ENTRE EL CAP Y LA CUP

No es tan fácil y ellos lo saben.  Cuando alguien se independiza –de su hogar paterno, me refiero- en su mochila suele llevarse una cuenta corriente y un trabajo asalariado, o una pareja que lo mantenga. O un subsidio, ayuda institucional o al menos, una forma con que mantenerse.  Y a ser posible incluso, bien un piso en propiedad o a precario, un alquiler o ayuda similar.  Mientras estos condicionantes no se dan, aquella independencia hormonal es más bien una huida hacia adelante con pronósticos nada halagüeños.

El chantaje emocional también puede darse en según qué casos.  Y ahí entran en juego las personalidades, fortalezas y debilidades de las partes.  El Cap es un zorro viejo disfrazado de ovejita.  La memoria de una terra lliure siempre ha planeado sobre su memoria.  No obstante, es la Cup  la que clama el poble lliure.  Y por bandera, la misma, la de la terra y la del poble, con algún apéndice menos, eso sí.

Y la estrella que no guía sino que se estrella –paradojas de la vida-.  Un futuro incierto muchas veces.  El chantaje declarado ante el juzgado se vuelve revolución ante el populacho.  Ni Más ni menos. Y todos contentos. España ya no les roba.  Y para eso necesitaron de un asesor flamenco, sin pandereta ni tonadillera.  Incluso las matemáticas intervienen en el proceso.  El orden de los factores sí que altera el producto.

No es lo mismo un preso político que un político preso.  Y eso lo habrán aprendido en Venezuela, sin duda.  Pero tampoco me preocupa donde lo hayan aprendido sino a quién se lo pretenden enseñar.  Y en catalán, claro.  Aunque cuando interesa bien que saben hablar en castellano, inglés,  francés o alemán.  Son verdaderos políglotas formados en elitistas centros privados, y no como aquel pasaje que no entiende el castellano en un vuelo regular.

Tampoco me importa. No me importa mientras  que en su locura no nos metan a nosotros en su saco.  Sus islas, mal conjugadas en su pronombre posesivo. No hay coma ni punto entre sujeto ni predicado. Pero es falta muy grave, ténganlo por seguro.  Lo diría mi “profe” de adulto, aunque la geografía no sea su fuerte. Ni la historia.

Y de historias, las recientes.  Que aprendan estos independientes unidos –utópicamente hablando, claro-  por causa común, qué harán el día D+1, después de buscar en enciclopedias y catalanopedias. La mitad de la terra y del poble, divididos. Los otros, los indepes, más divididos aún.

¿A quiénes echarán la culpa después?


Seguro que vendrán para comer y para la colada.


PUBLICADO EL 5 DE ABRIL DE 2018, EN EL DIARIO MENORCA.