Como viene siendo habitual año tras año por estas fechas, muchas noticias, comentarios y demás, tienen como referencia el inicio de un nuevo curso. Un nuevo curso en todas sus vertientes, sean ya éstas el escolar, el político, el social. Y este año, se prevé largo, el inicio, el curso, y ya no digamos el resultado.
Por de pronto, el escolar, ya ha empezado calentito. El recorte en las partidas presupuestarias por aquello de la crisis, ya ha provocado la disminución del número de profesionales con que contarán nuestros hijos. Falta en profesores de apoyo y unas aulas deficitarias no harán más que aumentar los siempre presentes índices de fracaso escolar. Aunque eso sí, nuestra vice, parodiando a nuestro presi, o al revés, vaya uno a saber, ya prepara el terreno en cuanto a que los parados que están recibiendo formación están trabajando por su país. Ahora sólo faltará que se borren de las estadísticas del paro y que además cobren un sueldo homologado a sus estudios. Y si además se tiene en cuenta que los parados que rechacen la oferta de cursos de formación, quedarán sin subsidio….. ¡El paro se termina antes de diciembre!.
Pero no. Hay paro para rato. Y más visto como está el panorama político, quienes por cierto también inician curso. Curso y con reválida. El PSOE –lo siento, pero las cosas son como son- empieza a hacer aguas por doquier. El affaire de Madrid es el claro exponente del iceberg de lo que ocurre internamente. El gobierno y el partido no comulgan con las mismas teorías. Y la división entre sus miembros también es claro ejemplo. Rubalcaba y Blanco lideran las dos tendencias para hacerse con el control de un gobierno actualmente sin capitán que marque el rumbo. Rubalcaba, eso sí, es el presidente de facto, o al menos, ha desempeñado el papel que debería haber desempeñado quien para ello cobra de nuestros impuestos. La presunta dejadez de funciones de su titular, no hace más que ahondar en la falta de toma de decisiones tendentes a la superación de los déficits creados durante todo su mandato.
Y el curso político viene con el sobrecoste de unas primarias madrileñas y unas generales catalanas. Las madrileñas no harán más que dañar al propio aparato del partido. Las catalanas, no harán más que incidir en una división que nunca se había producido entre los propios ciudadanos catalanes. Los intereses personales de uno –Gómez y Trinidad- y los intereses partidistas de otros, harán que el amago de una huelga general pase inadvertida, así como que la cada vez más presente amenaza del futuro de nuestra pensión, quede sumisa al deseo de nuestros gobernantes.
La educación para aquellos ahora adultos que en su día no se beneficiaron de las benevolencias del sistema, también verán recortadas sus ansias de aprendizaje por cuanto la precariedad de los presupuestos estancarán cada vez más, las salidas a unas necesidades.
Todo este entramado social y educativo llevará a una cada vez más clara división de la sociedad en ricos y pobres. La educación universal que se había alcanzado en tiempos del franquismo y afianzado en las primeras décadas de la democracia, tenderá a unos índices similares al de los años veinte, en que cada vez más, serán los ricos quienes obtendrán mejores beneficios para sus progenitores. La diferencia será pero, que esta vez, los ricos no son los mismos que antaño. El cambio lo prometió Felipe González, y al menos en esto, cumplió lo prometido.
El cambio llegó con los pelotazos y demás. El rico, ahora no se llama terrateniente ni funcionario de alto nivel de la administración. El rico, actualmente se halla imputado o en vías de serlo. Cuando menos, bajo sospecha, o bajo remordimiento. Cuando menos, bajo un presupuesto elaborado por sí mismo y sufragado por todos nosotros.
Y este curso, carecerá de aquella reválida o cedazo que separaba los buenos de los mediocres. Y la única reválida que nos queda es la de cada cuatrienio, pero nuestro Alzheimer colectivo es incapaz de recordarnos los acontecimientos de los últimos bienios. Eso sí, nuestra memoria histórica nos seguirá recordando que hubo una vez un señor que se llamaba Franco y que un tal Aznar nos llevó a una guerra contra Irak.
