Uno ya pierde la noción de cómo titular los escritos y ser respetuoso con las formas. Cuando el cinismo, la provocación, la manipulación y la mentira son las únicas formas de actuar de ciertos personajes de la política catalana, a uno le viene el arrebato de llamarles por su nombre y que recurran a los juzgados después. Pero no, el sentido común, la educación, la moderación, y sobre todo, el respeto hacia los demás, te hacen desacelerar aquel subidón de adrenalina y mantenerte dentro de las normas de juego.
Las normas del juego, las leyes, la tolerancia con el prójimo, son sencillamente parte de un único y a la vez, amplio concepto: Democracia. Así de claro, así de sencillo. Democracia a la que los secesionistas catalanes, siempre presuntamente, claro, aborrecen. O al menos, la democracia que nos hemos dado, que hemos votado, y que, les guste o no, debemos luchar para que permanezca. ¡Una persona, un voto! ¡Qué más justo!
Y la independencia, claro que sí: en los poderes del Estado. Independencia del Poder Judicial, en no adoctrinar con falsos libros de historia, independencia en el pensamiento de cada ciudadano, en la libertad de expresión, en los medios de comunicación, en la de expresarse en cualquiera de las lenguas oficiales…
Por un momento, los hechos te trasladan a la historia no desvirtuada: al año 1933 cuando Hitler asumió, democráticamente, el poder de Alemania y a las famosas policías políticas. Y también te acuerdas, ya por vivencia propia, de aquella noche en la que el Congreso de los Diputados estuvo secuestrado por aquel engaño generalizado.
Y no quieres que ello se repita. Y mucho menos en Cataluña, en España. Y te aborrece ver ciertos especímenes de la política mintiendo descaradamente al populacho. Y te asquea ver a otros populistas seguirles el juego en busca de su propio interés. Y aplaudes, eso sí, a quienes por una vez, han dejado atrás sus intereses políticos y sus ambigüedades, y han hecho causa común en la defensa del estado democrático y de la unidad de España.
Los secesionistas deben tener claro, que este ya famoso y desconocido hasta el momento, artículo 155 de la Constitución de todos, les ha tocado por suerte, dígase por Bingo o por la Grossa, como dirán esos señores de la barretina y del caganer. Y no ha sido por suerte del destino, sino más bien, por la ley de las probabilidades. Y es que, habían fotocopiado todas las participaciones. Vamos, que sí o sí, les tocaba.
Pues eso: artículo 155 ¡Línea y Bingo!
PUBLICADO EL 26 DE OCTUBRE DE 2017, EN EL DIARIO MENORCA.