LA CONSTITUCIÓN A ESTUDIO

Siempre he pensado que si algún día pudiera -o pudieran- erigirme en dictador de la suerte de los demás compatriotas, una de las prioridades -antes de inventar banderas o géneros- sería la de incorporar el aprendizaje de la Constitución en los planes de estudio. Aprender, entender y comprenderla.

La Constitución, sin duda, nos hace libres.  A la vez, la Constitución es la gran olvidada.  La gran desconocida. La inmensa mayoría de los españoles -y lo digo sin ningún temor a equivocarme- la desconoce.  Entender y comprenderla, otras cuestiones en que falla este conocimiento.  La mayoría sólo es capaz de repetir conceptos incompletos que le han sido retransmitidos mayoritariamente por partes interesadas.  La manipulación de la Constitución por parte de algunas voces, hacen el resto.  Y así nos va.

El abuso más descarado que se ha vivido en este aspecto ha sido cuando el actual gobierno de Pedro Sánchez nos tuvo encerrados sin legitimidad alguna.  Y eso que la Constitución y las leyes que la desarrollan ofrecían el método y la forma de encerrarnos legítimamente, pero no lo hicieron.  El mando y ordeno de Sánchez desoyó a la Constitución y pocos fuimos quienes públicamente comentamos la ilegalidad de la norma impuesta.  Y más pocos aún quienes aportamos la solución legal.

La mayoría se quedó callada -encerrada más bien- por ignorancia y desconocimiento.  ¿Los hubo quienes se callaron por sus intereses de no contravenir el dictado del gobernante? ¿Quiere esto decir que la mayoría de los juristas no se percataron de la inconstitucionalidad de los dictados de Sánchez? ¿Es el nivel de conocimiento tan bajo? ¿Priman los intereses particulares de uno sobre la legalidad del todo?

Se habla mucho de cambiar el texto de la Constitución.  Unos de renovarla y adecuarla a nuestros tiempos.  Otros, de revolucionarla: romperla en añicos y hacerla nueva. Seguramente a imagen y semejanza de sus dictados.  Y uno se pregunta, ¿cómo sabe el ciudadano qué quiere cambiar de la Constitución, si no la conoce? ¿Acaso prefiere delegar en quienes, demostrado ha quedado, que debiéndola conocer, o bien no la entienden o bien no la respetan?

¿Por qué no valorar mejor al ciudadano? ¿Por qué no devolverle la voz y el pensamiento al ciudadano de a pie? ¿Por qué no entregarle las armas del conocimiento en vez de las del enfrentamiento?

Un trabajo previo -y difícil- será el de encontrar a personal cualificado e imparcial para enseñar a comprenderla.  Pero por algo se empieza. Si se quiere, claro está.

PUBLICADO EL 6 DE JULIO DE 2023, EN EL DIARIO MENORCA.