Suena raro, pero es lo normal.
Vamos, que no es normal que se suspenda pese haber aprobado, pero sí que
es normal que en España se den situaciones “anormales” cuando se tiene un
gobierno comunista pilotando los mandos de la nave.
Los españolitos de a pie y asimilados nos hemos portado de manera
sobresaliente durante todos estos meses de arresto domiciliario. Hemos salido al balcón a aplaudir a nuestros
sanitarios y demás, y no hemos levantado cacerola alguna contra nuestros
gobernantes. Hemos demostrado que las
palabras “cacerolada” y “escrache” no son términos que se encuentren en nuestro
diccionario. Son términos
invasores, más bien venidos de
repúblicas bolivarianas y bananeras.
Y este notable comportamiento de la ciudadanía se enmarcaba en la creencia de que lo hacíamos por
solidaridad con nuestros mayores, por nuestros
vecinos, por nosotros mismos. Y que efectivamente, todos juntos lo
conseguiríamos.
Pese a todo ello, han muerto decenas de miles de españoles en esta
batalla. Cientos de miles la han
padecido y sufrido. Millones de
trabajadores han perdido sus empleos. Millones de jóvenes han perdido sus esperanzas
de futuro. Y todo por solidaridad.
Ahora, estos “expertos” escondidos bajo secreto de Estado, que dicen velar
por nosotros, deciden que no ha sido suficiente. Que el arresto domiciliario no ha servido para
nada. Que el cierre de fábricas y empresas, tampoco. Que somos rebaño, sí, pero que no hemos
conseguido la inmunidad.
Vamos, que si hubiéramos hecho caso omiso a las indicaciones del gobierno
comunista copresidido por Pedro Sánchez, tal vez ahora la mayoría de los
españolitos de a pie, estaríamos inmunes y dando saltos por la pradera, pero
no. Y sobre todo no estaríamos ahora en quiebra.
Tan buenos hemos sido que seguimos libres de pecado y por ello seguimos
siendo carne apetecible para la entrada de este virus demoniaco. Y por eso mismo, ahora nos tocará hacer lo
normal: distancia, guantes, mascarillas,
mamparas y demás artilugios. ¿Por qué no
lo hicimos al principio de todo sin
necesidad de matar la economía, el empleo y el futuro?
¿Acaso tanto saben estos supuestos y anónimos cuatro licenciados en
medicina, dos en historia, dos en económicas, uno en política, un diplomático,
un periodista, un abogado, una química, un astrofísico y un profesor, que aconsejan
secretamente al gobierno? ¿Podrán llegar
a decidir si morimos y cómo nos morimos?
Vamos, que de
tan bien que lo hemos hecho, hemos suspendido.
Y sin septiembre.
PUBLICADO EL 21 DE MAYO DE 2020, EN EL DIARIO MENORCA.