Un oyente de radio llamó la semana pasada a la
emisora. Salió en antena y propuso
encerrar a los políticos en el Congreso y no dejarlos salir hasta que se
alcanzara la investidura de un presidente.
Así de claro. No dijo nada de
tirar la llave ni tampoco dejarlos sin comer ni beber hasta alcanzar un
acuerdo, pero seguro que a algún otro oyente, eso mismo se le debió rondar por
la cabeza.
Este oyente, dicharachero,
comparaba la elección del Papa con la del presidente del gobierno. Si el
encierro de cardenales funcionaba, cómo no funcionaría con los políticos, se
preguntaba en las ondas. Se olvidó de
una parte esencial del juego, el Espíritu Santo. Y la elección de los congregados.
El papel de Espíritu Santo
podría encarnarlo en el caso que nos
atañe, el rey Felipe VI. El escollo
vendría con los congregados. En el caso religioso, la elección de los purpurados
trae el aval de años de estudio y labor,
y solo unos pocos son los nombrados. En
España, los purpurados políticos no vendrían avalados ni por lo uno, ni por lo
otro. Y eso, precisamente eso, los hace
ya diferentes.
Y la fumata, seguro que
también sería diferente. Me imagino una
inspección previa de los responsables de Riesgos Laborales, de alguna comisión
de Medio Ambiente, de algún informe preceptivo del Consejo de Estado, de un
pleno del mismo Congreso autorizando, modificando o incluso impidiendo tal o
cual producto, papel o mecanismo para la fabricación del humo en cuestión. Y ya no digamos la discusión sobre si el color
blanco o negro era discriminatorio o alternaban los colores del arco iris para
guiño de algún sector del electorado. O
el informe previo de Patrimonio Nacional si tenía que autorizar o no la
habilitación de una chimenea para tal fin, y en base a qué partida
presupuestaria. Y ya no digamos de la negociación con el comité de empresa
sobre el cursillo de habilitación que homologue el título correspondiente para
el encendido, manipulación y apagado de dicha fumata y el baremo del concurso
oposición para la elección de candidatos a dicha plaza.
Llegado a este punto, y
vacaciones estivales por medio, uno ya duda de que los tiempos no se alargaran
a después del tiempo marcado por unas posibles terceras elecciones.
Otras opciones no se
plantearon en antena, pero sí en el transcurso de este diálogo con el teclado.
Uno ya duda si es o no por la intersección
del Espíritu Santo, pero tal vez una
paralización del cobro de sus sueldos, animaría a sus señorías a tomar alguna
decisión.
PUBLICADO EL 4 DE AGOSTO DE 2016, EN EL DIARIO MENORCA.