CARAMELO ENVENENADO

De pequeños, nuestros padres nos advertían de que no aceptáramos caramelos de extraños. Ya se corría la voz de algunos sucesos desagradables en el exterior de colegios.  Cuarenta y tantos años después estos caramelos no tan sólo no han desaparecido sino que se han adaptado a las nuevas tecnologías.  Pero los caramelos de esta semana serán otros y  llevarán el marchamo  de la legalidad, aunque dudemos de su legitimidad.

Europa nos vuelve a tirar de las orejas, esta vez por el tema de las “cláusulas suelo”.  El primer caramelo –envenenado- nos vino con el rescate de la banca por parte del Gobierno popular.  Mientras el españolito de a pié celebraba con júbilo las diferencias económicas con Grecia,  Rajoy salvaba la banca presuntamente con el dinero de nuestras pensiones, de nuestra paga extraordinaria, de la reforma laboral y de nuestros impuestos.  Y ahora más.

Ahora el tirón de orejas va dirigido a las entidades bancarias, y como no, deberían también ir dirigidas al Banco de España y a quienes lo permitieron.  Y nos dan un caramelo.  Y nos lo quitan. O nos lo cambian por uno envenenado, presuntamente, metafóricamente hablando, claro.

La noticia aparece con bombo y platillo.  El Gobierno ayudará a la mediación entre entidades y usuarios.  La mosca se mantiene fiel tras la oreja.  Aparece el moscardón y la mosca huye despavorida. Montoro empieza a aparecer en escena.  Lo que se devuelva, paga a Hacienda.  Y las desgravaciones, se devuelven.  Y se queda corto.  El Gobierno en su reunión de los viernes, acuerda presuntamente dar marcha atrás a todo lo que pudiera no gustar a la banca. El caramelo existe.., pero con nitratos.  Y uno se pregunta qué hubiera hecho Rajoy  si no hubiera habido miedo de colapso judicial.

Las eléctricas también nos visitaron con sus caramelos.  La energía se encarece cada vez más y ya no viene acompañada de la bombilla que Rodríguez, Zapatero para más señas, nos regalaba en cada subida.  Ahora, la electricidad va acompañada del termómetro y así, ante cada oleada de frío, aumenta.  Habrá que esperar al verano por si ocurre lo inverso –si un aumento de temperatura también conllevará un encarecimiento del precio-  y así poder formular científicamente lo que los humanos han fabricado en el laboratorio de empresas y en las reuniones ministeriales.

Incluso el Sol –en España- paga impuestos para beneficio de las eléctricas.

La Luna, de momento se libra.  ¿No sabrán aún, que en las noches de Luna llena también se puede ahorrar?


¡Lunáticos que son!


PUBLICADO EL 26 DE ENERO DE 2017, EN EL DIARIO MENORCA.

UNA PASSA DE DIMONI

“Per Nadal, una passa de pardal.  Per sant Antoni, una passa de dimoni”.  El refranero popular es sabio y quienes lo hicieron, más aún.  Porque no debemos llevarnos a engaño, fueron nuestros antepasados quienes los fabricaron, quienes con la tradición lo mantuvieron y nosotros somos quienes nos beneficiamos de aquellas evidentes sentencias ante las que no cabe recurso alguno. 

Evidentemente el tiempo de luz natural del día, aumenta.  Como cada año.  También aumenta como no, la gasolina, la electricidad y el butano.  ¡Incluso el impuesto del Sol! El nuevo rescate a los bancos por parte del Gobierno de turno –y por ende, de los contribuyentes- está también a la vuelta de la esquina.  La excusa, las clausulas suelo.

EEUU también está a punto de amanecer, dirá Trump.  Ahora más que nunca uno extrapola y mide los tiempos.  Evidentemente cuando en América amanece, en Europa anochece.  Y más ahora cuando Trump se declara amigo de los rusos de Putín.  De esta misma Rusia que legisla que el maltrato de género una vez al año no hace daño.  Y esto, asusta. Y mucho.

Los tiempos de la guerra fría, parecen volver al escenario de Europa, pero sin contrapartidas. La sensación es que los únicos aliados serán EEUU y Rusia, mientras que Europa será el terreno de partición y de reparto.  O de laboratorio,  que tanto les gusta a los de Vistalegre.

Mientras las dos potencias se piropean, los nuestros también decidirán quienes serán los representantes de los cada vez más partidos partidos –valga la redundancia-.   Solo los populares, por aquello de haber mantenido Gobierno, se presentan con la carta de unidad a nivel nacional. Socialistas y los del laboratorio, seguramente mantendrán el tipo, pero con los  cuchillos afilados en fase interna. 

Pocos días también me quedarán para restar años para la jubilación –que no por ello de pensión- y al resto de connotaciones. Los biorritmos están  en fase depresiva, lo reconozco.  Mientras la propaganda nos auguraba cierto repunte económico, los titulares son cada vez más espesos y mortuorios. 

Nos esperan meses fríos  y helados que harán el agosto a las eléctricas.  Nos esperan subidas de impuestos, tasas y precios, solo por el hecho de ser solidarios y repartir el déficit entre todos los consumidores y asimilados.  Y bajarán los fondos, nos dirán.  Se hará más hondo el agujero de las pensiones, del ahorro y del futuro.  De nuestro futuro.


Tendrá que venir la primavera a que nos caliente la sangre  y así dejarla de tener de pura horchata.

