"TREPITJA" CON GRACIA


El “relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor” ya no tiene la exclusiva. Ni tan siquiera aquel desaguisado “Ciudad del Ladrillo” que apareció en un programa de fiestas. Nuestra invicta consellera de  educación y demás, las ha superado.  Y con creces, porque lo tenía escrito, y dicen, incluso leído.  Y la culpa, pues del funcionario, del traductor o de  duendecillos de  imprenta.  Freud lo achacaría  a un acto fallido o a un lapsus. Otros, a la ligereza.


Y el asunto es más grave de lo que parece.  Se refirió al informe TREPITJA en dos ocasiones y no rectificó. A la tercera - la que va la vencida- apareció  ya el informe PISA para referirse  al elevado fracaso escolar en la Comunidad.  Y eso baraja algunas hipótesis sobre el funcionamiento interno de la Consellería.  O bien le escriben los discursos o bien se los traducen.  Y peor aún, no los repasa.  ¡Y  si   los repasa, no se cerciora de lo que lee!, que es peor.


Me imagino la cara de sorpresa  que dentro de algunos cientos de años pondrá algún investigador cuando estudie  la forma de vida de los menorquines de este periodo, utilizando para el menester los medios científicos del momento –traductores de esTILo y todo- y empiece a relatar algunas vivencias que vamos dejando en los registros de comunicación social.


Me lo imagino relatando aquello de “Ya en la parte de quitando, encontramos  a varios municipios, uno de ellos, la Ciudad del Ladrillo que comparte puerto con la del Castillo y que dista  una vez de kilómetros de otra llamada Ala y Oro.  Cuando llegaba la Navidad,  los nativos  se reunían en casa de los grandes padres y comían gallo de la India. Para ello, durante todo el año, aquellos gallos eran alimentados, sueltos por las vallas, con trigo traído de la India.    Era costumbre que  cuando  a principios de la tarde llovían perros y gatos,  salir al campo y  recoger revienta-sangres, una especie de setas típicas de la roca pequeña”.


Y aunque la parrafada anterior roce el ridículo, son muchos los ridículos que guarda la historia. Ramón Muntaner  es claro ejemplo de uno  ellos con su “bona gent catalana” que aún hoy vende.  Y es que la historia la escriben los ganadores, sí, pero quienes la escriben de verdad, son los escribidores.


Y si quien escribe, erra, no digamos quien lo lee.  Trepitgi senyora consellera, però trepitgi amb gràcia.  O si lo prefiere,  pise, pero pise con garbo.    Disculpe que  no se lo diga en inglés.  En mis tiempos, el TIL no había llegado.  El catalán, tampoco.
 
PUBLICADO EL 5 DICIEMBRE 2013, EN EL DIARIO MENORCA.