He de
confesar que cuando me he posicionado delante del teclado, lo he hecho con la
vena de viejo cascarrabias. De tanto en
tanto –y de cada vez, más- uno se vuelve cascarrabias. Lo de viejo, ya es un no parar. Y si juntamos ambos, sale una especie de
escrito anticonformista.
Mi
inspiración me vino en una cola en el supermercado. No eran las diez de la mañana y las cajas
estaban todas llenas y las colas te
trasladaban a un sábado de finales de julio.
Luego te encuentras las carreteras invadidas de coches y los
aparcamientos casi a rebosar. Se te
encienden las luces de alarma. No
quieres turismo. Piensas que no los necesitas y que quieres vivir tranquilo,
con una rutina que no te sobresalte.
Sin
darte cuenta, te estás posicionando en un extremo. Un extremo anti-todo. Contra el turismo y … Te das cuenta que no hay nada más. Las aglomeraciones, la carestía de los
servicios, el encarecimiento del transporte y del overbooking aéreo, la desaparición de las playas vírgenes y la
sobreexplotación del Camí de Cavalls, todo es debido al negocio turístico. Sin el turismo todo sería como era en tu
infancia. Y lo añoras.
Eres
realista. Sabes que la Menorca que
viviste y conociste, no volverá. Pero
piensas que hay vida también sin el turismo.
En su momento algún iluminado pensó en dinero rápido y fácil. Y acertó
de pleno. Y desde aquel momento, no ha
habido ningún otro iluminado.
O al
menos que se posicionara en el lado contrario, o a mitad de camino, en el equilibrio,
vamos. La gallina sigue siendo el
turismo, pero el oro, ya sólo es chapado dorado.
Menorca
necesita estabilidad, trabajo para la mano de obra menorquina –no necesitamos
que vengan trabajadores de fuera para explotarlos ni hacer negocio con los
alquileres- y crecer para sus adentros.
¿Tan difícil sería crear industrias competitivas que dieran trabajo todo
el año a los menorquines?
¿Por
qué no subvencionar transportes, promover desgravaciones en los impuestos, y
demás tipos de incentivos para que
nuevas industrias, ubiquen sus fábricas en nuestro suelo? ¿Por qué no dejar al
turismo en segundo o tercer lugar?
Sigo
siendo realista. Difícilmente será posible que se haga –hay demasiados
intereses personales por en medio-. ¿Por qué no aplicar medidas que ayuden a
desestacionalizar el turismo? Un númerus
clausus, por meses, vamos. De más barato
a más caro. Pero no. Alguien aupará el turismo de mochila y de auto-caravana, y
la picaresca se volverá a imponer. ¡Y estos no pagan la ecotasa!
PUBLICADO EL 20 DE ABRIL DE 2017, EN EL DIARIO MENORCA.