PUBLICADO EL 19 DE ENERO DE 2016, EN EL DIARIO MENORCA.

RESIDENTES

El título llevará a engaño, seguro.  Ni descuentos ni ventajas, sino todo lo contrario,  y la verdad por delante. Pero no, hoy no toca hablar de nada que tenga que ver con la inoperatividad del sistema o de nuestros políticos.  O de ambos, aunque me incline por los segundos.  Además, ¿qué rentabilidad extraerían de ello, si alguien sonara la flauta y arreglara la desigualdad territorial que venimos padeciendo desde los inicios del sistema?

Hoy toca hablar de cosa más seria: los médicos residentes.  Médicos que se reparten  panel televisivo con demás series en antena, a la vez que aprenden el oficio en nuestro sistema de salud.  ¿Y por qué los médicos residentes y no los que portan barrete, por ejemplo?

Tocan a la puerta y aparece el médico de familia en visita domiciliaria.  El paciente, pasados de los ochenta, es la tercera vez en aquella semana que requiere asistencia médica.  En la primera visita a un centro hospitalario ésta se saldó con varias horas de observación tras un traumatismo craneal.  El médico residente aplicó el protocolo en toda la asistencia tanto en las pruebas como en el diagnóstico, y el informe de alta fue acompañado por una serie de recomendaciones a observar en las horas siguientes. Hasta aquí, salvo alguna omisión premeditada por el autor, son hechos reales que nada tienen que ver con la ficción.

Interpoladas entre las horas indicadas varios signos de alarma repican desde lo alto del campanario. El galeno que atiende el teléfono de las emergencias sanitarias, ordena de nuevo el traslado del paciente al centro hospitalario.  La cadena de custodia se rompe justo traspasar el burladero.  Y eso que uno va bien purificado y adecentado, ¿o será precisamente por eso, por lo de ir purificado?  Por los pelos de un calvo se salva el paciente de no retornar vía cobro revertido hacia su domicilio.  Los signos de alarma no son los mismos lleves treinta u  ochenta años de lastre. 

Sin cobro revertido pero con la regañina bien aprendida, el paciente regresa a su domicilio. 

Era la segunda, y tras la llamada a la puerta, aquel bateado blanco le receta su tercer  traslado en un año.  El paciente se resiste y plantea no acceder porque sus signos de alarma no son los de un joven de treinta años.  El bateado, insiste, asiste y comprende, pero también anima a dar el paso, y lo  motiva además: Era festivo, y las guardias, la mayoría son efectuadas por residentes. 


La práctica del protocolo estaba asegurada pues, tuviera éste treinta o  tres veces treinta.

PUBLICADO EL 12 DE ENERO DE 2016, EN EL DIARIO MENORCA.

22 AÑOS DE COLABORACIÓN

Mañana, festividad de la Epifanía del Señor, la primera manifestación de Jesucristo como niño, las familias lo celebrarán repartiendo  regalos.  Otro día de reyes, el 6 de enero de 1995, “Es Diari” me obsequió con dos regalos que aún perduran: La  publicación de mi primer artículo de opinión y por ende, del inicio de este lazo de colaboración ininterrumpido durante estos 22 años.

“De pié o de rodillas” se tituló mi primer artículo.  El título lo decía todo, y máxime cuando finalizaba diciendo que “Vale más vivir de pie, que vivir de rodillas. Creedme, es mucho más sano…., y económico.  No se rompen los pantalones, ¡si es que los llevan puestos!”  Fue como no, una válvula de escape ante una injusticia profesional de la que había sido víctima por aquel entonces.

La respuesta ante la primera represalia por la publicación, la esquivé manifestando mi intención de seguir escribiendo.  Y así me vi, en aquellos primeros escritos, obligado por la jerarquía a demostrar aquel repentino interés por la escritura pública.

Siempre estaré agradecido con quienes en su momento (Bosco, Ortego, Marcos Carreras…) y con todos quienes aún ahora, permiten que continúe colaborando con “Es Diari”.  En la intimidad siempre he mantenido la certeza de que “Es Diari” fue mi válvula de escape, mi terapia psicológica, y que me ayudó a superar un difícil momento profesional y personal.  Ni tranquimazines ni demás historias.  Un teclado, un monitor, tres o más  folios por escrito, y un par de veces a la semana. Y punto.

Y mucha ironía y bastantes dosis de ambigüedad.  Superadas las primeras represalias –viví varias y no se las recomiendo a nadie-  y al relajarse la lupa con la que se me examinaban los escritos publicados por parte de cierto sector profesional (eran varios los lameculos que hacían de correveidile),  estos veintidós años han sido un lujo, una superación constante.

Aquella crisis fue el detonante de un cambio en mi vida.  Del cambio de mi vida.  Aún no era famosa  la definición de Einstein sobre la crisis  y uno ya se veía obligado a ponerla en práctica. Gracias a “Es Diari” me abrí al mundo.  En cierta manera, me hice público. 

Superado con creces los mil artículos publicados, superados los veintitantos años de colaboración, es hora de hacer públicas estas intimidades, estos agradecimientos, y como no, manifestar que sin “Es Diari”, sin las personas que lo hicieron posible, y sin la veintena de lectores que me leen,  para mí todo hubiera sido demasiado diferente.


Muchas gracias.


PUBLICADO EL 5 DE ENERO 2017, EN EL DIARIO MENORCA.