REVÁLIDA EN LAS URNAS

Ya vamos para las dos semanas de la reválida política y los resultados no han variado de la nota final de curso.  Si bien, la promesa de no ir a unas terceras elecciones parece tomar fuerza.  Uno ya no sabe si por voluntad de entendimiento o simplemente por temor a perder al pájaro en mano.  O que el PP consiga a los ciento volando.

Lo cierto es que el pueblo ha vuelto a opinar.  Y aunque no variara en lo esencial, si que ha matizado su respuesta.  No quiere mayorías absolutas, pero mucho menos quiere una república bananera.

El PSOE parece haber entendido el mensaje.  Están llamados a ser oposición y quieren ejercer de ella.  Y reconstruirse. Sobre todo recuperar el espacio y la ilusión perdida.  Y este espacio no se recupera ni estando en coalición con el adversario, ni mucho menos con el enemigo que quiere su liquidación.

Y digo bien, adversario y enemigo.  El adversario en la política es quien está enfrente y no por ello enfrentado. Y uno necesita del otro para su existencia.  El enemigo es quien no necesita del otro y es más, le molesta su presencia.  La marca Podemos necesita la eliminación o reducción al mínimo exponente del PSOE para poder llegar a ser algo más que un aglutinado de indignados y salvadores de vaya a saber qué patria.

Miedo a lo desconocido tildará Iglesias a lo sucedido en las urnas.  Mientras los analistas políticos advierten que donde los populistas han perdido más votos, ha sido precisamente donde gobiernan, o sea, donde más se los conoce.  Y eso no pinta bien, nada bien.

Y por si alguno aún no lo tuviera claro, la censura ya ha sido declarada vigente en la agrupación.  El pensamiento, la palabra y la obra, ya son guiadas y unificadas. Ahora faltará la unidad en lo universal, y el cielo ganado.

En cambio Mariano Rajoy poco o nada ha tenido que hacer. Le avala el trabajo hecho,  el del apéndice, el del adversario y sobre todo, el voto útil. Y el del enemigo, también.   En la balanza también contrapone la corrupción y los recortes.

Y uno ya piensa que será que pesan más los activos que los pasivos.  O como dice Iglesias, el miedo a lo desconocido conocido. El peso de la coleta, vamos.

Lo cierto es que no hay cheque en blanco, y la lupa vigilará cada movimiento.  Gran Hermano será minucia en comparación al tiempo venidero.  Al menos, esta vez, las cámaras girarán en la dirección correcta. Ahora faltará que éstas estén conectadas, que graben las imágenes, que no se manipulen, que ….


Y los pillos serán pillados. Puede, si se quiere, sino….


PUBLICADO EL 7 DE JULIO DE 2016, EN EL DIARIO MENORCA.