ALL HALLOWS’ EVE


Víspera de todos los santos, ni más ni menos.  Eso sí, en inglés y sin culpar de ello  al TIL  Pero ¿por qué nombrarlo en inglés y no en castellano –o catalán, vascuence o gallego, que no se me enfaden los nacionalistas-?  Sencillamente porque el marketing comercial así lo debía recomendar. 

            El nacimiento de Papá Noel en España fue en unos grandes almacenes, Halloween presenta los mismos genes.  En el fondo, fiestas paganas de culturas antiquísimas adaptadas a la nuestra y desvirtuadas al máximo.

Halloween tiene su origen en el Samhain, festividad celta en la que celebraban el final de la temporada de cosechas y el comienzo de la estación oscura.  El año nuevo celta, vamos., época en que la línea  que une este mundo con el otro –el de los espíritus- se estrechaba permitiendo el pase tanto de los benévolos como de los malévolos al mundo de los vivos.  Y así recibían a unos, y alejaban a otros.

Y como no podía ser de otra forma, los romanos tras ocupar los dominios celtas asimilaron sus festividades y posteriormente los cristianos adaptamos las fechas.   Y hasta aquí todo normal.  No fue hasta la década de los ochenta en que el mundo cinematográfico lo lanzó al estrellato internacional y poco después en España se comercializaron las calabazas, los trajes de terror y el resto del marketing comercial.

¿Por qué siempre tenemos que quedarnos con la parte negativa? ¿Por qué necesitamos tirar huevos, disfrazarnos de monstruos dignos de tribus africanas, de zombis, o asistir al Madrid Arena? ¿Por qué no adaptar la parte positiva en cuanto a la invitación y reflexión hacia los espíritus benévolos, tal como tenemos tradición en la cultura cristiana?

Los defensores del Halloween me dirán que la festividad de Todos los Santos también va arropada del negocio de la venta de flores, velas y demás.   Y tendrán razón, pero el defecto español –y del catalán, también- del “y tú más” no tiene por qué justificar una festividad extraña, llegada de otras culturas, que si fuera cuestión de lengua, seguro que la considerarían impura.

Y de fuera vendrán y de tu casa te echarán, dice el refrán.  Halloween es un ejemplo.  Y hay más.  Pronto le tocará el turno a nuestro tiempo. Nos impondrán un uso horario, un estilo de vida.   Con  beicon que no panceta, eggs  que no  huevos y un tea a las cinco.  Atrás quedarán nuestros buñuelos y nuestras castañas de toda la vida.  ¡Y aquellas vísperas con don Juan Tenorio!

No un uso, sino un abuso, vamos. Y con visitas guiadas a los monos de Gibraltar.
PUBLICADO EL 31 OCTUBRE 2013, EN EL DIARIO MENORCA.

ÁRBOLES QUE CRUZAN CARRETERAS


Nunca tomamos en serio aquella frase de que el accidente se  produjo  al cruzársele  un árbol en el camino.  Es excusa innecesaria, digna de un positivo en alcohol.  Tampoco excusamos la  del conductor  que se encontró a toda una legión en sentido contrario.  Son  válvulas de escape y sólo eso. Mentiras piadosas,  necesidades sicológicas o mecanismos de defensa que hemos adaptado a la lista de posibles respuestas en un trivial de fin de semana.

Y aunque pensemos que son pocos los necesitados de árboles, la realidad nos demuestra  que son muchos más.  Y ya no en borrachos, sino en todas las edades y condiciones sociales.  En vecinos, coincidentes y demás.

En plena infancia el alumno ya descubre que su profesor le tiene manía y por eso mismo lo castiga o suspende.  En plena adolescencia es el jovencito que va descubriendo que sus amigos le hacen el vacío y no quieren quedar con él.   Y no digamos ya cuando el árbol aparece en la edad adulta.   Árbol, farola, banco y líquido deslizante, vamos.  Y no basta.  Y eso que la mili ya ha pasado hoja, que si no, teníamos tomo aparte.

Y no hemos retirado los restos  de la cruzada anterior, cuando tropezamos con otra hilera que se nos cruza en el camino.  Y la mala suerte nos acompaña.  O así necesitamos creérnoslo.  Porque la buena o mala suerte, existe si se busca.  Un cúmulo de despropósitos, un cúmulo de malas acciones, llegará un día en que topará con una justa reacción.  Aquello no será ni mucho menos mala suerte, sino sencillamente una respuesta justa, aunque cientos de veces, hubiera sido injusta.

Otros, al contrario, acumularán  trabajos sin remunerar debidamente, y algún día, tras muchos reproches, alcanzarán la justa recompensa.  Tampoco será suerte. Pero alguien necesitará siempre escabullirse bajo la respuesta del árbol que cruza la carretera o de la manía del profesor. Y ya no digamos cuando la suerte le favorece a uno por aplicarse en sus cometidos.  Será  diana  de dardos enfermizos.

Y en la vida algunos tropiezan con árboles, farolas y demás arsenal urbano. A otros,  la vida les pone en su camino, ya no árboles, sino dardos  en busca de diana al que clavar aquel aguijón lleno de rabia y envidia.

Pero al final, se suele pasar factura.  La vida, los estudios, la familia, el trabajo….  Un final en que los galones se nos dan – o se les quitan- cuando a uno se le despide, con honores o sin ellos.

Y aún habrá quien buscará aquel árbol que se le ha cruzado, a último momento, en el camino hacia “su” gloria.
 
PUBLICADO EL 24 OCTUBRE 2013, EN EL DIARIO MENORCA.

"WASAPEANDO", QUE ES PRESENTE.

