Sin duda, oiremos –ya se oyen-
llamamientos al voto útil. No es nuevo.
Aparece en cada llamamiento electoral y perdurará por los siglos de los
siglos. Al menos, mientras el sistema
electoral esté diseñado como lo ha venido estado siempre. Lo de “una
persona, un voto” no cuela. No es lo
mismo votar en Soria que en Madrid.
Como tampoco es lo mismo viajar
desde Menorca, que desde Palma y mucho menos desde Madrid. Vamos, que el “divide y vencerás” aquí sí que cuela. O no.
Vaya uno a saber. Dividen a los
electores sí, pero los políticos siguen con la misma política en cuanto al
transporte, sean de derechas como de izquierdas. Vamos, que las aerolíneas hacen su agosto
incluso en febrero, gobierne quien gobierne.
Empieza la precampaña y el
Gobierno de Sánchez utiliza el Consejo de Ministras para seguir con sus planes
de subir a los altares. Los “viernes
sociales” -como así se les ha tildado- tienen algo de bueno. Una carrera contrarreloj para devolver
usurpaciones del pasado. No obstante,
con las eléctricas siguen el compadreo de siempre. No impiden una nueva subida, por aquello de
no ser calificados de “electoralistas”. Toma ya.
Y tan panchos.
Ante el escenario que nos espera,
en el que el PSOE de Sánchez estará dispuesto a indultar a los anti-demócratas
independentistas y a venderse a éstos para mantener el poder, en el que el PP
de Casado se escora hacia la extrema derecha y pide a Vox que no se presente en
las provincias más pequeñas, en el que Ciudadanos no pasa por su mejor momento
y sin nombrar al personalismo de Podemos, aparece la pregunta que muchos españoles se harán, ¿a
quién votar?
Da la sensación de que cuando votamos, más que elegir a quien
queremos que durante cuatro años dirija nuestra suerte, lo que estamos haciendo
es castigar a quién no queremos que nos mande.
En vez de elegir, lo que hacemos es descartar. Cerramos puertas, castigamos acciones u
omisiones, y dejamos nuestro futuro otra vez al azar y al libre albedrío de
personas que en muchas ocasiones, posiblemente ni se lo han ganado ni se lo
merecen.
Si existe la Banca Ética y el
Comercio Justo ¿por qué no hablar del voto ético? Para ello, o bien se tendrían que votar
personas en vez de partidos, o simplemente crear un partido formado por
personas íntegras, sanas, con conocimiento y con humildad. Costaría encontrarlos, está claro. Y más
costaría el convencerlos.
Nos sorprenderían los resultados,
y como no, sus decisiones.
Vamos, que o estoy borracho o
estoy soñando.
PUBLICADO EL 21 DE MARZO DE 2019, EN EL DIARIO MENORCA.