SALUD DEMOCRÁTICA

Donald Trump dice que aceptará el resultado electoral si él es el ganador. Es el “si y sólo si” matemático, pero en versión política. O lo que es lo mismo “quien no está conmigo está contra mí”. Pero no crean que Donald Trump se lleva todo el protagonismo, no.  En España, de imitar a las Américas, sabemos un montón.

Digo Américas porque tanto nos da imitar a la del Norte, como a la del Sur.  Hasta ahora comparábamos a Pablo y a su proyecto de laboratorio con la dictadura de Hugo Chávez  y  de Nicolás Maduro.  Ahora, tras la “salud democrática” con la que el líder de la formación de laboratorio tildó a la irrupción  de un grupo de fascistas con caras tapadas en la universidad, uno también mira al Norte.  Y más concretamente, al ideario de  Trump.

No me gustaría vivir en la Venezuela de Maduro, ni en un hipotético EEUU de Trump.  Si algo nos caracteriza a quienes nacimos en los sesenta en familias en las que no se hablaba de política, es sencillamente el esponjamiento con que hemos ido viviendo cada etapa de nuestra vida.

Nos hemos fabricado nuestro propio ideal recogiendo de un lado y de otro, sin imposición  alguna y libres de toda intoxicación. Crecimos rellenando nuestra cesta con todo lo que creímos acorde a nuestras necesidades, satisfacciones, y por qué no, con la belleza del entorno, nuestra parte de moral y también nuestra concepción de lo ético.  Y si en algún momento de este camino que recorrimos y seguimos recorriendo, hemos creído – o aún creemos- oportuno despojarnos de parte de nuestro pasado, atrás quedará,  en la cuneta de antes, o sencillamente en el contenedor de reciclaje de ahora. Y a eso sí que le llamo salud.

Los ensayos son necesarios en las comedias teatrales y para todo quien vive en un escenario.  Del mismo modo, los laboratorios  fracasarán en muchos de ellos hasta que algún día, por chiripa, por constancia, pero principalmente por estar en la senda del buen camino, lograrán el producto.  En el camino dejarán muchos fracasos y muchas cobayas mutantes.   Algunas veces será el vaso de precipitado, la probeta o quién sabe si el serpentín, el motivo del fracaso, pero en otras, sencillamente será que no había producto, o que la senda no era la adecuada.

Uno ya ha perdido algunos conceptos.  Uno ya no sabe si para los populistas, los españoles somos simples ratas de laboratorio, si somos meros espectadores de una comedia teatral, o simplemente potenciales seres destinados al  sacrificio hacia una nueva deidad.


Y eso, de saludable, poco.


PUBLICADO EL 27 DE OCTUBRE DE 2016

SIAM LLORA

Pues sí, el reino de Siam llora.  Sus súbditos, más bien.  Algunos de ellos, diríamos mejor.  Por un momento me acordé de aquella televisiva larga cola que esperaba para desfilar delante del cadáver del Caudillo.  Y  uno, con la perspectiva de la lejanía tanto en el tiempo como en la distancia física, no puede evitar que se le escape una sonrisa.  Una sonrisa burlona, claro está.

Son diferentes culturas.  Y sobre todo, diferentes épocas y ritmos de vida. Mientras por aquí estamos cuestionando verdades y mentiras en clave filosófico-religioso, mientras intentamos negar posibles existencias divinas, por aquellas tierras de sonrisa perenne lloran la muerte de su rey investido de deidad.  Un rey quien, para sus súbditos, se encerraba en el laboratorio y modificaba semillas para así hacer más próspera su nación, eso sí, mientras el heredero –ahora rey- iba de flor en flor.

Lo  que uno ya no sabe, ni los noticiarios del NODO tailandés han explicado, es si aquel desafortunado obrero que en su día hiciera un comentario sarcástico sobre la mascota real -y que sufrió castigo por ello-, se encontraría entre quienes lloraban la muerte de Rama IX o estaba simplemente con los otros.

Y los otros, aquellos que no tienen por qué ser del amarillo –ni del verde gobernante-  también deben existir.  Como nosotros, algunos españoles y asimilados, que ni siendo rojos, ni azules, ni morados ni anaranjados, ni mucho menos estelados, también existimos, aunque de momento permanezcamos acallados y en silencio.

Me imagino la también sonrisa burlona –sarcástica, por qué no- de estos otros que desde el exterior, ante  la visión de algún noticiario documental nuestro, deben poner.  Porque España puede que no exista para los españoles y asimilados, pero en el exterior seguro que existe y también provoca incredulidad al comprobar cómo, por mucha corrupción, por mucha mentira, por mucho que el Banco de España diga que debe lealtad al Gobierno de turno, seguimos prestando pleitesía a una deidad corrupta y a unos candidatos y a unos  representantes potencialmente defectuosos.

Y no tan sólo les prestamos pleitesía sino que incluso les pagamos sus retiros dorados, sus paros forzosos, sus viviendas, sus potenciales vicios y  como no, sus viajes.  Y todo eso que para nosotros es normal, que de ninguna manera  nos causa sonrojo alguno y sólo recibe la callada por respuesta, para ellos les debe también causar una sonrisa burlona.  Una carcajada, más bien.


Para llorar, vamos.  Y sin cuerpo presente.


PUBLICADO EL 20 DE OCTUBRE 2016, EN EL DIARIO MENORCA.