Aunque muchos piensen que es gerundio, lo cierto es que el intercambiar mensajes  por WhatsApp es presente, tan presente que incluso la RAE acepta incluir entre sus sustantivos una marca comercial, españolizar al enemigo lingüístico dirán algunos.
Y muchos deberían aprender de la RAE, no tan sólo gramaticalmente hablando –que de entre estos me incluyo- sino del mérito de supervivencia.  Lo que parecía ser un reducto del castellano antiguo con fecha de caducidad y togado de unos ancianos cargados de siglos de historia, se ha convertido en un motor que absorbe, degluta y da vidilla a una lengua, a un idioma, a un algo que nos une, como pensaría el hijo del Jefe del Estado en el Día de la Hispanidad, de España o de la Raza. Y del Pilar, vamos.
Y eso tiene de bueno el idioma español.  Un mismo día, tres festividades.  O cuatro.  Y es que ya no de nombres vive el español.  ¡Que de festividades también se vive!. Aunque eso sí, de cada vez menos, y muchas de ellas, a medias.   Como si con tanta crisis, necesitáramos las fiestas para recorrer los centros comerciales para si no gastar, al menos pasearse escaparates.  Que entre tantos, alguno nos seduce.
¡Como los móviles, vamos!.  Que sin ellos no wasapeamos.  Y hoy día, no wasapear es ser un bicho raro.  Como no tener internet,  no entender de fútbol y no llevar las últimas deportivas del escaparate de marras.  Y eso que la crisis marca terreno y los bolsillos tocan fondo en peores lodos que los conocidos.
Adolescentes y pre-adolescentes, niñatos todos  armados del artilugio  de marras, muchos de ellos sin saber conjugar un verbo ni conocer refrán alguno, hacen perdidas, se encuentran en foros, mandan mensajes de texto e inventan un nuevo lenguaje que retuerce  tripas a cualquier lector atrevido.   El wasap al menos, aligera la carga negativa.  Es gratuito, o al menos ya no tiene uno sorpresas con ellos.  Es universal por cuanto la edad ya no es obstáculo en el entendimiento generacional –un corrector ayuda lo suyo-.  Y es rápido, llamativo, de moda, vamos.
Desconozco si hay más.  Si hay más lenguas, vamos. Idiomas, dirán.  Desconozco si este corrector que ayuda al entendimiento entre generaciones lo habrá en català, euskera, galego o polaco.  Y si no lo hay, seguro que lo habrá.  O lo inventará algún emprendedor de estos tan de moda.  Que al final, de tanto repetirlo, la moda y los políticos son los que ganan.

Otros añadirán que los que ganan son los que están tirando de los hilos.  Y no precisamente de la telefónica.

PUBLICADO EL 17 OCTUBRE 2013, EN EL DIARIO MENORCA.

¿QUÉ SOY? ¿QUIÉN SOY?

Sin llegar a alcanzar niveles filosóficos, la pregunta que me hizo Vanessa tras la foto de rigor, me llenó de dudas. El qué poníamos en la tarjeta de presentación que tenía que acompañar la fotografía en el nuevo “Es Diari” me complicaba la existencia.  Ortega Gasset diría “soy yo y mi circunstancia”.  Pero las circunstancias pueden ser muchas, y no sólo la profesión de uno.  O los estudios. 

 En la de presentación uno pondrá su cargo. Y los estudios y demás títulos de la colección los dejará uno para el currículum vitae.

Otra cosa serán las necesidades de disfrazar o de adornar el  déficit de uno.  Un abogado en paro no se presentará como un desempleado sino como un licenciado en derecho.

Me viene a la memoria una anécdota de aquellos meses de mili. La de un  valenciano y trabajador en una gasolinera que se  presentó como técnico energético.   Cuando el capitán se interesó por los años de carrera, el mundo se le derrumbó. Y es que uno puede ser enfermero y  diplomado universitario en enfermería. O barrendero e ingeniero urbano.  Pero eso es lo de menos.  Los problemas aparecen cuando a uno lo han hecho allí  mismo y no a sí mismo.  Y de estos también haylos.  Y además se lo creen.
Igual pasa con los empresarios. Para algunos no vende lo mismo ser dueño de un taller mecánico, que empresario de la automoción, o  ser emprendedor.  Y aquí, con tanta crisis y tanto despido, el empresario despide y al emprendedor lo financian.

Bajemos de las ramas y volvamos al tema. ¿Qué diría mi tarjeta de presentación?  La respuesta me fue difícil y tuvo que esperar la repesca.  Decir funcionario, como solía decirse antaño –o incluso disfrazándolo de función pública-  ya no sólo no vende, sino que estás en el punto de mira de cualquier disparo.  Decir que eres un “toca-pelotas”, también pasó a mejores tiempos.  No en vano, estos sesenta y siete meses que te faltan para prejubilarte te aconsejan circular a ralentí y no adentrarte en aventuras románticas de épocas más jóvenes.

Librepensador.  Eso sí, sin connotaciones anarquistas y demás calificativos revolucionarios, que en algún momento se les hubiera atribuido como corriente filosófica.  Decir lo que uno cree que puede decir, pero convencido de ello.  De propia cosecha, vamos.  El ser capaz de criticar el sistema con que se pretende implantar el TIL y a la vez criticar las maniobras políticas de quienes se oponen.  De ir por libre por la vida, vamos.  Con circunstancias, sí, pero las mías, las propias.  No las inventadas por los demás.


Libre y pensador.  Y que  cada uno piense como quiera: unos lo harán en inglés, otros en castellano y algunos otros en menorquín.   ¡E incluso los habrá  en catalán!

PUBLICADO EL 9 DE OCTUBRE DE 2013, EN EL DIARIO MENORCA.