra tanta ostentación  de poderío.  Los banqueros también estaban en el punto de mira y las ayudas en forma de rescate financiero daban la estocada mortal.

Pero España resiste los embates como nadie.  El presidente de la cosa judicial también entraba en entredicho y nadie del Gobierno abría boca para decir la  suya.  Y es que tanta independencia no da para tanto. O sí. O demasiado.  Para otros, claro.

Si fuéramos sumando localidad por localidad, comunidad por comunidad, muchos serían los dineros que revertirían en el estado económico y no habría necesidad de tanto punto, de tanta deuda, de tanto regalo.


Pero esto no vende, al menos para alguno de los algunos.  Y en esto vuelven a coincidir tanto uno como otros.  Sanidad, educación, dependencia y demás sujetos conceptuados como  del bienestar  social, sí.  Y el pan y el circo estaban servidos.  Al menos no era todo futbol.  Ni baloncesto, otro que tal.

Y las voces se acallaron.  Esperanza enmudeció por sus propios.  Y los demás apoltronados respiraron tranquilos.  No eran tiempos de levantar liebres.  La siempre presente Constitución y el siempre presente temor a dañar a la monarquía impedían –escudaban más bien- cualquier reforma.

Y la hipocresía.  Hipocresía, miedo más bien, de tener que hacer otro llamamiento a las urnas.  Miedo a que el votante deje de serlo, o cambie el sentido.  Miedo a que los “por defecto” votaran “por desafecto”, y estos ya son multitud.

Pan y fútbol primero.  Vacaciones veraniegas después. Y el otoño.  Otoño…  En el circo, actuando, y con los leones hambrientos.  De las Cortes, claro. De su interior, vamos...


P.D.
Como la pedantería no es buena consejera, y dado que en Wikipedia –donde he consultado el origen de la misma- se exponían ambas versiones, aquí va la traducción del retazo de la Sátira X de Juvenal :Hace ya mucho tiempo, de cuando no vendíamos nuestro voto a ningún hombre, hemos abandonado nuestros deberes; la gente que alguna vez llevó a cabo comando militar, alta oficina civil, legiones— todo, ahora se limita a sí misma y ansiosamente espera por sólo dos cosas: pan y circo”.
¡Y para que luego digan que no hemos aprendido de la historia!.


PUBLICADO EL 21 JUNIO 2012, EN EL DIARIO MENORCA.

UN RESCATE CON CENSURA.


“Los sabios hablan porque tienen algo que decir. Los tontos hablan porque tienen que decir algo”    (Platón).

El  pasado sábado el café vino con sorpresa.  El azucarillo se recreaba con  la frase de Platón que inicia el escrito.  Parecía como si el acontecimiento de que España estaba intervenida abriera  el abanico de comentarios.  No más lejos.  España oficialmente no estaba intervenida.  Oficiosamente ya lo estaba desde el verano pasado cuando Zapatero dio un viraje a sus políticas económicas y preparaba la entrada de Rajoy a la Moncloa.  Pero entre unas y otras, lo cierto es que no es el Estado sino el capital español quien está intervenido.

O rescatado, como prefieren llamarlo.  Lo que uno ya no entiende, es qué tiene que ver el Gobierno con el rescate de los bancos.  Seguramente mucho. Todo. ¿Serán los bancos los testaferros del Gobierno?.  Para quien  como yo, que habla por hablar, esta actuación parece más chapuza que solución.  La realidad económica es que el dinero no circula, y nada más.  Y no circula porque no hay confianza.  ¿Cómo pretenden los bancos que el dinero circule si no hay quien pueda gastar?

Con e dinero ocurre lo mismo que con la circulación sanguínea.  Si el corazón no bombea la sangre, si las venas y arterias no la transportan de un lugar a otro, el cuerpo fallece.  Si los bancos no obtienen rentabilidad no invierten. Si no hay seguridad, tampoco.  Así las cosas de no producirse una buena circulación monetaria, la economía se nos va al carajo.  Y con la economía todo lo demás.  Tan sencillo y tan complicado.

El rescate de los bancos lleva el aval del Gobierno, del Estado y de los ahorros y futuros impuestos de por vida de todos nosotros. Pero los bancos no soltarán dinero a la ligera, no. Prestará al Estado y a las Comunidades Autónomas, invertirá en productos internacionales, y poco más.  El mercado interno no da confianza.  Y ahora mucho  menos con la filosofía de “trabajar más y ganar menos”. 

No se crea empleo, no se gana lo suficiente y todos con la amenaza de la suspensión de pagos en la nuca.  ¿Cómo pretenden que sin dinero y sin trabajo, las familias inviertan en el consumo?

