Inicié
el año con la incompetencia humana de una médica que me regañó por acudir con
una persona mayor a urgencias. No
entendía –no debía querer entender- la galena en cuestión, el por qué acudía,
si nada de bueno podíamos esperar en una octogenaria. Con el alta en la mano y con la recomendación
de recurrir a otros servicios antes de
acudir otra vez, la paciente fallecía aquella misma semana.
Te
encuentras luego con que el Govern prohíbe los funerales con cuerpo presente. Intentará rectificar aquel celo cobarde de
algún intermediario, pero seguirá premiando a unos pocos frente al populacho de
los más. Pero el daño ya está hecho. Ves
como duques nacidos del franquismo, reyes y viejas duquesas se inhuman en
templos y los demás al cementerio de rigor. Pagamos otra incompetencia humana elevada al máximo
exponente de quienes se sienten ungidos con derecho a romper y aniquilar todo
el sistema democrático.
Quieres
mantener la serenidad y no quieres que la toxicidad de quienes vas encontrando
en tu camino, altere tu forma de ser.
Tropiezas con las barreras que entidades bancarias y compañías
aseguradoras han ido estableciendo durante la crisis y con la complicidad de
los gobiernos de turno. Intentas
rebelarte y siempre encuentras un teléfono que comunica o una llamada que no se
te devuelve. Las máquinas van ganando
terreno. Lo peor, es que tras la máquina se escuda un afamado incompetente, un
presunto inútil asalariado, o quien sabe qué intereses económicos.
A
pesar de todo, intentas sacar pecho y mantener la positividad. Son casos aislados, recuerdas de algún
comentario gubernamental. Sí, aislados y recurrentes, dirás. Demasiada toxicidad en el ambiente. Pero por mucho que se airee, piensas que si
la mierda es el sujeto activo, poco podemos hacer los pasivos.
Ya
no te fías ni de tu pasado. ¿Será el
karma tuyo que viene a purgar vidas anteriores? ¿Serán las personas tóxicas
nuestra penitencia? ¿Serán ellas “los buenos” de esta película?
Sigues
pensando en positivo. Recuerdas que por
el camino has ido encontrando a personas maravillosas, profesionales de lo
público que se desviven por hacer el camino más llevadero al administrado,
profesionales de lo privado que también se curran el mantener la credibilidad
de la entidad a la que representan. Sigues creyendo que también es el karma que
te acompaña, el que condiciona que lo positivo también fluya hacia ti.
Crees,
ironías aparte, que el karma algún día,
les pasará factura. Al menos, así
lo deseas.
PUBLICADO EL 11 DE MAYO DE 2017, EN EL DIARIO MENORCA.