JUEVES DE CAMPAÑA


Hoy es jueves, como cada jornada en que me asomo a estas páginas. Pero es más que un jueves normal.  Es para el resto del mundo cristiano el Jueves Santo, un jueves en mayúscula,  en que celebramos la institución de la Eucaristía.  Y digo bien cuando me refiero al resto del mundo cristiano, y no incluyo  a  nuestra España querida.  Porque uno ya no sabe qué es España.

De momento, y si nos guiáramos por las noticias que aparecen en los medios de comunicación, sería un territorio lleno de interesados, de envidiosos, de rencorosos, de fascistas y porque no, de hipócritas.  Pero España es más que todo este calificativo que invade nuestros hogares cada cuatro años –o menos-.  Y lo es porque detrás de cada insulto, de cada envidia, de cada hipocresía, de cada fascista, hay la víctima que recibe el escarnio. Y estas víctimas también existen.  Tienen cuerpo y rostro.  Y alma.

Las agresiones  e insultos dirigidos  a los políticos del PSOE, del PP, de Ciudadanos y de Vox en esta campaña electoral, no hacen más que evidenciar que poco o nada se ha avanzado en estos dos mil años de cristiandad.  Los fascistas actuales que tiran huevos al paso de cualquier comitiva electoral, son aquellos mismos que tiraban piedras dos mil años atrás y decidían por votación popular la muerte de Jesús el Nazareno.

Poncio Pilatos sigue lavándose las manos. Nada ha cambiado desde entonces. Bueno, sí. Las piedras se convirtieron en huevos, y la crucifixión en tercer grados penitenciarios. Y poco más.  El Sanedrín sigue existiendo e incluso Caifás, aquel enigmático sumo sacerdote que dos mil años después aún crea ambigüedad con sus palabras, también.

Jueves Santo y vacacional para algunos.  Para los otros, un festivo que se resiste a perder su rojez  en el calendario, y es que de no ser por el entramado turístico, ya hubiera palidecido hace tiempo. Y es que así funcionamos en esta España donde los lobbies dictan nuestras vidas, nuestras subidas de luz, el impuesto al sol y como no, la entrada o no de migrantes africanos y asilados venezolanos.

Y mañana será viernes.  En mayúscula. Y Santo. Y enrojecido en el calendario. Como los tomates y  los pimientos;  aunque con verdes también se apaña uno. Y ya entramos en juegos peligrosos.  Que si los rojos, que si los verdes.  Al final, uno tiene que volver a la memoria histórica  y acordarse de aquel chiste de cuando Tejero entró pistola en mano en el hemiciclo.

De que los rojos se pusieron amarillos al ver entrar a los verdes.  Vamos, todo un semáforo.

PUBLICADO EL 18 DE ABRIL DE 2019, EN EL DIARIO MENORCA.