Y es que la crisis no es una, son varias.  La de los mercados, la del Estado y la del capital.  Y Europa nada ha ayudado para evitarlo.  Las políticas nacionales han primado más que el concepto mismo de Europa.  Y así nos va  por  no haber sabido  maniobrar a tiempo.

Una retirada a tiempo suele ser una victoria.  Europa y su euro nos engatusaron desde un principio.  Y nos engatusaron  tanto que no supimos salirnos a tiempo. Y tampoco está en nuestros planes futuros el marcharnos por la puerta de atrás.  O por  la principal.  O simplemente dar un portazo.  O un simple puñetazo sobre la mesa.  Porque para ello, se necesita orgullo.  Y eso, también lo perdimos por el camino.

Orgullo.  Orgullo de ser español.  Orgullo de ser diferente.  Orgullo de ser como somos, ni más ni menos que otros.  Pero no.  Nuestra circulación ya no sería sanguínea sino de horchata.

Prestigio. Tampoco tenemos prestigio en el exterior.  Nuestros gobernantes nos la finiquitaron cuando tanto proceso de corrupción apareció en escena. Y siguen apareciendo.  ¿Qué confianza, que credibilidad podemos dar al exterior, si en el interior estamos divididos?.

La ayuda o rescate a los bancos españoles es similar a aquellas imágenes que nos llegan de los camiones y demás bártulos de ayuda humanitaria que llegan a las tierras del África más pobre.  Con los saqueos, con las mafias que se lo reparten, con la hambruna que continúa mientras los señores de la guerra hacen su agosto.

La intervención nos enseñaría a cultivar la tierra,  a recoger y preparar la simiente para la próxima cosecha.  Pero para ello, la intervención debería ser desinteresada e intervencionista.  Una colonización, vamos.

Como cuando los ingleses nos conquistaron y permanecimos leales a su graciosa majestad.   ¡Cuantas veces podríamos reescribir la historia!.

Y un rescate con censura.  ¿Quién se atreverá a hablar del Menorca Básquet? ¿O del Mallorca?.  Y eso también son dineros…., muchos dineros.

Ya lo dijo Platón.   Tenía que decir algo.

PUBLICADO EL 14 JUNIO 2012, EN EL DIARIO MENORCA

TRANSPARENCIA IGUAL A CONFIANZA


Confianza es una de estas palabras que si no existieran  habría que inventarla. Y no tan sólo inventarla sino que practicarla.  A la transparencia, le ocurre el efecto antagónico.  Y no es que tengamos que erradicarla, sino todo lo contrario. 

Declararla  en peligro de extinción, al menos.  Y propiciar  su uso, su costumbre, su necesidad.  Es más, su obligatoriedad.  Lo que antes venía en llamarse “luz y taquígrafos” hoy en día brilla por su ausencia.   Los mercados hablan de confianza o falta de ella, los electores han perdido hasta la fe en sus representantes; los afiliados sindicales otro tanto, y no digamos ya los clientes de las entidades bancarias.   Y es que si viviéramos virtualmente muchos seríamos quienes nos pondríamos en off a la espera de tiempos mejores.

Esta vez el epitafio  de que “entre todos la mataron  y ella sólo se murió” no cuela.  No cuela porque muchos son los que, en mayor o menor medida, están matando el hasta ahora estado de bienestar, la gallina ponedora de huevos de oro.  La crisis y la sumisión del poder político al poder económico y alguno más, provocó que las cosas empezaran a ir mal. Muy mal.  Tan mal que aún no hemos tocado fondo. Y eso que de fondos, hay.  Cayendo y acelerando a pasos forzados.  Y sin soluciones a la vista. Sólo recortes y más recortes.  Recorte o más por viernes y no trece.  Y uno vale, dos también, pero el enésimo segundo, crispa los ánimos.

Y sin transparencia, más.  Y sin confianza, no digamos.  ¿Tan difícil es salir al ruedo y decir las cosas por su nombre?  No es de recibo el mantenimiento de un Senado cuando recortan ayudas sociales, presupuestos sanitarios y calidad educativa.  Ni tampoco es de recibo que la cantidad que se reduce en sanidad y educación vaya a Bankia.  Y no es de recibo  que el Gobierno impida que se investigue posibles irregularidades en el entorno de Bankia. Y menos aún cuando la fiscalía abre una investigación al mismo por posibles hechos constituyentes de ilícito penal.    Y eso que aún no se ha abierto la veda bancaria. 

Tampoco es de recibo que a un presidente de un organismo judicial se le acuse de gravedad y éste no de públicas explicaciones ni que nadie reclame transparencia en las actuaciones.

Da la sensación de que el método es de matar mosquitos a cañonazos, como los doscientos mil euros –como mínimos- gastados para mejorar la imagen del rey en un acto castrense, mientras a los soldados se les hacen pagar la mitad del rancho y se les congela las nuevas incorporaciones.  Y las dietas que se van  hacia Afganistán y demás misiones con adjetivo humanitario.