PABLO, EL ……

La semana pasada “Pedro, el empecinado” ocupó título y cuerpo en esta misma columna.  Hoy, por aquello de compartir santoral y destino en lo universal, le ha tocado el turno a Pablo.  Estaba tentado en titularlo “Pablo, el frustrado”, pero las alarmas se me han disparado.  Y por eso mismo, por miedo, he suprimido apodo o calificativo.  Lo he sustituido por unos puntos suspensivos y dejo al libre albedrio del lector, la propia conciencia del pecado.

Pecado, castigo, miedo. Miedo, sí.  Pablo y Podemos, -vaya por Dios, PP- me dan miedo. Y Pablo mucho más.  Sus formas me parecen alejadas a lo que entendemos por democráticas y más ahora cuando se habla de tomar la calle para conseguir sus objetivos.  ¿No sería más democrático hablar de ganar las urnas?

“La calle es mía” dijo Fraga en una ocasión.  Podemos, en más de una.  Y de cada vez, más.  Y Pablo se enfada.  Se enfada con los socialistas que no han sucumbido a sus intereses. Se enfada con los socialistas que han elegido primero España, y luego su regeneración.  Da la sensación que se enfada con todos quienes no piensen como él. Y eso también asusta.

Hoy el ideario es blanco, mañana verde y el próximo puede que sea amarillo, parecen ser las consignas. Un ideario a salto de mata, a toque de estadística o de vaivén de las agujas del reloj del laboratorio ¿podemista o podemita? Ni en eso hay acuerdo.

El frente popular de la izquierda que tanto aúpa en sus intervenciones, también da miedo. Por ser frente y por ser popular.  Y mucho más por la memoria histórica.  Que no todo se borra por decreto  ni quemando libros en las bibliotecas.

Atrás quedó la promesa del subsidio de seiscientos euros por cabeza si ganaba las elecciones. Las primeras, claro.  Que en las segundas, nada de nada.  Las circunstancias ya eran otras y el público ya estaba publicitado.  Como su señoría Bescansa, que en la segunda sesión ya encontró acomodo para su criatura.

Y eso es frustrante.  Si no para el líder, sí al menos para los sujetos pasivos, necesitados del guía espiritual y político  que les indique el camino a seguir en cada momento.  Por un momento me imagino un panal con su reina.  Y no quiero volver la mirada a la memoria histórica y a los líderes de aquellos años treinta.  Ni a los de Venezuela actuales. 


A estas alturas uno ya no acierta.  ¿Frustrado, frustrante o ambos? El destino es universal, limitado también. Limitante, más bien.  Tóxico, sería otro concepto a valorar, a tener en cuenta. Pero no, simplemente, asusta a algunos.

PUBLICADO EL 13 OCTUBRE 2016, EN EL DIARIO MENORCA.

PEDRO, EL EMPECINADO

No es natural de Castrillo de Duero como sí lo fue Juan Martín Díez, pero seguro que si no la historia, al menos  la Wikipedia le dejará un hueco para el apodo.  Si a Juan Carlos I lo apodaron “el breve” y duró casi cuarenta años, qué no van a decir de Pedro, que no llegó siquiera a poder institucionalizar los funerales de Estado en las muertes por violencia de género.

“No es no”, repetía como niño de parvulario. Pero la política no se aprende en las escuelas sino en el difícil trago de la vida misma.  “No es no”, pero con matices, según sean los intereses.  Según sean las necesidades.

Pedro lo sabe, seguro.  Pero sus intereses, sus necesidades, incluso sus valores no eran unánimes con el resto de sus compañeros de partido.  Ni por supuesto, de sus votantes. Transmitía la sensación que su único interés, su única necesidad, era presidir el  Consejo de Ministros.  O eso, o ser el próximo inquilino de la Moncloa.

Su repetido “no es no” lo traducía para sí mismo como “o presidente o Moncloa”, y el precio, el que fuera.  Pactar con Podemos sentado sobre una  bomba de relojería  o independizar a Cataluña, no tenía por qué ser problema.  O al menos, así se podía interpretar. 
 
Y no tan sólo España estaba en juego, sino también el propio PSOE.  Las centenarias siglas se veían amenazadas desde su flanco izquierdo por un partido de laboratorio.  Y en vez de presentar batalla, se dejaba cortejar. ¿Será por aquello de no haber alcanzado la edad crítica de los cuarenta y cinco años de la Bescansa?

Calculó mal su fuerza.  Intentó que el PP desalojara a Rajoy de Génova y de la Moncloa, pero la pelota volvió a su tejado.  Habló de democracia interna y utilizó la militancia en su favor, pero maniobró con mano firme en la cercanía. Como Iglesias en la búsqueda de la cuadratura de sus círculos.

Democracia y autoridad es una dualidad difícil de compaginar cuando el interés común se ve intoxicado por intereses y  empecinamientos mal calculados.

Anteponer los intereses personales por encima del futuro del PSOE no es de recibo. Anteponer los intereses personales por encima del futuro de España, roza el juzgado de guardia.  Y así lo ha entendido parte de la militancia, y parte de sus cuadros.  El problema es la otra parte: la del espectáculo.


La del espectáculo que ofrecieron algunos de sus seguidores en las puertas de Ferraz.  ¿Es necesario llegar a la agresión para imponer sus ideas? ¿Es esa la forma de gobernar que pretenden imponer con sus potenciales aliados a su izquierda?


PUBLICADO EL 6 DE OCTUBRE DE 2016, EN EL DIARIO MENORCA.