EL VOTO ROBADO

Escribo este artículo en plena jornada de reflexión –por decir algo-.  No creo que a estas alturas aún haya gente que de verdad reflexione el voto, si acaso el abstenerse o no, pero eso ya es harina de otro costal.

Me paseo por la red en busca de noticias que alteren la tranquilidad de la jornada. Más que noticias busco anécdotas.  Poco o nada me importan los mensajes al voto útil y al miedo a la llegada del hombre del saco.  Mi decisión ya la tengo tomada. Votaré por simpatía y  por interés.  O lo que es lo mismo,  por cercanía a las urnas y por la necesidad de mantener al día la colección iniciada ya hace años.
 
Y la anécdota encontrada viene de Melilla.  En ella se contaba que días atrás, una mujer había sido detenida portando  una treintena de votos por correo.  Algunos de ellos supuestamente robados a una cartera.  ¿Y los otros, te preguntas? ¿Se la investigará  por robarlos o por intentar sustituirlos? ¿Y qué ocurriría si los votos de su interior fueran a la misma formación a la que se pretendía supuestamente votar?

¿Y nadie se pregunta cómo funciona la custodia del voto emitido por correo? ¿Es seguro el voto por correo?

Por un momento mi reflexión empieza a perder interés.  Que  el voto no se pueda vender ni comprar no te parece justo.  ¿Por qué tengo que regalar mi voto a un partido si al final, quien se beneficiará de él será una persona que ni me conoce ni me lo agradecerá? ¿Y si mi voto sirve para que otros negocien con mi decisión?  ¿Acaso no se compran o venden votos de diputados y senadores? ¿Acaso no se venden –o cambian-  por ministerios o vicepresidencias?

¿Robo, hurto o engaño?, te preguntas.  ¿Acusará el fiscal o éste obedecerá las consignas del presidente interino?  Sigues ponderando tu respuesta.  Dicen algunos que el cansancio hace estragos.  Otros,  que la soberbia.   O la chulería.  Al final, debió ser el subconsciente.

Si lo escribía en reflexión,  hoy el lector ya tiene el veredicto en sus manos.  Sabe –o debería saber- si el voto que introdujo o el que dejó de introducir valió para algo.  Sin duda, y antes que algún inspirado quisquilloso pretenda corregirme, diré que todos los votos son útiles y válidos, incluso los que no se producen, siempre que la elección tomada sea en pleno uso de la libertad de uno.


Otra cosa muy distinta, será el uso  -o mal uso- que se haga de este voto depositado.  Y ahí es a dónde iba.  ¿Se cumplirá el contrato entre elector y político o simplemente será otra versión de aquel voto “robado” mediante engaño?

PUBLICADO EL 14 DE NOVIEMBRE DE 2019, EN EL DIARIO MENORCA.