Qué gusto
da vivir en un país, patria, estado, nación o como quiera llamársele, donde las
sorpresas no existen… porque ya te las han avisado con antelación. Como el
reciente apagón eléctrico, que pilló a todo el mundo por sorpresa… menos a
quienes sabían que iba a pasar. Red Eléctrica, por ejemplo, que ya había sido
advertida años luz de ello, y recientemente, horas antes de que algo se venía
encima. ¿No supieron o no quisieron
actuar?
Y así, en
un brillante ejercicio de contemplación energética, las alarmas sonaron y el
país, patria, estado, nación o como quiera llamársele, se paró. Ni la
peregrinación de los zurdos a Roma lo pudo arreglar. O no quisieron. Y eso que supongo que todos debieron correr,
presidenta incluida.
A las
12:33, como por arte de magia -o más bien de inacción-, quince gigavatios se perdieron
como si fueran promesas electorales. La península entera, de pronto, se vio
haciendo homenaje al siglo XIX: sin trenes, sin semáforos, sin teléfonos y con
la nostalgia de unas velas y de un transistor a pilas, que muchos jóvenes
debieron reconocer por primera vez. ¡Y
suerte de los kits de emergencias! ¡Gracias Europa al prevenirnos!
Pero no nos
alarmemos. El comunicado oficial vino a calmar a las masas: “No ha sido un
ciberataque, ni meteorología extrema, ni nada raro”. Bueno, la verdad es que
tampoco tranquilizaron mucho, porque no descartaron nada. Solo fue una cadena de eventos totalmente
prevenibles. Y gracias a la Corredor,
porque si no, vaya uno a saber. Pero la
tranquilidad de saber que fue un fallo del sistema y no de un hacker ruso nos
dejó dormir tranquilos. Vamos, que ni cambio
climático ni renovables. Bueno si, las
renovables puede. Las nucleares, no
gracias.
La ironía
máxima, sin embargo, es la transparencia. Porque después del apagón, vinieron
las ruedas de prensa. Con explicaciones técnicas que harían llorar de risa a un
ingeniero de primero, pero no de carrera, de preescolar. Y una conclusión
clara: el sistema está preparado… para colapsar de nuevo. Ya se sabe, decrecer para crecer. Y como siempre, salimos más fuertes.
Y el marido de la Begoña ya tiene excusa para
aumentar el gasto militar. El ciberataque fue tan bueno que ni se ha
detectado. Y las incapacidades
detectadas son fantasmas de la derecha, de los negacionistas del cambio
climático, de los fascistas, vamos.
Sabían que pasaría y decidieron observarlo como quien analiza la estrategia de la jugada de ajedrez. La próxima vez que se apague el país, patria, estado, nación o como quiera llamársele, por favor, háganlo de noche, o al menos que sea en horario de siesta.
PUBLICADO EL 8 DE MAYO DE 2025, EN EL DIARIO MENORCA.