Como
suele pasar con el Guadiana, de tanto en tanto, aparece el bulo de que la
vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría Antón es hija del
teniente general José Antonio (Antón) Sáenz de Santa Maria. Vamos, que intencionadamente utilizan el
primer linaje de ambos –aunque uno disociado-
y el Antón del segundo apellido
de la vicepresidenta con el de pila del militar.
Es
más, la intención es que se divulgue, ya sea por whatsapp, por Facebook, y por
todo donde las redes sociales pueda entrar y motivar comentarios, insultos, y
como no, compartir el bulo para que se extienda a más contactos y ramificar
aquella red de engaño.
Los
bulos también aprovechan cualquier acontecimiento, como los últimos atentados
yihadistas para lanzar sus propias alarmas, o cuando buscan hacerse eco de
cadenas de apoyo a alguna causa de dudosa veracidad. O incluso con el desaguisado sedicioso.
Y
nadie -o pocos- van y comprueban la
veracidad o no, de lo compartido. Y si el comentario es de nuestro agrado, ya
va bien poder “pasarlo” con la excusa de que
uno no ha sido el autor del mismo. Vamos, escondiendo el miedo y tapando
la responsabilidad.
El
último que me ha llegado, y del que unos
reniegan y otros aplauden, es el que
concierne al progenitor y al abuelo del líder de la formación morada. Y lo curioso del caso es que, de éste, cuando
consultas por internet encuentras bastantes referencias que intentan confirman
que el “supuesto bulo” pierde lo que tenga de bulo y se convierte en
verdad. Pero claro, ¿quién es capaz de
afirmar sin documentación palpable y contrastada de que el abuelo del susodicho fue condenado
tras la guerra civil por actos nada misericordiosos, o incluso que su padre fue
detenido por pertenencia al grupo terrorista FRAP?
Y de
estos dos bulos con nombres y apellidos, lo que me asombra es el trato
diferenciado que se da a ambos. Al
primero, al de la vicepresidenta, y a su vez, debidamente contrastada su
falsedad, los comentarios que llegan son del tipo “de aquellos barros, estos lodos”.
En cambio, al del segundo, al del líder de los morados, y del que, de
momento parece ser más complicado
demostrar la falsedad de lo dicho, el
comentario más hiriente sería del tipo de que “los hijos no son responsables de los actos de sus progenitores”.
Vamos,
que aquello de que “unos nacen con estrella y otros estrellados”, tiene mucho que ver.
Y que las capacidades, actitudes y aptitudes, son puro relleno.
Y de
estrellas, o esteladas, mejor pasar hoy.
PUBLICADO EL 5 DE OCTUBRE DE 2017, EN EL DIARIO MENORCA