FALTAN CONCENTRACIONES

La pasada semana aparecieron unas imágenes en las que un padre palestino presentaba a su hijo “disfrazado” con los atuendos con los que deseaba que en un futuro, su hijo se inmolara  y a su vez ganara el paraíso. 
A los pocos días un asesino del Estado Islámico decapita a un periodista estadounidense.  El mismo grupo hace público sus intenciones de extender su califato hasta tierras españolas. Y catalanas, por supuesto.  Más fanáticos que hablan de invasión, de represalias, de asesinatos disfrazados en la  fe.
El mismo Estado Islámico que amenaza con invadir  a España y convertirnos en súbditos de su fe, mata a centenares de yazidíes por no convertirse a la esclavitud de una religión nada saludable.
Mientras todo esto ocurre en tierras para afuera, España es capaz de concentrarse porque un grupo de inmigrantes intentan pasar la frontera de Ceuta o Melilla y los agentes del orden destinados en la misma tratan de abortar el intento.
 Nadie se concentra para que el Estado Islámico deje sus pretensiones de hacernos súbditos de su divina fe, ni que cesen en su empeño de formar un nuevo estado nazi.  Nadie es capaz de concentrarse para pedir a aquel palestino que deseaba un futuro inmolador para su hijo, que se explosionara él, y sólo él, en su búsqueda de saciar  su odio, ira y rencor.  Y su paraíso.
Y esta falta de concentraciones nos llevan a un callejón sin salida.  O de difícil salida.  Recupero una trilogía de varias centurias de antigüedad.  Las ruinas de mi convento vuelven a insistir tras cada lectura, que un nuevo concepto mundial llegará desde  tierras islámicas.  Digo concepto por no llamarlo de otra forma más cruel, más real.
Los quinta columnarios pueden estar trabajando desde hace ya tiempo, pero es políticamente incorrecto referirnos a ellos.  Insolidario y antidemocrático, dirán algunos. Delictivo, apurarán otros. 
Mientras, el caos se mantiene en orden.  La provocada crisis económica sigue su plan.  El exterminio de muchos logros sigue su plan milimétricamente diseñado.  Los extremismos también apuran y avanzan posiciones. Los nacionalistas de convicción unos, de conveniencia otros, izan guiones y estandartes. 
El caldo sobre el fuego, el viento sopla y la puerta  cerrada.
Faltan escenas para que el cuento de las Mil y una noches  se convierta en tragedia. Falta el niño durmiendo,  que el viento apague el fuego y que  el gas se expanda.
Para algunos, todo dependerá del escribidor.  Para otros, de sus lectores.

 ¿Por inhalación o por explosión?

PUBLICADO EL 28 DE AGOSTO DE 2014, EN EL DIARIO MENORCA.

LA LECCIÓN DEL ÉBOLA.

Alguien tenía que disentir.  O al menos, decir la suya.  El reciente episodio de repatriar en un airbus de las fuerzas aéreas al sacerdote español Miguel Pajares desde Liberia, abre un precedente, y a su vez, es un agravio comparativo hacia otras necesidades de otros también españolitos.

Y no tan sólo los gastos de la repatriación -de la que sin duda pocos conocerán su verdadero coste- tendrán su eco.  También lo concerniente al medicamento experimental debería abrir debate social.  No en vano, seguro que serían legión los pacientes de otras dolencias que desahuciados de curación, se presentarían voluntarios para probar algunos medicamentos en fase experimental.  Pero se les niega categóricamente. 
Y el montante económico permanecerá en la más estricta intimidad, por su elevado coste y por ser el mismo tipo de avión que traslada a monarcas y presidentes en sus visitas al extranjero.  ¿Y qué ocurriría si hubiera más españoles afectados de  Ébola?
Cuando la última Gripe A, a los gobiernos de las naciones se les cayó el sambenito de hacerles el juego a las farmacéuticas evitando la caducidad  del milagroso medicamento con que atajarla.  Ahora, cuando los fallecidos se cuentan por millares, una ayuda personal e intransferible, aleja y mucho el carácter solidario.
¿Qué hubiera pasado si todo el montante económico que ha costado la repatriación y los cuidados, se hubiera invertido en solidaridad para con el pueblo de Liberia y demás naciones limítrofes afectadas por la epidemia? 

¿Qué hubiera pasado si todo el montante económico que ha costado lo anterior, hubiera sido destinado a beneficiar a tantos y tantos pacientes españoles que por falta de recursos se quedan sin sesiones de quimioterapia, radioterapia o incluso no llegar a ser visitados a tiempo en las consultas del especialista?
¿Cuántas toneladas de tapones deberán recogerse para igualar el coste de la repatriación?  ¿Cuántos familiares de enfermos se habrían beneficiado con su coste,  para sufragar parte de sus desplazamientos hacia los hospitales de referencia? ¿Cuántas prótesis, cuantos tratamientos, cuántas ayudas médicas?
Al final,  a quien tacharán de insolidario  será a quien esto suscribe.  Pero  a uno no le preocupa lo más mínimo.  Y si además quieren añadirle el calificativo de políticamente incorrecto, pues también.

