El nombre ya da pistas, aunque actualmente nada sea al pie de la letra. Ser dos veces válida sería como demostrar doblemente su valía para obtener un objetivo. La oposición, la de luchar por alcanzar éste, será, más que nada a un nivel profesional. Hasta aquí, las definiciones dan en el clavo. Vamos, como si la república fuera dos veces pública.
Si en lo referente al estudio, al trabajo, a la capacidad intelectual tiene su lógica y ésta pueda medirse con unos ítems reglamentariamente conocidos. Es en cuanto la reválida traspasa hacia la cosa política –o pública-, que pierde esencia y resultado.
Estas últimas semanas son días de reválidas tanto en lo intelectual como en el plano ya puramente político. Nervios en los opositores y nervios, como no, en la oposición. Trampas en los unos, y en los otros.
La UIB invierte una mínima parte de su presupuesto en la compra de relojes de pared con el único objetivo de que las aulas estén libres de smartwatches a la hora de los exámenes. Al final, la sede de la ciencia y del estudio, se ha dado cuenta de que algunos alumnos son tramposos. Uno desconoce si todo ha sido después del affaire de la Juan Carlos I, o simplemente debe haber sido tal el descaro de algunos, que no han podido obviar la realidad.
A las oposiciones –que no a la oposición política- se les suelen colgar el sambenito de que algunas convocatorias parecen llevar implícitas el nombre y apellidos de quien debería ser el agraciado con la plaza. Esto ocurre en mayor medida en administraciones pequeñas, donde las plazas son pocas y los aspirantes reconocidos. En las multitudinarias, la noticia suelen ser las impugnaciones, la falta de rigor, y como no, los fallos en la organización.
Y en algunos casos, incluso la comicidad está presente. Éste sería el caso que se dio hace unas semanas en el CIFP Politécnico de Santiago donde 64 opositores se encontraron con las respuestas escritas en el cuestionario que se les entregó para el examen.
O de presunta prevaricación en otros casos. Sería el caso del que sólo unos pocos recordarán, en la que el día anterior a la oposición desapareció una fotocopia de las preguntas bajando por la escalera, u otra, cuando fue un opositor quien realizó la fotocopia previa de su examen.
En la acera opuesta están los políticos que habiendo suspendido el examen electoral, se encaminan hacia un puesto de trabajo que se nos hace eterno. Y no precisamente divino.
Y luego dicen prometer por ser doblemente públicas.
Amén.
PUBLICADO EL 27 DE JUNIO DE 2019 EN EL DIARIO MENORCA