Tampoco es de recibo que por Internet naveguen centenares de mensajes  con datos relativos a políticos y sus familiares, sus negocios ligados con empresas sanitarias, educativas e incluso de defensa, bancarios y demás habidos y por haber, y nadie, ningún político, ningún dirigente, incluso ningún otro poder independiente del Estado de Derecho, sea capaz de coger el toro por los cuernos y decir aquella frase, tan tranquilizadora, tan eficaz en según que momentos, de “¡No es cierto!”.  Pero no, nadie desmiente nada. Nadie contradice nada. Nadie investiga. Todos callan.

Nadie afirma nada.   Al menos nadie mete la pata ni habla demasiado.  Pero también el dicho,  sentencia: “quien calla, otorga”.  Y en estos casos, resta confianza y otorga muchas respuestas no verbales. 

Uno mira a su alrededor.  No ve ni hilos ni guantes que lo maniobren a uno, ni al prójimo subido en estrado, pero los ojos, aquellos esquivos traidores de uno mismo, delatan.  Son testigos de cargo aún no imputados.  Y tal vez,  nunca lo lleguen a ser.  No es fácil probar.  No es fácil ser justo.  Y mucho más difícil es descubrir las verdades de Estado.  Al menos, los historiadores, los escritores y los periodistas tendrán su empleo seguro.  Al menos su transparencia nos dará cierta confianza.  O aún más desconfianza.

PUBLICADO EL 8 JUNIO 2012, EN EL DIARIO MENORCA.

MENSAJES CLAROS Y CONCISOS


Atención, estos parasoles no deben  utilizarse durante los desplazamientos. Solo se deben utilizar cuando el vehículo esté detenido”. Este era el aviso, tal cual venía escrito en la hoja que acompañaba el producto.  ¡Para que luego digan que los españoles no leemos las instrucciones!  ¿Acaso el fabricante tenía miedo que algún zoquete condujera su vehículo con el parasol desplegado en todo su parabrisas?.

Pues parece que sí.   O al menos quiere resguardarse de alguna demanda judicial por los perjuicios causados si se diera el caso.  ¿Acaso creen ustedes que las cajetillas de tabaco llevan la leyenda de que “fumar mata” para avisar a los fumadores? Para eso, mejor sería no venderlo.  Pero no, el fabricante, el importador, el vendedor, quiere, necesita vender el producto, aunque mate.  Lo que no quiere el fabricante, el importador, el vendedor, es tener que pagar indemnizaciones porque algún avispado usuario, o un familiar de lo más apenado, recurran a la justicia para cobrar alguna  indemnización.

Y hay muchos mensajes curiosos.  Otro de ellos es el que aparece en los envases y en los prospectos de los medicamentos.  “Mantener fuera del alcance y de la vista de los niños” Y uno se pregunta, ¿cómo dar la medicina a un niño con fiebre si tiene que permanecer a una distancia del mismo que no la pueda ni ver ni alcanzarla?. Sin duda, el comentario riza demasiado el rizo.

Y este rizo me traslada a una anécdota que tuvo lugar hace muy pocas fechas.  Tan pocas que aún reconocería la faz de la persona que provocó la misma.  Mujer de unas setenta primaveras, lustro más lustro menos, entra en una oficina de la administración pública acompañada de un perro de talla diminuta.  Cuando se la atiende, deja el perro suelto a su libre albedrío.  La funcionaria de turno, como si no quiere la cosa, con toda la educación, modales y paciencia habida y por haber, le sugiere sacar el perro, argumentado además  de que en la entrada hay un letrero prohibiendo la entrada de perros.  La mujer, setenta y tantas primaveras, sin rubor alguno, espeta de que no.  Y añade, que el perro no se ha enterado ya que no sabe leer.

¡Faltaría más!. ¿Se imaginan a un perro que supiera leer? ¿Y jugar al dominó? ¿Y consultar el saldo del banco por Internet?. Pues por lo visto, aquel chucho peludo era un analfabeto con todas las letras.  Y su dueña, pues para unos, una dulce ancianita. Para otros, una incívica ciudadana.  Y para el resto, una persona con mala, muy mala educación. 

Y esta anciana de setenta y tantas primaveras, es el ejemplo del usuario a quien iba dirigida la advertencia del parasol.  La administración deberá tomar nota y señalizar adecuadamente los sitios donde ya no es que no puedan entrar los perros, sino que los mismos no podrán entrar acompañados de sus amos. ¿O será al revés?

Y ahora es cuando alguien alza la voz  y clama contra los abusos de la juventud.

PUBLICADO EL 4 JUNIO 2012, EN EL DIARIO MENORCA.