 Todo ello va inherente en la nómina de colaborador.  Como también, en la retención de Hacienda.  Y en los recortes para pagar los viajes a Suiza de algunos presuntos Molt Honorables.

PUBLICADO EL 21 DE AGOSTO 2014, EN EL DIARIO MENORCA.

¿UNA PLAYA SALUDABLE?

Cuando la pregunta es repetida en días consecutivos y a la misma persona, es síntoma de que algo no funciona. Estrés, inicio de Alzheimer. Es momento de poner freno y apearse a dar un paseo.  De estirar las piernas.  De disfrutar de la naturaleza. De tumbarse en la tumbona.  De desconectar de todo  y de todos.  Del teléfono móvil, del ordenador, de Internet. 
Imposible.  O al menos así necesitas creértelo.  Te das un respiro, y haces un pacto contigo mismo.  Al menos, Es Diari estará en tu desayuno. El resto, ya veremos.
Inicias la jornada temprano.  Tu reloj biológico sigue  su ritmo y no se apea, pero en cambio te brinda mayor tiempo de disfrute.  El tiempo muerto no existe para ti. Decides tomar contacto y te adentras en aquel tramo ahora del Camí de Cavalls, y antaño de es sivinar.  Lo has recorrido desde que naciste y nada ha cambiado.  Bueno, sí.  Ahora hay letreros llenos de indicaciones y prohibiciones, cuerdas y pivotes que balizan el camino que otros han decidido por ti.
La senda está guiada, sí, pero a primera hora respiras libertad. La misma que respirabas en la infancia cuando  recorrías con tus padres, sin necesidad de letreros ni imposiciones, aquel mismo sendero.
Adentrado el día, decides darte un chapuzón en aquellas aguas, antaño playa y ahora convertido en amarradero-aparcamiento de embarcaciones propias y ajenas.  De pronto un socorrista te advierte de que es peligroso nadar entre aquellas embarcaciones fondeadas en la arena y con poco más de un metro de profundidad.  Ante la duda, te informa que la seguridad legal se encontraría en una franja lateral de unos ciento cincuenta metros, una mínima expresión de ella.
Aquella libertad que habías recuperado en tu paseo matinal, se dio de bruces cuando aquella calzada mojada, con turismos náuticos a diestro y siniestro, no dejaban un paso peatonal. 
Cuando la mayoría de ciudades apuestan y trabajan  por la peatonalización de sus calles, aquella marabunta  náutica, aquel falso desarrollo turístico, te arrincona a un gueto alejado y fuera del alcance de las vistas de los socorristas.  Paradojas del progreso, dirás.
Retroceso, añadirás.  Si el progreso, si la evolución, pretende calmar la ciudad ¿por qué permitimos que las embarcaciones invadan nuestras playas, nuestros arenales, nuestros baños? 

Alguien falla aquí. Una playa no es un muelle.   Aunque eso sí, la playa sigue siendo más barata que el muelle. Y en tiempos de crisis, ya se sabe, el más débil paga el pato. En este caso, el bañista de a pié.

PUBLICADO EL 14 DE AGOSTO DE 2014, EN EL DIARIO MENORCA.

UNA POBREZA QUE IMPACTA

Por la boca muere el pez, o simplemente en boca cerrada no entran moscas.  Pero no, los refranes no son para los políticos.  O al menos para quien protagonizó el episodio que motiva el escrito.
El político, catalán por supuesto.  Desde que se hizo público las supuestas irregularidades fiscales –y demás presuntas- de los Pujol, los noticiarios españoles empiezan por la actualidad catalana –o deberían hacerlo-.  Y a este político catalán, Josep Antoni de nombre, le impactó de sobremanera un hecho cotidiano, demasiado cotidiano.
Le impactó ver a una mujer de 45 años, arquitecto, que sentía vergüenza de sentarse en la mesa de un comedor social, porque era de clase media y no tenía donde ir para poder llevarse el pan a la boca.  Leído esto, me falta el contexto, el tono, el desarrollo de la revelación.
¿Le impactó porque era de la clase media? ¿Le impactó porque sintió vergüenza? Si no la hubiera visto ¿se hubiera afectado por el resto de  usuarios de los comedores sociales, o es que las clases bajas no impactan?  Son preguntas que de hacérselas, seguro que uno reconsidera el primer impacto y reconduce la situación, e incluso arranca aplausos. Pero no.  Es de suponer que las  preguntas no se le hicieron, aunque presumiblemente, sí debió haber aplausos.  Al menos el político estaba en familia, entre sus cuadros, entre sus bases, en un desayuno en el Baix Empordà.
La cara y la cruz de una realidad.  La real y la también real.  Tan real es la pobreza, como la riqueza. La manera con que se ha administrado la crisis nos ha devuelto a cada uno a su montón de origen, al que con tanto esfuerzo nuestros padres y abuelos lograron sacarnos.   La mayoría hemos quedado sin ahorros al querer aguantar el embate y que los hijos no sufrieran por ella.  Otros, lo habrán perdido todo.  Y algunos más –más de los deseados- se han enriquecido con ella.
Me imagino un titular distinto.  Me imagino visitando uno de estos palacetes, chalets o demás posesiones dispersos por tanta geografía catalana y española.  Me imagino un visionado de las cuentas bancarias tanto dentro del ámbito legal como en paraísos fiscales. Y les puedo asegurar que aquello me impactaría más, mucho más de lo que aquella arquitecta de 45 años haya podido impactar al líder catalán en un comedor social.

