¿QUÉ O QUIÉNES SOMOS?


¿Se han preguntado alguna vez cómo se presentarían en un concurso televisivo?   Por lo visto en la pequeña pantalla la mayoría se presenta por su profesión o el cargo que ejerce en ella.  Así, no es raro escuchar la presentación del tipo “me llamo Pepe, vengo de Zamora y soy abogado, electricista o mensajero”.  ¿Y de verdad, sólo somos nuestra profesión?  Y ya no digamos cuando la presentación se refiere a “desempleado”. ¿Dónde está aquello de padre de familia, esposo fiel, hijo aplicado?

Otros incluso se ven obligados a matizar su presentación con aquello de “licenciado en Derecho, pero actualmente trabajo en la venta de automóviles”. Este escrito me retrocede a dos momentos anteriores, uno lejano ya en el tiempo, y  otro más asequible a la memoria reciente.  Para el primero, me remontaré a los primeros tiempos de mili, cuando en la Mola, durante el periodo de instrucción que pasamos una vez venidos del Cir-14, el capitán de nuestra compañía nos pidió que nos presentáramos.  Al tocarle el turno a un peninsular, éste espetó que era “técnico energético” término éste que se vio obligado a esclarecer cuando se le preguntó por los años de carrera. Allí supimos que aquel término  se refería al de trabajador en una estación de servicio.  Y uno se pregunta, ¿por qué algunos  se sienten avergonzados de su trabajo?

El segundo momento al que me refería en el párrafo anterior, apareció cuando nos ficharon –foto incluida- para la nueva era de "Es Diari" y Vanessa nos preguntaba cómo queríamos salir en nuestra columna.  Tras un momento de duda y de rápida respuesta, opté por el  de “librepensador”, al que sin duda debería de haber añadido el calificativo “de ir por casa”.  Al fin y al cabo, el pensamiento, de momento goza de libertad - y gracias a MENORCA, incluso  de imprenta-.

Entiendo que tendría que haber una presentación propia para cada contexto.  En un currículum de trabajo sería correcto presentar las titulaciones y cargos, pero en otras facetas de la vida –y de estas hay muchas- deberíamos adecuarnos al contexto en sí.  Algún día, tal vez sería bueno escuchar términos como: persona feliz, persona buscando el significado de la vida, persona rebuscando en el pasado, persona altruista….

De momento, y en menos ocasiones de las que desearíamos, los medios de comunicación tildan a ciertos personajes con aquello de “investigado” “presunto”, etc, términos éstos que difieren mucho de los que seguramente mantendrán los propios sujetos en su tarjeta de presentación.

Avanzamos.



PUBLICADO EL 22 DE FEBRERO DE 2018, EN EL DIARIO MENORCA.

DESIGUALDADES


Nuestra mente está viciada. Manipulada, diría más bien.  Cuando nos hablan de desigualdades, nuestros dardos de raciocinio se dirigen a las siempre presentes desigualdades entre géneros, sobre todo en cuanto al tema laboral.  Y como no, en el lenguaje.  Vamos, que aquello que un cargo público sea una carga pública, lo deja todo patas arriba.

Ahora bien, hay más.  A Arturo Valls  lo pusieron en la diana por sus comentarios en la gala de entrega de los premios Goya.  Poco a poco España se va pareciendo más a una república bolivariana.  Lo hemos visto en Cataluña con todo el vergonzoso espectáculo que están dando los independentistas.  Lo vemos a diario con las opiniones que se desvían  de la línea trazada por la mal llamada mayoría social.  Vamos, que si uno no comulga conmigo sin duda está contra mí.

Y que el género nos hace desiguales es algo científico y como no, estadístico.  La noticia saltaba la semana pasada cuando a los hombres nos daban una de cal y otra de arena.  En una década nuestra esperanza de vida había aumentado en cuatro años. Bien. Las arcas de las pensiones se vaciarán más rápido, piensa uno.  Acto seguido, nos dicen que vamos –seguimos yendo- tres años por detrás de las mujeres.  Bien por ellas.  Pero no contento uno, piensa que habrá que empezar a dirigir los dardos contra las estadísticas por aquello de discriminarnos por el género.

Y mientras hablamos de hombres y mujeres y viceversa, nadie habla de las desigualdades que se da en el tema del catalán, del alquiler turístico y de cualquier otro tema que afecta tanto a mujeres como a hombres.

El catalán en la administración afecta a los médicos y a enfermeras que deben presentarse a las oposiciones, no porque sean médicos o médicas, sino porque son pocos y pocas.  L@s auxiliares de enfermería que son much@s, en su día nada de nada.  Es el poder de las minorías. No sé, pero eso de las minorías me suena a dictadura. O a chantaje, vamos.  Y eso que no quiero pensar en partidos nacionalistas.  Que de hacerlo, ya me imagino fusilado al amanecer.

Los alquileres turísticos otro que tanto. En chalets urbanos y en urbanizaciones, permitido.  En núcleos costeros, también.  En viviendas urbanas, prohibido.  Vamos, que los ricos con chalet, más ricos.  Siguen siendo minoritarios, pero poderosos.  Y en ambos sentidos.  Los pobres, más pobres, y eso que son mayoría, aunque no parlamentaria.

Y ya por no hablar de las bajas médicas y curaciones espontáneas.  Sino que se lo pregunten a Julián Muñoz.  Y otros.

PUBLICADO EL  15 DE FEBRERO DE 2018, EN EL DIARIO MENORCA.


