Recuerdo que cuando era pequeño
-y no tanto-, Es Diari solía publicar
los precios de algunos de los productos que se vendían en los mercados de
abastos municipales y otros en que su precio estaba tasado. Era como un barómetro de la economía de
antaño. Ahora, los encartes suplen esta
información y la variedad de marcas dificultaría la misma, a no ser que se
atuvieran al producto fresco de la
agricultura y ganadería autóctona.
No es la nostalgia quien ha vuelto a nuestras vidas, sino el recuerdo a la
picaresca. Pocos días antes del 20-D, un
periódico andorrano publicaba una encuesta sobre los precios de algunos de los productos
supuestamente andorranos y sus vaivenes diarios. Curiosa era la similitud entre los símbolos y
colores de estos productos con los partidos que presentaban candidaturas al parlamento
español.
El agua azul, la fresa roja, la
berenjena morada, la naranja y los tomates.
Sus precios, porcentajes. Y la participación, escaños.
Qué decir que el PP, el PSOE, Podemos, Ciudadanos e IU se veían
identificados en aquellas frutas, hortalizas y demás. Y todo ello para evadir la prohibición de
publicación de encuestas en periodo electoral.
En España, claro.
El ejemplo es una demostración
más de que la ley va más lenta que la sociedad.
Jornada de reflexión y publicación de encuestas, tendrían que ser asignaturas
ya superadas. Y da la sensación de que prefieren incumplirlas antes que
anularlas. Como la prohibición de
petición de voto antes del inicio de campaña.
¿Dónde está la libertad de expresión? ¿Dónde está el sentido común?
Y no me preocupa lo
anterior. Me preocupa lo siguiente. Los responsables del desaguisado actual, o
sea, todos, se comprometen a ser austeros en la actual campaña. O al menos, lo expresan. Traducido en español antiguo, o sea, políticamente incorrecto, vendrían a
decir que intentarán gastar lo menos posible de sus ahorros. Lo que no dicen, ni creo que hagan, será renunciar a las subvenciones y pagos que les
ofrezca el Estado por sus resultados electorales.
Cada euro que ganen por voto,
cada miles de ellos que ganen por escaño, no serán donados al erario público
sino que serán ingresados en sus propias cuentas. O en las de sus fundaciones
paralelas. O en sus ONGs bolivarianas. Esto, simplemente es sangrar al Estado, en un
contexto políticamente incorrecto, o sencillamente acatar la ley en el término
correcto. Políticamente, claro.
Lo otro, el renunciar a ello,
sería demasiado irreal. Demasiado
bonito.
PUBLICADO EL 12 DE MAYO DE 2016, EN EL DIARIO MENORCA.