En política se han roto
muchos esquemas. La seriedad, por
ejemplo. Tanto en unos, como en
otros. Los intereses de partido superan
con creces los propios intereses del Estado.
E incluso los propios intereses de uno, predominan sobre los del
partido. Vamos, que el personalismo va por delante, por detrás y por todos los
lados.
A Pedro Sánchez
–camarada Sánchez, presidente Sánchez, excelentísimo señor..-, al que, queramos o no, hay que reconocerle su
perseverancia en lo suyo –querer ser presidente a casi toda costa- hay que
reconocerle sus dotes para maniobrar entre los suyos y como no, entre los otros.
Y tiene un trabajo duro, muy duro, por delante.
Está claro que no va a
convocar elecciones en breve. Está claro
que primeramente tiene que ganarse los votos de tanto indeciso y del voto
prestado. Los prestados a unos y a los
otros. Y hacerse con el voto de la
izquierda. Y con el centro izquierda,
que son muchos.
Y para ganarse el voto
tiene que trabajar, convencer y sobre todo, contentar. En el tema del trabajo no va a tener problema
porque la sangre nueva siempre viene libre de experiencias viciadas. Con el convencimiento tampoco va a tener
problemas si no abusa de las ambigüedades.
La labia del nuevo Gobierno ya se ha detectado con el tema de Cataluña y
la retirada del control sobre las cuentas de la Generalitat. Dos versiones en
un mismo discurso no convencen demasiado.
Y el contento del populacho, depende. Depende si convence a más o a
menos. A todos, casi imposible.
Veo a un Pedro Sánchez
que ha cambiado los funerales de Estado por un “consejo de ministras y
ministros”. Vale. Un Pedro Sánchez que ha quitado el crucifijo y la Biblia en las tomas de posesión. Vale
también. Ahora, le falta, que no lo ha hecho,
el quitar la Guardia Civil de gala a las puertas de la Moncloa al recibir a los
mandatarios. Deberá tener en cuenta que
la sencillez se aprecia en los pequeños detalles, también.
De momento, al nuevo
Gobierno por parte de la actual oposición no se le da ni los cien primeros días
de respiro. Y aquí también falla la
oposición. La amenaza de tumbar los
presupuestos en el Senado tampoco es sinónimo de un play-fair, ni un respeto a
los ciudadanos. Porque el Gobierno tiene
que velar por todos. Y la oposición, si
tiene voluntad de gobernar, también.
Al menos, aunque
Sánchez emplee las políticas preparadas por el equipo de Rajoy, da la sensación
de que al menos éste tiene intención de ponerlas en marcha. Lo siguiente, el tiempo lo dirá.
PUBLICADO EL 14 DE JUNIO DE 2018, EN EL DIARIO MENORCA.