Y sólo es cuestión de distancia. De peldaños que nos separan una realidad de la otra.  La arquitecta, el comedor social, está más cercano que la casa opulenta.  En cambio, este político, tiene su otra realidad más próxima.

PUBLICADO EL 7 DE AGOSTO DE 2014, EN EL DIARIO MENORCA.

UN DINERO BAJO SOSPECHA

Apropiación indebida, maquinación para alterar el precio de las cosas y falsedad documental suelen ser términos de sobra conocidos de los que suele hacer uso la fiscalía para argumentar en contra de algunos, siempre presuntos, delincuentes del ramo de la banca.

Ni que decir que, de entre todos los denunciados, pocos serán los que pasarán la primera criba, y más pocos aún, quienes llegarán a sentarse en el banquillo.  Y de éstos, muchos menos quienes llegarán a ser condenados y ya no digamos de quienes llegarán a dormir en algún camastro penitenciario.  Y el dinero perdido, casi nunca suele ser recuperado y devuelto a su caja original.

Estos días las hemerotecas nos retroceden a dos periodos del siglo pasado.  Por un lado, a finales de la década de los cincuenta, cuando un juzgado de delitos monetarios investigó una presunta evasión de dinero a Suiza, y  de otro, a medianos de la de los ochenta, cuando se atrevieron a investigar a un muy honorable presidente de la Generalitat.  Ni que decir que en ambos casos, la presunción quedó en sospecha, y los sospechosos en simples víctimas del sistema.

Madrid con todo el aparato del Estado atacaba a Catalunya y así al menos lo hicieron saber los mandamases catalanes.  Ahora, aquella mala excusa puede ser usada de nuevo, aunque deberán refinarla.  No ha sido Madrid quien ha abierto la boca, sino el propio presunto y su ex pensión vitalicia del erario público incluida, quien se ha inculpado.  El ex mandamás, para más señas. Y no sólo a él, sino también al resto de su familia.

Echarle las culpas al muerto suele ser la solución. Y si no las culpas, las sospechas. O las dudas, del principio In dubio pro reo.  Otros artilugios pueden ser la desmemoria, la ignorancia, y quién sabe si la fe ciega en el amor de su vida.

Lo importante ahora no debería ser la salida mediática de estas decenas de  millones de euros en cuentas de Suiza y Liechtenstein sino el origen de los mismos.  Unos se refugiarán precisamente en el muerto, la herencia, vamos.  Otros serán más incrédulos y pondrán el punto de mira en la quiebra de  Banca Catalana y por qué no, algunos incluso mirarán hacia las siempre presuntas comisiones del tres por ciento –algunas investigaciones ya apuntan a un cuatro por ciento-, de las que casi un cuarenta por cierto irían a los bolsillos de los dirigentes.

Y tal vez por eso mismo, porque las supuestas comisiones, presuntamente iban al partido y a sus dirigentes, el caso volverá a cerrarse en falso.


Y mientras, Cataluña calla.

PUBLICADO EL 31 DE JULIO DE 2014, EN EL DIARIO MENORCA.

MÉDICO BUENO, MÉDICO MALO.

En las películas siempre aparecen en los interrogatorios dos personajes antagónicos, que son el “poli” bueno y el “poli” malo. Ni que decir que ambos buscan la inculpación del delincuente, aunque con métodos distintos, o simplemente complementarios.

La última reunión del Consejo de Ministros apuesta por la aparición en escena del “médico bueno” y del “médico malo”, representado respectivamente por la sanidad pública y la privada.

