Uno
empieza a entender al prójimo cuando sus argumentos tocan a tu puerta. Verse reflejado en las penurias ajenas
–porque esas mismas ya dejan de ser ajenas- ayuda a tomar consciencia de que ni
todo es blanco, ni todo es negro.
Cataluña repetía hasta la saciedad de que España les robaba. Y pudiera ser, pero lo que sí se está
demostrando es que quienes de verdad robaban en Cataluña eran sus propios
dirigentes, vestidos ahora con esteladas y barratinas.
En
Baleares nos puede estar pasando más de lo mismo. Será verdad también que España no nos da todo
lo que nos tendría que dar. Lo notamos
cada vez que tenemos que desplazarnos fuera de la isla. Lo notamos cada vez que el transporte de
mercancías encarece el producto. Pero los menorquines lo notamos más cada vez
que nos vemos discriminados por esta doble insularidad.
Los
menorquines nos sentimos, ya no los hermanos pequeños, sino los hermanastros de
Mallorca. E incluso, los primos de
Ibiza. Y ya les va bien a los dirigentes
mallorquines que así sea. Y el argumento
seguirá siendo que España nos debe y no nos da.
Pero mientras lo poco o mucho que de España se quede en Mallorca y lo
distribuyan los dirigentes mallorquines, será Mallorca quien nos robe a nosotros.
Y
son esos mismos dirigentes mallorquines quienes han vuelto a dar la nota. Més per
Menorca sale del Govern y se apartan de sus hermanos de sangre. Y no es la primera vez que los signos no
guardan la regla matemática. El producto
de Més per Menorca con Més per Mallorca
da negativo. Y no una, sino todas las
veces que han operado juntos.
Tampoco
es que los nacionalistas mallorquines tengan la exclusividad en el desprecio
hacia las islas menores. Podemos también hizo lo suyo al relegar a una segunda
posición a la representante menorquina por una cuestión puramente de marketing y
en la expulsión de otra representante menorquina.
Y no
es de ahora, sino de antaño. Desde
siempre, desde niño, oíamos a nuestros padres comentar –eran tiempos de la Diputación
Provincial, de dictadura y demás- que el
dinero se quedaba en Palma. Ahora,
desaparecida la Diputación, el dinero sigue quedándose en Palma. Y no tan sólo el dinero, sino las tomas de
decisiones, los manejos entre cortinajes, los repartos entre sus afines y vaya usted a saber qué más se cuece tras
las puertas de los despachos.
La
trasparencia, dirán que es opaca. Yo me
inclino por pensar que la transparencia está gafada. O al menos, su consellería.
Y
que Menorca sigue siendo la “menor”.
PUBLICADO EL 6 DE ABRIL DE 2017, EN EL DIARIO MENORCA.
PUBLICADO EL 6 DE ABRIL DE 2017, EN EL DIARIO MENORCA.