Para quienes no vivimos de la
política, para quienes creemos que la palabra es compromiso, para quienes
creemos que la democracia es el factor determinante para una vida en libertad,
para quienes creemos que la libertad es el eje para una buena convivencia
societal, no nos extraña -ni nos extrañará- ninguno de los movimientos que la
cúpula de Podemos vaya realizando.
Y al mismo tiempo, me sorprende
–ahora personalizo- que partidos democráticos, con demostrado pedigrí en
defensa de estas libertades, partidos que han lidiado con miuras políticos en
todos los terrenos, puedan haber creído en los cánticos de sirenas que emanan
desde la cúpula madrileña. Y digo cúpula
madrileña porque atrás quedaron los llamados círculos locales. La jerarquía manda, y resuena aquel dicho de
“quien no está conmigo está contra mí”.
No sé si llamarlo personalismo o simplemente es que
algún pajarito –pajarraco, más bien- se le habrá aparecido al más puro estilo
Maduro. Lo cierto es que desde un
principio fueron muchas las voces que alertaron del estilo de esta formación de
laboratorio. Y al parecer no
erraron. El “mando y ordeno” no parece alejarse de sus formas. Y ahí están.
Y parece ser también, que el
número de indignados se mantiene. Y al
parecer, aumenta. Ya no son sólo los mal
llamados “perroflautas”, sino que en
sus listas aparecen incluso magistrados y algún jefe militar. Y uno duda cómo podrán compaginarse las
creencias de que el ejército es una fuerza de ocupación, de que la policía es
una fuerza represora…, con personas que en cierta manera vienen de la “casta
societal”, que presuntamente han hecho la lucha por la defensa de la libertad y del
respeto, su profesión; y que presuntamente deben creer que el Ejército está
para defendernos de las agresiones y que la policía vela por nuestras
libertades.
En este punto, uno ya duda. ¿A quién debe presuntamente engañar la
cúpula? ¿A los mal llamados “perroflautas”, a los hartos de la corrupción, o a
ambos a la vez?
Y por eso mismo, por lo dicho
hasta ahora, no me asombraré si tras el
26 J, en los colegios vuelven los
cánticos a puño alzado y a colgar fotos de los jerarcas en el estrado, ni que
los comisarios políticos entren de nuevo en cuarteles y en la administración. Por eso mismo, ahora digo que Podemos no
puede. No debe.
Y si al final puede, será por voluntad
popular, de la mayoría. Entonces, sí que podrá. Habremos cambiado la camisa azul, por una de morada. Y, pese a quien pese, democráticamente,
claro.
PUBLICADO EL 19 MAYO 2016, EN EL DIARIO MENORCA.