Cada vez que Rajoy echa
mano en la caja de las pensiones, saltan las alarmas. Dos veces al año,
coincidente con el pago de la extraordinaria de verano y de Navidad, los
interesados en mover la opinión, aprovechan para recordarnos que el actual
sistema de pensiones es insostenible.
También es verdad que
estas opiniones abogan por un sistema mixto.
Algo público y algo privado.
Ahora incluso se atreven a denominarlo ahorro. Uno, con más calva que canas, ya no se fía ni
de la mano de Rajoy ni del comentario del experto.
Son demasiadas
coincidencias. O aunque fueran pocas.
Uno ya no se fía de lo espontáneo, como para fiarse de las coincidencias. A la entrada de la crisis, muchos éramos
quienes sosteníamos a las entidades bancarias con la aportación mensual de un
extra para el futuro de nuestra pensión. Cuando los brotes verdes se secaron,
las aportaciones fueron paralizadas en muchos casos. Y si además añadimos que de los beneficios,
el Estado se queda con la mitad, a uno le da por recapacitar.
Y hete aquí, que en estas
circunstancias, cuando el trabajador desconfía de los planes de pensiones, van
unos entendidos y nos dicen que, o pagamos a los bancos o nos quedamos sin
pensión de jubilación. Y esto asusta.
Pero la culpa tampoco hay
que atribuírsela toda a Rajoy. A finales de los ochenta, la caja de la SS,
también estaba agujereada. Al gobierno
de entonces no se le ocurrió otra que absorbe a la MUNPAL y con ella, los derechos
de sus mutualistas se fueron a pique.
Suerte que uno piensa en positivo. Sabe que si el
gobierno de Rajoy rescató a la banca con los recortes en educación, sanidad, reforma laboral y a los
funcionarios, cuando el Estado recupere de la banca su aportación, volverá a
hincharse la caja única.
También es cierto, que es
de suponer que el político de turno, antes de dejar al jubilado sin prestación
económica, lo quitará de los sueldos de sus señorías y de las subvenciones a
sindicatos y partidos políticos. ¿No?
Tampoco me preocupa la
opinión del experto. Es eso mismo, una opinión. Porque si uno hace caso a Rajoy, puede
tranquilizarse. Si el problema reside en
que faltan aportaciones de trabajadores activos, una vez entren en el mercado
laboral estos cientos de miles de españoles y asimilados de los que nos habla
en cada campaña electoral, el asunto estará resuelto.
Y si alguien desconfía de
Rajoy, pues que escuche a Pedro Sánchez, que como solución inventará un impuesto para las
pensiones.
Vamos, que de insostenibilidad,
nasti de plasti.
PUBLICADO EL 14 DE JULIO DE 2016, EN EL DIARIO MENORCA.