¿Se acuerdan de aquello? “¿De quién depende la fiscalía?”
Pues eso, del marido de la Begoña. En el
caso de la “soberanía nacional” la Constitución lo deja clarísimo en su
artículo 1.2: “La soberanía nacional reside en el pueblo español”. Eso sí, hasta
que llegue alguien, se ajuste la americana, se maquille, ponga cara de
estadista... y añada mentalmente: “...y el pueblo soy yo”. Vamos, una mezcla de
Luis XIV y Barrio Sésamo.
Pero no colará. No debería colar. Al menos, no para quienes
todavía tenemos alguna neurona sin anestesiar por la propaganda institucional,
los informativos palmeros y contertulianos afines. La soberanía será nacional,
pero no es suya. Y tampoco es "popular", por mucho que les encante
disfrazarlo de progre.
Porque no es lo mismo “nacional” que “popular”. “Nacional”
implica a todo el conjunto del pueblo español, como sujeto único. No la parte
que a uno le gusta. Mientras que “popular” suena más a verbena asamblearia, a
que cada pueblo, barrio, o república de vecinos puede decidir lo que le venga
en gana.
Esto ya lo intentaron Arzallus y Unzueta en tiempos de la
ponencia constitucional, con aquello de “los poderes emanan de los pueblos que
lo forman...”. Y no coló. Eran otros tiempos. Otra gente. Y otro PSOE.
La manipulación ahora radica en que intentan que el Congreso
suplante esta soberanía. Nos quieren
convencer de que como la soberanía reside “en el pueblo”, y el Congreso
representa al pueblo, entonces el Congreso es el soberano. Vamos, como si
fueran una especie de monarquía parlamentaria, pero sin el rey. Aquí las premisas y la conclusión no
concuerdan.
El silogismo tiene más agujeros que una raqueta. El Congreso
no es el único que representa al pueblo. También está el Senado, aunque lo
traten como si fuera un florero o el geriátrico institucional. Y, por supuesto,
está el pueblo mismo. Sí, ese que solo invocan cuando hay que salir al balcón
para aplaudir o repicar con cacerolas, pero que molesta muchísimo cuando pide
votar en referéndum.
Y mientras tanto, van colocando a sus "elegidos" en
instituciones que antes eran independientes, como quien reparte cargos en una
cena de amigos. Porque total, si ya con mayoría simple vale para todo, ¿para
qué complicarse con eso de las mayorías cualificadas o el consenso?
Y la nación, patria, estado, país o como quieran que se le
llame, no se debería partir a la carta, como si estuviéramos en una pizzería
constitucional, con el todo incluido.
PUBLICADO EL 17 DE JULIO DE 2025, EN EL DIARIO MENORCA.