JUSTOS POR PECADORES

La semana pasada en las páginas del Menorca, CCOO denunciaba el aumento de altas indebidas por la inspección del INSS.  En la noticia se hacía mención también a que había que abandonar la idea de que la gente que tiene una patología es un defraudador y un vago.  Todos estaremos de acuerdo en que no se pueden limitar bajas con unos parámetros uniformes ni tan sólo a unos determinados tiempos.

La inspección médica seguramente carecerá de suficientes medios humanos y procedimentales que le permitan tomar unas resoluciones más justas para cada caso concreto.  Valorar un alta o baja laboral sin poder desgranar si lo expuesto corresponde o no  a la realidad, es lidiar con la verdad o la mentira.

Todos conocemos personajes que ganarían un Nobel con solo publicar los “cuentos” que acumulan sus expedientes laborales.  Y también aquí, pagan justos por pecadores.  Es más,  la reiteración de las bajas de estos candidatos al Nobel de Literatura a lo largo de su vida laboral, causa más trastorno a la empresa que la de otro empleado con una baja de larga duración.  Incluso conoceremos casos de bajas programadas, preavisadas o incluso con estudio previo de síntomas.  Y de estos, la Inspección no dice nada.

Y no dice nada porque seguramente no les llega.  Los tiempos son los que marcan una inspección y no otra cosa.  Además, donde falla el control es en el filtro primario.  Una baja mal dada es  -además de un fraude por parte del trabajador- una mala praxis –como mínimo- por parte del médico que la firma.  Y, como no, una falta de interés por parte de la administración que debe regularla.

Y la administración hace aguas por doquier.  Todo lo que represente y conlleve implícitos  los términos de  control, autoridad, deberes y demás obligaciones inherente a los derechos, le apesta.  Y teme,  como no, a la reacción de la sociedad.  A la de los propios representantes tanto de los trabajadores como de los ciudadanos.

¿Se imaginan que alguien investigara a quienes se encuentren en una mal llamada incapacidad laboral transitoria? ¿Se imaginan que les siguieran su rastro, sus deportes, sus comidas, sus viajes, sus salidas de juerga? Pues no se lo imaginen porque todo esto es ciencia ficción.  Alguien podría dictaminar que todo ello entraría dentro de la esfera de la protección al honor, de la intimidad personal, de algún derecho constitucional. 


Tal vez, participando en el control de las ILT, los sindicatos  ayudarían  a desenmascarar a estos defraudadores, en beneficio del resto. 


PUBLICADO EL 4 DE MAYO DE 2017 EN EL DIARIO MENORCA