Desde el inicio de la crisis, los cañones siempre han dispuesto su mira hacia la cosa pública, indistintamente del color del partido que sustentara al gobierno. En este caso, el médico bueno es quien permite tanto abuso en las bajas laborales. El privado, el de la mutua, será quien tendrá que discernir quien comete fraude y quién no.

Al menos, será la inspección de la SS quien arbitrará que no haya númerus clausus ni presiones sobre el trabajador. O al menos aparentemente, porque lo que si se conseguirá es que la dolencia sea tratada en forma genérica. De libro, vamos. Una gripe cinco días, una depresión un mes, una fractura cuarenta y cinco días. Lo que no hablará el libro de Petete es si aquella depresión es compatible o no con el puesto de trabajo, si aquella fractura imposibilita o no la labor que se viene desarrollando o simplemente si aquella gripe, necesita de reposo o puede continuar dando clase a los alumnos, pongamos por caso.

O tal vez, sí. Tal vez lo que se pretende es valorar los efectos de la dolencia sobre el puesto de trabajo. No es lo mismo una fractura de una extremidad inferior que en una superior en un auxiliar administrativo, ni es lo mismo un síndrome gripal en un cocinero que en un reponedor de souvenirs, pongamos por caso.

Y la culpa es de los abusos, que de haberlos haylos. Y todos conocemos casos y personajes. Rostros que cuando no, amparados en el derecho a la intimidad y a la teatralidad de uno, alargan o magnifican la dolencia en según qué ambientes y la normalizan en otros.

Y de un caso particular pasamos a la generalidad del proceso. De no ser capaces de actuar contra el siempre presunto defraudador, pasamos a ser culpables ante el ojo de la inspección.

Es un primer paso sobre la privatización de la inspección médica y por ende, la separación de lo que es una baja laboral de una baja médica.

Lástima que este ímpetu de privatizar parcelas hasta ahora del Estado no se dirijan, como por ejemplo, hacia la justicia. ¿Se imaginan un acusador privado sin tener limitaciones?


¡Y sin aforados, claro!

PUBLICADO EL 24 JULIO 2014 EN EL DIARIO MENORCA.

MANUAL DE CASOS PRÁCTICOS

Hubo un tiempo en que los manuales de casos prácticos servían además de para la consulta del caso concreto, para el aprendizaje autodidacta.  Eran tiempos en que la profesionalización estaba estrechamente ligada con la vocación.  Tiempos en que ni existían los riesgos laborales ni las escaleras tenían fin. Eran simplemente, otros tiempos.
Ahora, poco duraría un manual en la estantería para su consulta.  Tras cada reunión del Consejo de Ministros  se debería cambiar de manual, no en vano, las leyes  cambian como alguno de color de camisa.  Si antes uno aprendió que quitando los pernos de una rueda no se ejercía fuerza en las cosas, ahora  uno ya no se sorprende de que el casco de motocicleta sea un elemento defensivo.
Y es más, de la casi obligación que tiene uno de defenderse.  Nada dirá el manual si en aquel momento de la obligada defensa, a la víctima le invade un miedo paralizante y no es capaz ni de articular palabra ni poner los pies en polvorosa.  Y no digamos cuando éste ya no puede comparecer para defenderse.
Tampoco dirá el manual susodicho, si en caso de defenderse a cabezazo limpio, el homicidio sería calificado en riña, o incluso si aquella defensa alcanza un grado numantino y se invierten los papeles, si se consideraría que los medios usados para la defensa eran desproporcionados.
El Gobierno aprueba la nueva ley  Corcuera y admite haber modificado algunos preceptos por recomendaciones de ciertos organismos.  Y uno vuelve a preguntarse qué manual habrán utilizado sus empleados para que, desde fuera, les indicaran lo que era o no legal.  ¿Habrían descargado una versión ya desfasada en el rincón del vago?
 Son nuevos tiempos. Tiempos en que las escaleras sólo tienen dos metros útiles, que los sacos terreros pierden peso y que todo está en Internet.  Y es en Internet donde tras el incendio, la antigua farmacia Gavilán  fue demolida por  unos y rehabilitada por otros.  Otro tanto de incógnita le ocurre al cementerio de los ingleses, de los americanos o anglo-americano según sea la pluma.
Damos crédito a todo lo que se nos dice, escribe o arenga en el manual de casos prácticos. Sólo será cuando la duda aparece, que nuestro arte rebusca en las hemerotecas y recorre versiones.  Cuando la duda aparece y desacredita autores.
Y los condena al ostracismo, reniega de ellos, o lo intenta al menos.  Y nos resignamos a la interpretación del designado para ello. 

Llega un punto en que estos nuevos tiempos nos recetarán un nuevo manual, sí, pero de buenas prácticas.

PUBLICADO EL 17 DE JULIO DE 2014, EN EL DIARIO MENORCA.