EL PARAGUAS DE LA DESIGUALDAD


En un primer momento pensé que la norma iba dirigida a Esperanza Aguirre, pero no.  Los tiros iban más arriba. No al techo, pero a los consortes.  Resulta que el Gobierno quiere proteger a los miembros de la monarquía de la posibilidad de comparecer  ante un juez.  Por suerte,  las Infantas y sus consortes no se encuentran entre los agraciados.

Digo por suerte, porque según el ministro, el aforamiento es casi un perjuicio, por lo de no poder recurrir en recurso de casación.  Lo que no ha comentado es si tendrán los beneficios de la justicia gratuita o si por el contrario los honorarios y tasas judiciales irán a cargo de las partidas de libre disposición.

Pero poco importará.  Es más, parece que los tiros no van por estos derroteros, sino otros muy distintos: los jueces estrella.   Se habla ya de los casos Gürtel y ERE –quien sabe si el caso NÓOS- cuyas instrucciones serán reforzadas con dos jueces más.  Y ya se sabe, tres son multitud.

Y el ignorante de turno se pregunta  por qué los aforados son juzgados en el Tribunal Supremo. ¿Será que los jueces son mejores? ¿Será que la elección de dichos jueces es más político que técnico?  Si son los mejores, la pregunta seguiría con el consabido ¿por qué a nosotros nos juzga uno del montón? Y si la respuesta es la segunda, o sea, la elección del mismo, entraríamos en un terreno poco respetuoso con la imparcialidad de la justicia.  Seguramente el argumento del ministro, si tuviera que contestarme, sería otro muy distinto.  Otra interpretación, como dirían los juristas.

Lo que está claro, es que mal favor se  le ha hecho a la monarquía, y  más en estas fechas cuando el libro de Pilar Urbano ha hecho mover ficha a la Casa Real y llenar los bolsillos a sus editores.  Y lo más asombroso es la coincidencia de su publicación con el fallecimiento de Suarez. Y lo que también sorprende es que, muchas cosas que se cuentan en este libro, hace ya años que se viene publicando y repitiendo en decenas de libros y nadie se había hecho la más mínima rasgadura.

Pero de desigualdades, hay muchas. Estas últimas semanas se ha hablado y mucho, del ya famoso nivel de los funcionarios políticos -¿por qué no políticos funcionarios?-. ¿Acaso no es un desmerecimiento hacia los políticos que han salido de la empresa privada? Y continuaríamos refiriéndonos a los retiros dorados. Y a las dietas por vivienda y transporte.  Y lo único que conseguiríamos sería que nos subiera la tensión arterial. 

Lo más inteligente, hacernos políticos.  O mejor, reyes.
PUBLICADO EL 10 DE ABRIL DE 2014, EN EL DIARIO MENORCA.