Que España es diferente, lo sabemos de sobra. Incluso alguno pensará que se protege a los malos cuando son más que los buenos. También sabemos de sobra que la Justicia es un poder independiente y que su imagen aparece con los ojos tapados. Y sobre todo, que no todos van a la cárcel, evidentemente.
Lo triste del caso es que lo que la gente percibe de la legislación española o la interpretación que hacen de ella los encargados de aplicarla, es que se sentencia más pensando en el delincuente que en la víctima. El ejemplo de “la Manada” es suficiente para entenderlo. La sensación que ha percibido el público es que se debía ser lo más justos posible con los culpables. Y en segundo término, con la víctima.
Para el malo de la película no le es lo mismo hurtar por valor de cuatrocientos euros que por cuatrocientos un euros. Como tampoco le es lo mismo hurtar que robar. Vamos, que como siempre, el perdedor en esta comedia sigue siendo la víctima. Y es que el perjuicio que le causarán a la víctima será el mismo, ya sea que le hurten un teléfono móvil valorado en cuatrocientos o en cuatrocientos un euros. Pero claro, la víctima cuenta poco.
Recientemente, Borja ha salido en las noticias por el tema de su condena a prisión por una legítima defensa – y a terceros- mal entendida por el populacho y por la indemnización que tendrá que abonar a la familia del presunto ladrón. También se ha emitido por la televisión un documental sobre los carteristas que habitan los centros turísticos de grandes ciudades. Y en ambas, todos los entrevistados se quejaban de lo mismo: la casi impunidad con la que actúan los delincuentes.
Y no es que el sistema esté más concienciado por la crisis económica, que esa sería otra excusa a tener en cuenta, no. Lo que pasa es que parecemos Hermanitas de la Caridad, en eso de proteger a la sociedad de elementos tóxicos. Ocurre lo mismo con los que conducen drogados y borrachos. Mucha condena sí, pero pocos van a la cárcel.
Y ya no digamos cuando el tema es la otra lacra social, la violencia de género. Las estadísticas elevan el número a muchos detenidos, sí, pero realmente ¿cuántos de estos machistas empedernidos pasan un razonable tiempo en la cárcel?
Igual ocurre con los traficantes de drogas. Que si tantos gramos, que si pureza, que si llegan a un acuerdo con el fiscal….
Vamos ¿que si los políticos son incapaces de llegar a acuerdos en temas que directamente les interesan, cómo van a arreglar temas secundarios para ellos?
PUBLICADO EL 25 DE JULIO DE 2019, EN EL DIARIO MENORCA.