Desde que era pequeño siempre había oído aquello de “cuando China despierte…” y ahora cuando ya atisbo la puerta de la jubilación, tendré que oír aquello de “si China se duerme…”
Unos podrán sospechar que tras este ya famoso coronavirus están los intereses económicos de cierta parte del mundo que pretenden castigar a los chinos y por ende, a la economía del resto de países. Más que una guerra biológica de algunos, me decanto por una guerra psicológica. O ambas a la vez.
Posiblemente al carecer de vacuna para dicho animalejo, la OMS no declara la pandemia. Vamos que como de momento no hay vacuna, el negocio de las multinacionales farmacéuticas quedará en stand-by. De todos modos, que no se preocupen porque seguro que el virus repite y podrán sacar todo el stock. Y cuando falte un año para la caducidad del medicamento, otra vez que vamos. Igualito a lo de la Gripe A.
Y si no hay guerra por en medio (ni biológica ni comercial), habrá sido una completa chapuza de unos y de otros. Una verdadera metedura de pata mundial. ¿Por qué temer a un bicho que causa muchos menos daños y muertes que una gripe común? ¿Por qué nos gusta exagerarlo todo?
Se ha creado una alarma innecesaria. Más que innecesaria, contraproducente. O eso, o es que nos mienten los que nos dicen que no hay motivo para alarmarnos. Y si hay motivo pues tampoco es que se tomen medidas drásticas de control de tránsitos.
De todos modos, el coronavirus y la retransmisión informativa al detalle de todo lo relacionado con él, ha dado un balón de oxígeno a otras informaciones que en otro momento serían titulares. Las tractoradas han quedado en un segundo término y en páginas interiores. Las desafortunadas declaraciones de la camarada Montero sobre las minifaldas y los atestados policiales, en la de los anuncios clasificados. Y el aval por parte del TEDH (CEDH) de las devoluciones en caliente en la sección de deportes. Y ya no digamos del tema catalán y su mesa de diálogo, allí perdidos con las isobaras del tiempo.
Si algo nos ha enseñado este virus es que somos racistas al cien por cien. Mientras se infectaban los chinos, no nos preocupábamos. Cuando fue Italia la afectada, aquello ya cambió.
Y que hay mucho mentiroso por ahí. Nos llenan los oídos con el consumo del producto local y que no compremos en Internet, que tal y cual, y al final, todo viene de China. ¡Y lo empaquetan aquí! ¡Y nos llaman insolidarios!
Y atención que otro virus está al acecho. Y silencioso de momento: el IRPF.
PUBLICADO EL 5 DE MARZO DE 2020, EN EL DIARIO MENORCA.