¿VIVÍAMOS MEJOR?

 

Finalizamos octubre y sin casi darnos cuenta hemos desaprovechado el año.  Tenemos el año Franco casi finiquitado.  ¿Cuál será el próximo movimiento del amado líder? ¿Dedicará 2026 para cargarse a la Transición? Al menos, el “espíritu” de la misma ya se la cargó Zapatero. Y ya se sabe, de tal palo tal astilla.

Y no vivíamos mejor.  Con Franco, no vivíamos mejor.  Las cosas como son.  No teníamos ni ordenadores ni teléfonos móviles.  Por no tener, ni teníamos coches eléctricos ni éramos ecosostenibles.  Y pocas eran las viviendas que tenían ascensor.  Ni lavadoras que centrifugaban y te secaban la ropa.  Y ya no digamos de los aparatos de aire acondicionado.  Todo vino con la democracia.  Hay que decirlo bien claro.

Cuando Franco murió yo tenía doce años.  Muchos de los que ahora tanto lo odian, aún no habían nacido o mamaban de teta.  Incluso algunos debieron vestir el uniforme de la OJE, que de estos también haylos.  Otros, simplemente vivían a expensas del régimen.  Y sí, como no, algunos otros debían ansiar que Franco se muriera.

En casa no se hablaba de política.  No porque se temieran represalias, sino simplemente porque la política no existía. Éramos una familia más del montón, de las que el marido trabajaba, la esposa se encargaba de la casa y los hijos estudiaban.  Y de reciclar, se reciclaba.  Incluso en ropa. La felicidad completa. ¡Qué más se podía pedir!

Y tan felices que éramos que ni se pagaba IRPF.  Y las cosas cambiaron, pues sí.  Los Pactos de la Moncloa hicieron que empezásemos a pagar el IRPF y que viviéramos mejor.  Y gracias a Ozores llegamos incluso a ser ¡europeos! Sin levantarnos del sofá habíamos cruzado ya los Pirineos y se desterró aquel blanco y negro de nuestra infancia.

Teníamos ya vida en color.  Y ascensores que subían a los pisos.  Y dejamos de reciclar. Por fin estrenábamos ropa y zapatos.  Empezábamos a vivir mejor, sin duda.  Incluso había manifestaciones, huelgas y se podía votar.  Y no un tercio, sino entero. Y todos y todas.  Habla pueblo, habla. Y el pueblo habló. Y por suerte, seguíamos siendo felices.  Había trabajo y vivienda. Libertad de expresión.  Se empezaba a hablar de política.  Y a discutir de política. Y a enfadarnos entre nosotros.

Con el tiempo, seguimos viviendo aún mejor que antes. Tenemos móviles, internet y aire acondicionado.  Pagamos IRPF, también. Discutimos por todo.  Reciclamos todo. Pagamos por todo.  Vivimos mejor, sin duda, aunque algunos no tengan dónde ir a la lavar la ropa.  La casa ya no es casa, es sólo una habitación.

La pregunta ahora es otra: ¿Somos más o menos felices que antes?


PUBLICADO EL 30 DE OCTUBRE DE 2025, EN EL DIARIO MENORCA.