“X”, LA INCÓGNITA

Iniciamos carnaval y a uno se le presenta aquella pregunta retórica de siempre, intentando descifrar cual es la realidad, si es la que sale a la calle durante estos días de careta o la del resto del año.  De niño –eran tiempos en que sólo  se celebraba  el jueves lardero y con la típica careta de cartón y los bailes de “ca’s senyors”- pensaba que la realidad era la del resto del año;  de joven  llegué a pensar que la realidad era la de estos días de desenfreno personal, pero ahora, visto como está el patio, en que ya nadie disfraza actitudes, sino más bien que las brinda como mérito, entiendo que la realidad la vivimos a diario,  esté ésta amparada con disfraz o a cara descubierta.

Estamos en febrero y sin darnos cuenta y sin la propaganda de antes –se acabó aquello del slogan de que “Hacienda somos todos”- empezaremos a entrar de pleno en la campaña de la declaración de la renta.  La rendición de cuentas, no ante el Altísimo, sino ante nuestros recaudadores de impuestos, casi al más puro estilo feudal, añadiría.  Y es que con nuestros impuestos, aunque no nos lo digan, estaremos pagando incluso el exilio dorado de Puigdemont, sus viajes, su chalet, sus acompañantes e incluso su guardaespaldas.  Pero tampoco tenemos que enojarnos por ello.  Hubo un tiempo que incluso se pagaba por el mantenimiento de los etarras deportados en Venezuela. Vamos, que viven mejor los malos, que los buenos…

Y ya que de la “X” habla el título y del IRPF el texto, mencionar que por mi parte se acabó el jugar a las quinielas en la declaración de renta.  Que se lo repartan y se lo den a quien quieran, como si se lo dan de aguinaldo a los presos de Estremera, pero no voy a marcar ninguna “X” en la casilla de asignación a fines sociales y demás. 

Y no es que no sea solidario, porque a mi manera, lo soy.  Pero lo soy con quien quiero, con quien creo que se lo merece, que lo necesita.  En mi familia somos socios de algunas ONGs, pero de las que hemos elegido nosotros. No nuestros políticos.

Ocurrió en una farmacia.  Y seguro que ocurre en muchas de ellas.  Mientras esperaba que me despacharan mis anti-tal y cual, con mis pabellones auriculares en activo y en posición de captación, escuché la desvergonzada lista de la compra de una persona que, beneficiaria de un conocido ente social –me reservo escribir el nombre-, solicitaba se le vendiera la marca más cara de cada producto, porque a fin de cuentas, lo pagaban dichos servicios sociales.


Y al final, le faltaba añadir: “lo pagáis vosotros”.


PUBLICADO EL 8 DE FEBRERO DE 2018, EN EL DIARIO MENORCA.

REGULACIÓN DEMOGRÁFICA

“Traten otros del gobierno / del mundo y sus monarquías, / mientras gobiernan mis días / mantequillas y pan tierno ....”  escribía Luis de Góngora en su Ándeme yo caliente.  Hoy en día, lo que diga la gente nos importa y mucho.  Sus comentarios, sus decisiones, sus “ríase la gente” influyen en nuestro quehacer diario, y como no, en nuestras tomas de decisiones.  Algunos –eso sí – podrán abstraerse de ello, bien por ser ellos el poder, o por no necesitar de él.  Pero la mayoría padecemos de ellos, y a causa de ellos.

Estos días la noticia es la regulación del negocio del alquiler turístico.  La excusa, la falta de una bolsa destinada para el alquiler de viviendas a residentes.  La sospecha, la queja del sector hotelero por la competencia hacia ellos.  La realidad, menos inversión en viviendas y aumento de precios hoteleros.

Se regula el acceso motorizado a las playas con un criterio medioambiental y de presión demográfica en zonas protegidas.  Se regula el número de plazas hoteleras por este mismo criterio. Se regula el número de amarres y fondeos en las zonas de protección.  Todo ello acorde a unos principios correctísimos de protección medioambiental de nuestra roqueta.  Es más, el derecho medioambiental está en la Constitución. Es un mandato constitucional, que como todo mandato, se tiene que aceptar y hacer cumplir, por unos y por otros, claro.

Y la Constitución habla también del derecho a la vivienda.  Y por eso mismo, también regulan lo uno y lo otro.  Nada dicen que hay que proteger al propietario de los impagos, de los daños y demás.  Nada dice de los deberes. Derechos, derechos y más derechos.

¿Y del derecho y del deber al trabajo? ¿Y el derecho a la sanidad? ¿Y el derecho a la educación?  También están en la Constitución. Pero se abarata el despido, se aumenta el coste de las medicinas, recortan prestaciones, aumentan las tasas de las universidades y cada vez  imponen más trabas para acceder a ellas.

¿Han pensado estos señores que regulan el acceso a la vivienda, al turista y demás, que si regularan la entrada de nuevos residentes a nuestra roqueta, no habría problema de vivienda, no habría desempleo y por supuesto, la educación se encontraría menos saturada?

Priorizar lo que de verdad nos importa a Menorca –vivienda, trabajo, tranquilidad-  es trabajar por y para ella.  Lo que hacen algunos con tanta regulación, sólo es sucumbir a los deseos de un capital que ingresa lo ganado, fuera de nuestra frontera isleña.

Una expoliación, vamos.


Y ríase la gente.



PUBLICADO EL 1 DE FEBRERO DE 2018, EN EL DIARIO MENORCA.