Lo demás, crisis incluida, ya será historia.
Otra historia.
Por de pronto, el escolar, ya ha empezado calentito. El recorte en las partidas presupuestarias por aquello de la crisis, ya ha provocado la disminución del número de profesionales con que contarán nuestros hijos. Falta en profesores de apoyo y unas aulas deficitarias no harán más que aumentar los siempre presentes índices de fracaso escolar. Aunque eso sí, nuestra vice, parodiando a nuestro presi, o al revés, vaya uno a saber, ya prepara el terreno en cuanto a que los parados que están recibiendo formación están trabajando por su país. Ahora sólo faltará que se borren de las estadísticas del paro y que además cobren un sueldo homologado a sus estudios. Y si además se tiene en cuenta que los parados que rechacen la oferta de cursos de formación, quedarán sin subsidio….. ¡El paro se termina antes de diciembre!.
Pero no. Hay paro para rato. Y más visto como está el panorama político, quienes por cierto también inician curso. Curso y con reválida. El PSOE –lo siento, pero las cosas son como son- empieza a hacer aguas por doquier. El affaire de Madrid es el claro exponente del iceberg de lo que ocurre internamente. El gobierno y el partido no comulgan con las mismas teorías. Y la división entre sus miembros también es claro ejemplo. Rubalcaba y Blanco lideran las dos tendencias para hacerse con el control de un gobierno actualmente sin capitán que marque el rumbo. Rubalcaba, eso sí, es el presidente de facto, o al menos, ha desempeñado el papel que debería haber desempeñado quien para ello cobra de nuestros impuestos. La presunta dejadez de funciones de su titular, no hace más que ahondar en la falta de toma de decisiones tendentes a la superación de los déficits creados durante todo su mandato.
Y el curso político viene con el sobrecoste de unas primarias madrileñas y unas generales catalanas. Las madrileñas no harán más que dañar al propio aparato del partido. Las catalanas, no harán más que incidir en una división que nunca se había producido entre los propios ciudadanos catalanes. Los intereses personales de uno –Gómez y Trinidad- y los intereses partidistas de otros, harán que el amago de una huelga general pase inadvertida, así como que la cada vez más presente amenaza del futuro de nuestra pensión, quede sumisa al deseo de nuestros gobernantes.
La educación para aquellos ahora adultos que en su día no se beneficiaron de las benevolencias del sistema, también verán recortadas sus ansias de aprendizaje por cuanto la precariedad de los presupuestos estancarán cada vez más, las salidas a unas necesidades.
Todo este entramado social y educativo llevará a una cada vez más clara división de la sociedad en ricos y pobres. La educación universal que se había alcanzado en tiempos del franquismo y afianzado en las primeras décadas de la democracia, tenderá a unos índices similares al de los años veinte, en que cada vez más, serán los ricos quienes obtendrán mejores beneficios para sus progenitores. La diferencia será pero, que esta vez, los ricos no son los mismos que antaño. El cambio lo prometió Felipe González, y al menos en esto, cumplió lo prometido.
El cambio llegó con los pelotazos y demás. El rico, ahora no se llama terrateniente ni funcionario de alto nivel de la administración. El rico, actualmente se halla imputado o en vías de serlo. Cuando menos, bajo sospecha, o bajo remordimiento. Cuando menos, bajo un presupuesto elaborado por sí mismo y sufragado por todos nosotros.
Y este curso, carecerá de aquella reválida o cedazo que separaba los buenos de los mediocres. Y la única reválida que nos queda es la de cada cuatrienio, pero nuestro Alzheimer colectivo es incapaz de recordarnos los acontecimientos de los últimos bienios. Eso sí, nuestra memoria histórica nos seguirá recordando que hubo una vez un señor que se llamaba Franco y que un tal Aznar nos llevó a una guerra contra Irak.
Lo demás, crisis incluida, ya será historia.
Otra historia.
PUBLICADO EL 16 SEPTIEMBRE 2010, EN EL DIARIO MENORCA.