Cuando llegan tiempos en que
todos opinamos de la Constitución –y muy por seguro que muchos ni la han leído
y otros ni la han comprendido- te das cuenta dónde están unos y por dónde van
los otros.
Si hay un artículo en el que
todos deberíamos estar de acuerdo –partiendo de la base de que nos creemos
demócratas- es sin duda el primero. Y
más concretamente donde dice que “la
soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del
Estado”.
Nada podrá haber más sano y
democrático que seamos nosotros, el
pueblo, los propios ciudadanos, quienes seamos dueños y señores de nuestro
destino, de nuestras decisiones, de nuestro futuro. De subir a los altares a un dirigente y de
mandarlo al infierno en menos de cuatro años.
Así de claro y así de
conciso. Lo demás es puro relleno. Pero no.
Las cosas de la democracia no
funcionan de esta forma, deben entender algunos. Algunos muchos, ya empiezo a pensar. Cuando el futuro de todos los españoles está
en manos de una decena de sediciosos encarcelados y huidos, es que algo no
funciona.
La capitulación, presunta y
futura, de Sánchez con la minoría catalana, nos llevará a un nuevo formato, del
que pocos o ninguno podía imaginar tras la entrada del interino de la Moncloa por
excelencia, en la vida política. En
términos religiosos ya estaríamos hablando de un anticristo. En términos civiles, mejor mantener la boca
cerrada –y el teclado mudo-.
Los sediciosos catalanes quieren
cambiar ya de entrada este artículo primero.
Da la sensación, de que no les gusta que la soberanía resida en el
pueblo. Y eso que se dicen demócratas y
alguno incluso, se declaró cristiano ante el Tribunal Supremo. Vamos, que al pueblo –a los ciudadanos- lo quieren
cambiar por el territorio –por las piedras, vamos-. Así no es raro que aquellos que defienden la
ensoñada república catalana a golpe de adoquín, no encuentren repudio alguno por parte de los dirigentes catalanes.
Vamos, que si la soberanía reside
en el territorio, alguien deberá definir qué es el territorio. ¿Tal vez una
calle, un municipio, una barriada, una masía del Maresme, una comunidad autónoma o un simple huerto
urbano? También deberán especificar
quién representa al territorio. ¿Acaso
pretenden que la soberanía recaiga en un presidente de una asociación de
vecinos o en un alcalde pro-sedicioso?
¿Querrán volver a los tiempos
feudales, donde se hacía y deshacía al antojo del señor feudal? ¿Se habrán confundido los términos
federalismo con feudalismo?
PUBLICADO EL 19 DE DICIEMBRE DE 2019, EN EL DIARIO DE MENORCA.